Crecimiento, Hipercentralismo y Calidad de Vida Urbana
El día de la elección pasada, después de casi una década de revisiones y debates, se aprobó la modificación Nº100 del Plan Regulador Metropolitano de Santiago, conocida como PRMS100, propuesta hecha repetidamente por el último Consejo Regional Metropolitano – el CORE- de designación indirecta, que en esa misma jornada innovó en la histórica renovación democrática –y algo más transparente- de sus 34 miembros.
Después de diversos cuestionamientos desde la Academia y la sociedad civil, que instalaban dudas sobre la capacidad del Plan y su modificación para contrarrestar la evidente segregación socio-espacial del Gran Santiago, el déficit de áreas verdes y la movilidad hacia y desde el nuevo perímetro, la Autoridad logró la incorporación de cerca de 10.000 hectáreas que han transformado superficies de uso agrícola en nuevas zonas disponibles para la expansión urbana.
De modo insólito, esta aprobación se dio al mismo tiempo del trabajo que realizó la Comisión Asesora Presidencial que definió la recientemente promulgada Política Nacional de Desarrollo Urbano (PNDU), actualización a todas luces necesaria para re-definir los procedimientos de planificación, diseño e intervención en nuestras ciudades, y donde se dieron argumentos correctivos no aplicados en esta misma expansión, demostrando ya una cuota de obsolescencia en los argumentos que demostraron -o intentan demostrar- su conveniencia.
Y es que el inevitable crecimiento vegetativo de una población económicamente saludable es la primera explicación para comprender una reiterada demanda por más espacio construido, lo que va evidenciando la presión de grupos de interés, que buscando el negocio inmobiliario cortoplacista y desregulado, se ha obsesionado en encontrar el mayor delta entre valor de suelo y valor de venta, diferencia muy bien lograda justo sobre el límite urbano sometido a periódico desplazamiento.
A su vez, esto explica la invisibilidad en que queda la misma decena de hectáreas que hoy Santiago tiene dentro de su área urbana, en terrenos baldíos o sub-utilizados, pero que por su valor de mercado dejan de ser interesantes para la inversión privada, demostrando una nueva tarea pendiente: la oportunidad redistributiva de la Autoridad, que defina incentivos para llenar adecuadamente estos vacíos, disminuyendo las brechas de desigualdad.
Pese a que esta acción incorporó algunas condiciones para regular la expansión, cabe contrastar el nuevo escenario planteado por la PNDU, que pese a la oposición corporativa de la Cámara Chilena de la Construcción, incorporó a favor del interés público el concepto de “captación de plusvalías”, con el cual el incremento del valor del suelo por acción pública, es compartido entre el propietario y el Estado, dejando entrever que mientras eso no ha ocurrido, el beneficio económico de pasar de suelo rural a urbano, la definición del trazado de una nueva autopista o la implementación de nuevas líneas de metro, han beneficiado sólo a algunos desconocidos propietarios de la tierra.
En contraste y reconociendo su acierto, cabe señalar la oportunidad que abre el Plan Nacional MINVU de Parques Urbanos, para que las áreas verdes propuestas sean implementadas y mantenidas en el tiempo, además de continuar los ajustes para solucionar sus condiciones de conectividad que le dan sentido como espacio equitativo, del encuentro colectivo necesario, que desplegado por el territorio nacional permite repetir tanto en Santiago como en nuestras regiones, la redistribución de sus beneficios, incentivando a la descentralización, medida clave contra las áreas en vías de saturación.
Comprendiendo entonces la complejidad de estas decisiones y el impacto que generan en nuestra cotidianeidad y Calidad de Vida Urbana -en tiempos y oportunidades de desplazamiento o en la disponibilidad de espacio para la recreación-, la pregunta que se instala es el “cómo crecer”, dejando atrás la paradoja de la expansión versus la densificación, ratificando las posiciones críticas sobre un modelo neoliberal desregulado, que en su necesaria e inminente corrección y por diversos frentes, plantean el “crecer menos” como una valorable oportunidad de “crecer mejor”, valiosa garantía para un Estado, que tuvo como misión originar el resguardo del bien común.
Columna Original de Alberto Texido de la versión editada Publicada en The Clinic.
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