Las dos caras de las cicletadas dominicales
Cada domingo, 40.000 ciclistas pasean libremente a lo largo de 44 km, por calles que son cerradas a los autos. Una idea alabada, pero que conlleva externalidades negativas.
Por Evelyn Briceño, La Tercera
Mientras cientos de ciclistas pasan frente a sus ojos, Claudio Espinoza debe espear cada domingo cerca de 10 minutos para salir desde el estacionamiento de su edificio, en Av. Lyon con Darío Urzúa. Su calle forma parte de los 44 kilómetros que funcionan como CicloRecreoVía (CRV), es decir, importantes arterias que son cerradas al paso de vehículos para que ciclistas, peatones, corredores y patinadores circulen con libertad cada domingo, entre las 9 y las 14 horas. “Tengo paciencia, pero a veces voy apurado”, dice.
La idea debutó en 2009, cuando quienes estaban detrás de ésta, el chileno Gonzalo Stierling y su esposa colombiana, Lina Zuluaga, lograron importarla desde Bogotá, donde la iniciativa ya completa 30 años. Su éxito, casi nadie lo discute. De hecho, aparte de las comunas en las que funciona, 12 están a la espera de poder implementar el paseo, entre ellas Macul y Huechuraba.
Zuluaga está consciente de los problemas que la iniciativa conlleva, como lo que le sucede a Claudio, o como el de los tacos en Av. Bilbao, que debe absorber el flujo de Pocuro, entre A. Varas y Tobalaba. Todo eso y un problema más: la baja en las ventas de algunos comerciantes desde que la CRV se extendió. “Pero son efectos mínimos, si se comparan con en el aporte positivo del deporte y del uso de medios de transporte no contaminantes”, explica Zuluaga.
Carolina Almarza respeta esa opinión, pero cree que los automovilistas no deben pagar un costo. “El ciclismo y el patinaje me parecen bien, pero quienes lo practican no tienen por qué causar problemas al resto. Creo que es un problema de mejor organización”, decía en el taco de Los Leones con Av. Bilbao el domingo pasado.
El jefe del Departamento de Ingeniería de Tránsito de la Municipalidad de Providencia, Gerardo Fercovic, indica que desde que comenzó la CRV en la comuna, en mayo, el flujo vehicular dominical por Bilbao ha aumentado en un 40% entre las 9 y las 14 horas. “En general, la situación es normal. Hay mayor atochamiento, pero no a un nivel de grandes tacos”, enfatiza el experto.
Juan tiene un quiosco en Av. Lyon con Av. Pocuro. “Antes vendía más de 100 diarios los domingos por la mañana; hoy, sólo 25. Estuve a punto de irme, pero tampoco es justo abandonar esta ubicación y a mis clientes de 13 años”, cuenta.
Similar es lo que le ha pasado al dueño de una verdulería en Av. Santa Amalia (La Florida). “Mis ventas cayeron en un 60% los domingos. Me parece buena idea para los ciclistas, pero podrían hacerla por calles menos transitadas”, señala Juan Sazo.
El alcalde de esa comuna, Rodolfo Carter, reconoce que se genera cierta incomodidad, pero insiste en una mayor generosidad. “Debemos convivir en los espacios públicos y permitir este paseo, importantísimo para la recreación. Además, son sólo cinco horas a la semana”, dice el edil.
Los taxistas tampoco están contentos. El presidente de la Confederación Nacional de Taxis, Luis Reyes, indica que el negocio se ha resentido, al no poder ofrecer un servicio rápido a sus pasajeros, por calles que están ocupadas.
Zuluaga explica que las vías para CRV se escogen en conjunto con los municipios y el Seremi de Transportes. “Deben ser arterias grandes que absorban el flujo de deportistas, que va en aumento, que no sean tan residenciales, para no producir problemas a los vecinos que quieren salir o entrar, y con buena conectividad, para generar un circuito integrado en la ciudad”, dice.
Un contrapunto frente a las externalidades negativas lo tiene la ruta pedalera del centro, en calles como Monjitas y Catedral. Ahí no hay reclamos de comerciantes y aplauden el proyecto. Como Marcela, dueña del almacén Lourdes, en San Martín con Catedral. “Es lindo ver a los chiquillos en sus bicicletas coloridas. Además, compran frutas y bebidas, lo que compensa los clientes automovilistas que a lo mejor perdemos”, comenta.
Otra vecina del sector, Carmen Quiroz, agrega que no saben de tacos dominicales: “Ese día, la gente no viene en auto al centro. En cambio, llegan estos deportistas en familia y le dan vida a la zona”, asegura.