Rambla peatonal recupera conexión entre los roqueríos de Zapallar y Cachagua
Por Hernán Cisternas Arellano, El Mercurio. (29/12/13)
Paseo costero sufrió daños y cortes tras marejadas de este año:
La reparación está a cargo de pedreros zapallarinos, artesanos que a cincel y combo sacan y labran las piedras que colocan a lo largo del camino.
Los residentes y veraneantes de Zapallar y Cachagua volverán a disfrutar este verano de paseos y caminatas por sobre los roqueríos costeros, tras la restauración de la rambla peatonal de 10 kilómetros que une ambos balnearios. La estructura quedó con graves daños debido a las marejadas del último invierno.
Salvo pequeños tramos donde aún hay trabajos de reparación, el visitante prácticamente no se percata de que el sendero, que ofrece la posibilidad de disfrutar del paisaje marino, estuvo interrumpido en varios sectores.
Incluso dos de sus cuatro puentes peatonales tuvieron que ser reconstruidos durante los seis meses que duró la recuperación, financiada por el municipio.
Tal como ocurrió con su diseño original, construido en forma artesanal (a cincel y combo), la reparación ha estado a cargo de tres pedreros zapallarinos. Sin intervención industrial, ellos sacan y labran las piedras que colocan a lo largo del camino peatonal.
Uno de ellos es Marcelino Cisternas, quien lleva 16 años trabajando en la rambla. Según el artesano, lo máximo que se puede avanzar en un año son 500 metros.
Tras la restauración continuarán los trabajos de construcción para extender el paseo hacia el sector de La Laguna.
Para el alcalde de Zapallar, Nicolás Cox, la rambla peatonal “es un patrimonio comunal sumamente importante, que tenemos que proteger y cuidar. Es un valor de la comuna. La visión que se tuvo en su minuto para desarrollarla nos llevó a tener un paseo que es de categoría mundial”.
De sur a norte, el visitante puede iniciar su caminata en la playa Grande de Cachagua, seguir por playa Los Coirones, apreciar la isla de Los Pingüinos, continuar por playa Las Cujas y disfrutar del paisaje costero sobre roqueríos hasta El Pangue y Mar Bravo.
La franja peatonal se interrumpe por los estacionamientos de Chiringuito y se retoma en la rambla Alejandro Fierro, la playa de Zapallar y la rambla Ossandón hasta Isla Seca.
De sus 10 kilómetros de extensión, queda pendiente el tramo de Zapallar Norte, interrumpido en 400 metros.
Los residentes y visitantes de Zapallar y Cachagua, que ya disfrutan de sus playas, destacan las bondades de la rambla y la importancia de asegurar su continuidad.
“Es una obra bien integrada con el borde costero, con un escenario de rocas atractivas y particulares. Mientras se recorre la huella peatonal podemos observar la flora y fauna de la zona, así como descubrir accesos a atractivos pozones, donde eventualmente uno puede bañarse”, comenta Johan Gacitúa, en playa Las Cujas.
En playa Los Coirones, Francisca Alcaíno aprecia un aumento del número de personas, muchas de ellas extranjeras, que visitan y recorren la rambla. Aunque advierte que no todos se preocupan por protegerla, como lo hacen los residentes.
“Me gusta que la gente recorra lugares y cosas bonitas, pero hay que cuidarlas”, enfatiza.
En el mismo sentido, Francisca Sutil añadió que “llama la atención que donde antes no había ni un papel, ahora algunas personas no colaboren con un lugar que siempre ha sido muy tranquilo y agradable. Lo ideal es no perder los equilibrios”.
10 km tiene el paseo marítimo, que podría extenderse a 20 km cuando se avance hacia La Laguna.
1930
A inicios de esa década se construyó el primer tramo de la rambla , bajo la alcaldía de Carlos Ossandón.
500 metros por año es el ritmo de avance de construcción de la franja, que se realiza en forma manual.