Pagando el costo de estacionarse
Por Vanessa Díaz B. Centro de Documentación, El Mercurio. (03/11/13)
Los parquímetros fueron uno de los primeros sistemas implementados con la finalidad de desincentivar el uso del automóvil y tratar de descongestionar las calles de Santiago.
Estacionarse en el centro, Providencia, Ñuñoa o Las Condes ha sido, por décadas, un reto para los automovilistas y un asunto que las autoridades han tratado de enfrentar con los más variados -y a veces polémicos- métodos.
Uno de ellos fueron los parquímetros, de los cuales se empezó a hablar en 1969. Se señalaba que 1.700 de estos aparatos se instalarían en la capital mediante una propuesta pública para “terminar con las arbitrariedades en los estacionamientos, delimitando zonas fijas”.
El proyecto se concretó ocho años después. En mayo de 1977, el alcalde de Santiago, Patricio Mekis, inauguró los primeros 500 en Santa Lucía, Huérfanos, Agustinas y Estado. El sistema funcionaba con fichas de $2 cada una, lo que permitía al conductor estacionar por media hora. Si necesitaba más tiempo, podía colocar fichas adicionales.
El edil mostraba su satisfacción por el proceso de licitación: la municipalidad no tuvo que preocuparse por internar los dispositivos, los costos (US$ 110 mil de la época) los asumieron los concesionarios, quienes -además- debían entregar a la alcaldía US$ 7 mensuales por cada parquímetro durante seis años.
Las opiniones al principio fueron positivas, pues existía una mayor rotación de vehículos y ya nadie tendría el “derecho” de estar estacionado todo el día. Pero después de un año, la postura cambiaría. Mientras unos criticaban la selección de las calles donde se instalaron, los comerciantes se quejaban de que estos aparatos no cumplían las expectativas, ya que la renovación normal que debía producirse frente a sus negocios no era tal y algunos aparcaban durante todo el día, lo que impedía que ellos pudieran descargar sus mercaderías.
Los problemas aumentarían cuando en 1979 una resolución municipal indicó que debían ser sacados 34 parquímetros de la calle Moneda y trasladarlos a otras arterias, con la finalidad de hacer más fluido el tránsito vehicular. El reclamo de la Sociedad de Parquímetros fue inmediato y acusaba al municipio de Santiago de “cambiarles las reglas del juego”.
Pese a todo, funcionarían con relativa normalidad hasta 1995, cuando fueron cambiados por unos modelos electrónicos, debido, en parte, a las múltiples quejas de los conductores que acusaban a los “ficheros” de un trato violento si no dejaban propina, de subir el precio de las fichas y de manipular los parquímetros a su favor.
Estos nuevos dispositivos funcionaban con monedas de $50 y $100, además de una tarjeta electromagnética. Sin embargo, a poco andar fueron burlados por algunos “cuidadores”. A comienzos de 2000, estas máquinas dieron paso a los denominados “parquiman”, la evolución de los cuestionados antiguos cuidadores de autos y que fueron capacitados en Providencia, Recoleta y Vitacura. Actualmente, Santiago implementa un nuevo sistema de parquímetros con boleta electrónica para lograr un mayor control del servicio de aparcaderos.