Michilla, primer pueblo abastecido solo con agua de mar desalinizada
Con 800 habitantes y ubicada junto a la ruta costera que une Antofagasta e Iquique, hoy estrena una planta de tratamiento y red de alcantarillado.
Por Mario Rojas Martínez, El Mercurio
En 200 casas, la mayoría construidas con maderas y calaminas, viven los 800 habitantes de Michilla, localidad ubicada en pleno desierto de Atacama, 110 km al norte de Antofagasta, junto a la carretera costera que conecta con Iquique.
Allí conviven pescadores, jubilados, 27 menores que estudian en la única escuela del pueblo, comerciantes (dueños de almacenes, restaurantes y vulcanizaciones instalados junto a la ruta) y desde hace casi cuatro décadas mineros y contratistas de esa industria.
Una de esas familias es la de Ruth Rojo (49). Ayer, pasadas las 13:00 horas, junto a sus nietos Piero (2) y Máximo (3), recibieron por última vez al camión aljibe del municipio de Mejillones, que los abasteció, como cada semana, con agua potable para los tres estanques que tiene en su casa: 200 litros en total.
“Nos tiene que durar una semana para lavar, cocinar, bañarnos y, si sobra, para regar un par de plantas”, cuenta.
Una rutina que desde hoy cambiará, porque el pueblo estrena una planta desalinizadora, que junto a una red de alcantarillado ya instalada, transformará a Michilla en la primera localidad del norte del país en ser abastecida solo con agua de mar filtrada, tratada y potable. Un proyecto que demandó una inversión de US$ 2 millones -US$ 500 mil en la planta y US$ 1,5 millones en el sistema de tuberías-, financiados con recursos del FNDR, Municipalidad de Mejillones y Minera Esperanza.
La unidad, ubicada junto al borde costero, producirá hasta 87 m {+3} por día.
“Me tuve que capacitar para manejar la maquinaria, con sus paneles, membranas, unidades donde se recibe el agua de mar, se clora y se distribuye al pueblo. Tuvimos una semana de marcha blanca, con pruebas testeadas por ingenieros, y esta semana empezamos a producir agua potable”, indica Luis Aro (47), presidente de la junta de vecinos, del comité de agua y desde hoy operador oficial de la planta.
“Es un sueño, porque durante tres meses el consumo será gratuito, para que nos acostumbremos, y luego pagaremos una cuenta mensual, como en el resto del país. Estábamos cansados del agua que el camión aljibe nos traía los días lunes, miércoles y viernes. A veces tenía mal sabor, como a metal”, añade.
En la escuela “Lucila Godoy Alcayaga” también están expectantes con la inauguración del servicio. “Mejorará nuestra calidad de vida. Pese a nuestra escasez de agua, hemos inculcado el ahorro y reciclaje del agua, incluso la que se usa para lavar. En la escuela tenemos un invernadero, especies vegetales como plátanos, alfalfa, laurel y flores. Intentamos que no pierda una gota”, dice Moraima Gallardo, profesora.
A una cuadra, mientras pasea a su bisnieto en coche, José Maturana (70), ex pescador artesanal, añade que “ahora solo falta que nos pavimenten las calles. Vivo con 15 familiares y había que medirse para el baño, ducha y cocinar”.
Pamela Gómez (43), su vecina, conocida como “la señora de las roscas”, producto que vende a diario junto a la carretera, agrega que “esto solo se compara con el año 2001, cuando llegó la luz eléctrica. Antes de eso, los ricos usaban generadores o motores y el resto comprábamos velas”.
Hay otras dos plantas desalinizadoras en la II Región. Una, a razón de 600 litros por segundo, abastece al 65% de la población de Antofagasta, y la segunda, con cinco litros por segundo, abastece a la localidad de Taltal (12 mil habitantes).