Nueva torre de hormigón revitalizará Campus San Joaquín de la UC
Por Darío Zambra, La Tercera. (12/10/13)
El Centro de Innovación UC Anacleto Angelini comenzó a construirse hace más de un año.
A comienzos de octubre, el edificio que se levanta junto al acceso principal del Campus San Joaquín de la U. Católica y que albergará al Centro de Innovación UC Anacleto Angelini, alcanzó su altura máxima, de 44 metros.
Lleva más de un año construyéndose y hoy se impone en el paradero 7 de Vicuña Mackenna, con una estructura sólida que se asemeja a un conjunto de enormes bloques de hormigón puestos uno sobre el otro.
“Cuando la obra gruesa esté lista este mes, se verá tal cual como quedará cuando esté terminado, con una piel que es el muro”, explica el arquitecto Alejandro Aravena, de Elemental, la oficina detrás de este proyecto.
El carácter sólido y hermético de su fachada va contra la tendencia constructiva de hoy, que es darle transparencia a los edificios rodeándolos de vidrios.
Esto, por dos razones. “Primero, porque de esa manera nos evitamos un problema ambiental, que es el efecto invernadero que generan los edificios con muro cortina. Mientras uno de éstos gasta 120 kw/h por metro cuadrado al año (para enfriarse), éste consume sólo 37 kw/h. O sea, un cuarto de la energía”, precisa Aravena.La segunda explicación del arquitecto dice relación con el sentido común. “(En arquitectura hoy), en vez de seguirse el sentido común, se va detrás del lugar común, del cliché. El primero requiere cierto nivel de audacia, pero es más fácil seguir el cliché”, sentencia Aravena.
Juan Ignacio Cerda, arquitecto a cargo de la obra, refuerza la potencia del hormigón para enfrentar la alta radiación de Santiago. “Tam- bién lo hacen las ventanas retranqueadas. Así, el sol no llega directo”, dice.
Icono del campus
Esta torre la ocupará el Centro de Innovación que la UC impulsa desde 2010. El vicerrector de Investigación, Juan Larraín, cuenta que ese año se planeó generar un espacio donde el trabajo de investigación e innovación de la universidad se vinculara con la empresa privada y el sector público. La idea comenzó a tomar forma tras el apoyo del grupo Angelini, que donó US$ 15 millones para la construcción.
El Campus San Joaquín fue escogido por dos razones: porque es el más grande (52 ha) y el que posee más espacio disponible. El director de Infraestructura UC, Hans Muhr, cuenta que esa zona junto al acceso siempre estuvo reservada para un edificio emblemático. “Otros quisieron instalarse ahí, pero se les dijo que no. Este, en cambio, es relevante y su ubicación no es casual: el estar junto a la puerta simboliza nuestra relación con la ciudad”, asegura.
Los 10 pisos que tiene la convertirán en la estructura más alta del campus que data de los 60. Se emplazó en los terrenos de la chacra San Luis de Macul, donados a la UC en 1891 por Honoria Larraín de Gandarillas, familiar del primer rector del plantel, Joaquín Larraín.
Pese al medio siglo del espacio, su renovación es constante. El mismo Aravena ya había levantado ahí la Facultad de Matemáticas (1999) y las Torres Siamesas (2006), donde se instaló el Centro Informático. Los edificios de las facultades de Teología (2007) e Ingeniería (2013) también están entre los últimos construidos ahí.
El año pasado, además, el acceso vehicular de Av. Vicuña Mackenna se reemplazó por un parque de 700 m2, diseñado por la arquitecta Cristina Felsenhardt. Posee paseos peatonales, una ciclovía, zonas de agua y esculturas. “Sacamos los autos y ahora es más silencioso”, dice Muhr.
Encuentros de pasillo
Para su diseño, la universidad invitó en 2011 a cinco firmas de arquitectura a que presentaran sus propuestas. Dice el vicerrector de Investigación que escogieron la de Elemental, por “innovadora y porque logró plasmar lo que buscamos: un espacio que invite a interactuar y a intercambiar ideas”.
Aravena asegura que el edificio crea no sólo las condiciones para hacer confortables los espacios de trabajo formal (salas de reuniones y auditorio), sino también los informales. Esto, porque se habilitarán lugares que fomenten los encuentros cara a cara: pequeñas plazas elevadas (13 en total, incluyendo la azotea), una cafetería, un restaurante y un lounge en cada piso.
“La innovación se produce ahí, en las conversaciones de pasillo y con un café, cuando le preguntas a alguien ‘en qué estás’”, explica Hans Muhr.
Todos estos espacios se ubicarán en torno a un atrio central, que estará cubierto de vidrio y que contará con cuatro ascensores panorámicos. Desde ahí se podrá ver lo que pasa en cada piso. “El vitrineo y la curiosidad son una oportunidad para crear conocimiento”, afirma Aravena. “Desde afuera se ve hermético y cerrado, pero su interior es transparente y luminoso”, remata Cerda.