El secreto detrás del edificio de La Nación
Por Carlos Reyes B., La Tercera.
[hito urbano] Luego de estudiar los detalles de este inmueble, un connotado arquitecto y alumnos de la U. de Chile concluyeron que la antigua torre que lo coronaba fue derribada para esconder un bullado asesinato en el que se implicó su arquitecto. Aquí la historia.
EN 1936, un pelotón de fusilamiento no sólo acabó a balazos con la vida del arquitecto del edificio que albergó por 82 años al periódico La Nación, Roberto Barceló Lira, sino que, además, sentó un precedente de lo que pasaría al año siguiente, con el torreón que coronaba la construcción: en 1937 fue demolida esta parte de la fachada de estilo art decó.
Así lo constata una investigación liderada por el arquitecto Andrés Weil -el mismo que estuvo a cargo de la Torre Titanium- y que contó con la colaboración de un curso completo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Chile.
Inaugurado en 1930, para albergar al periódico La Nación, que en 1927 estatizó Carlos Ibáñez del Campo, el inmueble fijó sus cimientos en un terreno perteneciente a la familia de José Miguel Carrera en calle Agustinas. Inspirado en la antigua sede del The New York Times -ubicada antes de 2007 en la 43 Oeste, cerca de Times Square-, tenía originalmente 10 plantas, más un torreón de tres arcos y un reloj al centro (ver imagen), que habrían funcionado como mirador y que ya no existen.
“Durante mi formación de arquitecto jamás escuché esta historia, ni en las salas de clases ni de otros colegas”, cuenta Weil, quien agrega que llegaron a la conclusión de que la parte superior se eliminó para no darle tanta visibilidad a la obra de un arquitecto que se vio implicado en un crimen.
Corría 1933 y los periódicos de la época daban cuenta de un bullado escándalo: el joven arquitecto Roberto Barceló Lira, miembro de una acomodada familia capitalina, había asesinado de un tiro en la espalda a su esposa, Rebeca Larraín, nieta de Andrés Bello. Fue detenido y sometido a un juicio que duró tres años. “Incluso, se cuenta que la madre de Rebeca, la escritora Inés Echeverría, amenazó al Presidente Arturo Alessandri Palma con una pistola para que no aceptara el indulto que le solicitó Barceló”, agrega.
Finalmente, en 1936, fue aniquilado, pasando a formar parte de la lista de los 58 criminales que murieron producto de la pena capital que rigió en Chile entre 1875 y 2001.
“La historia se conoce, salió en los medios de entonces, pero nadie había hecho el vínculo entre el fusilamiento de Barceló y la mutilación del edificio. De hecho, hay muy pocas imágenes previas a 1937. Después de un semestre de estudio, concluimos que la decisión de borrar este detalle de la historia fue deliberada”, explica Weil.
“Creemos que fue un acto simbólico eso de quitar la parte superior. Como era provocativo, se imponía fácilmente en la Plaza de la Constitución y frente al Palacio de La Moneda. Para la sociedad de la época, no había sido suficiente con fusilar al autor de esta obra para olvidar lo ocurrido. Entonces, para que ni él ni su edificio trascendieran, eliminaron el torreón y así el edificio pasó a ser uno más en el Barrio Cívico”, dice el arquitecto.
La cúpula alcanzó a estar siete años sobre la fachada, la que bordeaba los 50 metros de altura. Tras la demolición quedó de 42.
Cabe destacar que la desaparición de la torre, en 1937, coincide con el momento en que es aprobado el plan seccional para la construcción del actual Barrio Cívico de Santiago, ideado por el austríaco Karl Brunner. “Sin embargo, no creemos que el torreón haya desaparecido por ese motivo, porque varios edificios con características similares no sufrieron cambios en el sector: el del Banco Central y el del Seguro Obrero, por ejemplo. Pienso que el plan del creado Barrio Cívico siguió la línea (de altura) del edificio de La Nación”, destaca.
En 2012, las plantas donde funcionaba el diario fueron desocupadas y sólo permanecen habitadas las de la Dirección del Trabajo. Esto, pues en octubre de 2013 el Estado compró el inmueble a la sociedad dueña del periódico a través de Bienes Nacionales. La idea es que ahí se instalen oficinas estatales. “En este momento, el ministerio está a la espera de que la Contraloría tome razón del decreto de compra. Luego de eso, se procederá a inscribir el inmueble en el Conservador de Bienes Raíces”, señala el subsecretario de la cartera, Juan Carlos Bulnes.
Ideas para su futuro
Una de las preguntas de investigación de Weil y su equipo fue qué oficinas públicas podrían ser llevadas al inmueble: “Entre las propuestas está la creación de una especie de ‘Hotel Carrera chico’, para las delegaciones internacionales. También, la habilitación de una oficina para los consejeros regionales y la instalación del Ministerio del Deporte, pues el diario estuvo ligado al deporte durante una época”. El arquitecto y su equipo sugirieron incluso la instalación del Ministerio de Cultura o el Consejo de la Transparencia en el lugar. “Sea como sea, tendrá gran trascendencia lo que ahí se instale, porque un terreno de esas características tiene una carga simbólica importante”.