Huechuraba, la pequeña Venezuela
[Huechuzuela] Así bautizaron a esta comuna por el gran número de venezonalos que ahí habitan. Los primeros llegaron a fines de los 90 y hoy se calcula que son cerca de 2.400.
Por E. Briceño, La Tercera
Una mujer alta y morena conduce su auto por calle Pedro Fontova. Al llegar a un semáforo en rojo le pide a un vendedor: “¿Me das el periódico, por favor?”. Su acento es venezolano y ella lo confirma. “Soy caraqueña y vivo hace tres años en Huechuraba. Aquí somos muchos y por eso la comuna es conocida como Huechuzuela”, cuenta María Gabriela Hernández, una dueña de casa que va rumbo al condominio donde vive junto a su marido y su hijo.
Según cálculos de los propios chamos -como también se les conoce-, en la capital viven cerca de 8.000 venezolanos. “Un 25 o 30% de ellos reside en esta zona; es decir, unos 2.400”, afirma Jorge Soto, un ingeniero en administración que trabaja en Lan y vive en Huechuraba hace nueve años.
De acuerdo a cifras del Ministerio del Interior, en la Región Metropolitana la inmigración proveniente de Venezuela va en aumento: entre 2010 y 2012 fueron otorgadas 2.506 visas a ciudadanos de ese país. De ellas, 1.019 fueron entregadas el año pasado.
Los primeros que se asentaron en esta zona de Santiago lo hicieron a fines de los 90, cuando la aerolínea Viasa cerró y Lan reclutó a una veintena de pilotos, más una cifra similar de sobrecargos y mecánicos, para que trabajaran en la empresa. “Se quedaron en este sector de la ciudad porque es tranquilo y queda cerca del aeropuerto”, explica Soto, quien compró su casa en el condominio Hacienda El Roble por recomendación de un compatriota que ya vivía en la comuna.
Caso similar es el de Yenny Martínez, quien llegó en 2009 junto a su marido y sus dos pequeñas hijas. “Una colega de mi esposo se vino a trabajar unos años antes. Cuando nos tocó a nosotros, ella nos ayudó con algunos trámites y también a encontrar casa en Huechuraba, donde ella misma residía”, explica Yenny a la salida del colegio de su hija Ana, a pocas cuadras de su casa.
Tanto ella como María Gabriela y Jorge destacan la tranquilidad de esta comuna y el hecho de toparse con frecuencia con acentos y sabores conocidos. “Algunos se juntan para ir a jugar béisbol al Estadio Nacional o básquetbol en alguna cancha cercana. Son nuestros deportes más populares. También nos encontramos en el supermercado, en las reuniones de apoderados y en los locales que venden nuestros platos típicos”, dice Hernández.
En los últimos años, en esta zona capitalina han aparecido varios lugares especializados en preparaciones venezolanas. La más conocida es la pastelería Sacher, en Pedro Fontova 6277. Su dueño, Samuel Gálvez, vivió 40 años en Caracas donde tenía un conocido local de ese mismo rubro, llamado La Selva.
Desde allá trajo recetas como los pastelitos de jamón (con ese ingrediente ahumado y queso Filadelfia), las pastas secas (galletas de mantequilla) y la torta de guayaba. “Cada semana llegan unos 100 venezolanos. Vienen de otras comunas, como Vitacura y Lo Barnechea, pero la mayoría es de los alrededores”, dice Gálvez.
Para diciembre se está preparando para vender, a pedido, una especialidad típica del país caribeño: el pan de jamón, hecho con masa de mantequilla, jamón ahumado, alcaparras, aceitunas y pasas. “El año pasado vendí 500, mientras que en Caracas eran al menos 15.000. Pero este año seguro que venderé más”, augura.
Muy cerca de allí, Michelle Pantoja y su marido Carlos instalaron en 2012 un local con un nombre muy venezolano, Home Run del Sabor, en alusión a una de las jugadas de béisbol. Aparte del nombre, aquí se encuentra el que para los chamos es un infaltable: las arepas, hechas con harina de maíz, redondas y rellenas con pollo, carne y otros ingredientes.
“En esta zona son muchos mis compatriotas y necesitaban tener arepas o nuestras empanadas típicas. Claro que a los santiaguinos les han gustado mucho estos sabores caribeños y hoy son el 50% de nuestra clientela”, remata Michelle.