Ruta Costera abre el turismo en una región hasta ahora casi inexplorada de La Araucanía
Por Nicolás Gutiérrez, El Mercurio.
Comienza 15 kilómetros al sur de Tirúa y se extiende hasta el límite con la Región de Los Ríos:
Caletas, cocinerías y sus playas de grandes olas han levantado un destino turístico no tradicional a través de un camino que alterna tramos de ripio y asfalto.
Hasta ahora es un trazado de 130 kilómetros poco conocido y reservado para los que evitan repetir una y otra vez sus lugares a recorrer, pero aún a la sombra de destinos más visitados como la cordillera y el lago Villarrica, la Ruta de la Costa de La Araucanía ha tomado fuerza en los últimos cinco años.
De a poco se ha ido desarrollando la gastronomía típica mapuche y marina, campings y cabañas que han empujado a que playas que eran solitarias ya no lo sean tanto.
La Ruta de la Costa, o “Ruta Lafquenche” (denominación para los mapuches de la costa), se inicia en el sector de Casa Piedra por el norte, en el límite con la Región del Biobío, y a unos 15 kilómetros al sur de Tirúa. Fue abierta durante los años 90 y cruza las comunas de Carahue, Puerto Saavedra, Teodoro Schmidt y Toltén, para finalizar en la caleta de Queule, en el límite con la Región de Los Ríos.
Ripio y balseos
La localidad de Nehuentúe, en Carahue y a orillas del río Imperial, marca la división de escenarios de esta ruta: mientras para el norte -hasta Casa Piedra- todo es ripio y recomendable solo en verano, hacia el sur hay largos tramos asfaltados y conexiones con la Ruta 5.“Acá se ve mucho extranjero que no sé cómo sabe llegar, pero llega. La gente de la región conoce cómo venir, los de otras regiones, no tanto. Y desde que se construyó esto tenemos los domingos llenos”, dice Ana María Inostroza sobre el centro gastronómico de Nehuentúe, donde atienden una veintena de cocinerías con vista al río.
“Cada domingo tenemos unas 600 personas comiendo acá”, asegura. El choro maltón es la estrella de la zona, plato que cuesta $3.000 con longanizas.
Para seguir hacia Puerto Saavedra hay dos opciones: volver a Carahue y cruzar el río Imperial por el puente o atravesar en balsa. La mayoría opta por lo segundo, ya que el traslado es gratis y demora unos ocho minutos.
Ya en Saavedra, la oferta se amplía. Canotaje, paseos en catamarán, restaurantes y cabañas para alojar. Desde allí, y hasta Hualpín, parte un camino ripiado, en buen estado pero angosto, que alterna por lomas de gran altura desde donde se aprecia el mar, y que pasa frente a la boca del lago Budi.
Las múltiples lagunas subsidiarias del mismo lago permiten ver cisnes de cuello negro a no más de 20 metros. “Ver los cisnes volar o aletear en la laguna es lo que deja ‘para adentro’ a los que vienen”, dice Ulises Curín (26), del sector Puaucho.
Son casi 33 kilómetros de ripio los que separan Puerto Saavedra de Hualpín, pasando por Punta Puaucho y Peleco, dos sectores de extensas playas solaneras.
Mejoran caminos
Hace cinco años se empezó a mejorar todo el eje sur de la ruta para el turismo. Mientras Sernatur trabajó en articular algunos emprendimientos, el MOP inició la tarea de mantener los antiguos caminos vecinales, que hicieran de la vía una ruta real y apta para cualquier vehículo.
“Se ensanchó el camino, se hicieron algunas expropiaciones y se mejoró la señalización. No solo con fines turísticos, porque la falta de conectividad para la gente del sector también era evidente”, dice Sergio Núñez, seremi del MOP en La Araucanía.
El trabajo, ejecutado por el Cuerpo Militar del Trabajo y que consta de tres etapas, ya completó la primera (entre P. Saavedra y Puaucho). La inversión total será de $2.400 millones.
La playa Lobería, ubicada a 8 kilómetros del camino principal, debe su nombre a las enormes cantidades de lobos marinos que se posan en los roqueríos cercanos. Sus olas han comenzado a ser apetecidas por los surfistas, pero todavía la conocen casi exclusivamente los lugareños.
Es la otra cara de la ruta Lafquenche, hacia el norte, entre Tranapuente y Casa Piedra. Allí existe un camino de ripio sinuoso pero amplio, listo para asfaltar. En esos 43 kilómetros la explotación turística casi no existe, pero sí la necesidad de conectividad de las más de 10 mil personas que viven en el sector.
“El asfaltado en ese sector es un sueño, porque la idea sería dotar de una carretera que sería casi una nueva Ruta 5 y permitiría un beneficio tremendo a la gente que vive en la zona”, afirma Sergio Núñez. Se estima que pavimentar este tramo costaría unos $20 mil millones, ya que debe resistir el alto tráfico de camiones forestales por la zona.
De concretarse, quedarían directamente conectadas las regiones VIII y IX desde la carretera que une Cañete y Tirúa hacia Puerto Saavedra, y desde ahí, hasta Mehuín, en Los Ríos.