Carta de la semana: “Palacio Cousiño y patrimonio”
El peor enemigo del patrimonio de las ciudades chilenas es el abandono. Así es como lo plantea Óscar Acuña, rector de la Universidad SEK y autor de la carta destacada de esta semana, en la que analiza las falencias que considera que existen en la actual Ley de Monumentos Nacionales, normativa que, en su opinión, no se ajusta a las necesidades ni a la realidad del patrimonio cultural de Chile.
A continuación la carta publicada este miércoles 5 de febrero en el diario La Tercera.
Señor director:
Estos días se da inicio a las obras de restauración del Palacio Cousiño que, sin duda, es un emblema de nuestro patrimonio cultural, tanto por su valor como por los siniestros que le han afectado (el incendio antes de la visita de la reina Isabel II en 1968 y sucesivos terremotos). El tema de fondo es si nuestra institucionalidad del patrimonio y su normativa están dando una respuesta adecuada a lo que el país requiere.
En Chile contamos con una Ley de Monumentos Nacionales, la 17.288 del año 1970, que protege monumentos y que si bien ha resguardado sitios y bienes de enorme valor que podrían haber sido destruidos (el ensanche de la Alameda pudo llevarse hace mucho a la Iglesia de San Francisco o el de Merced la Casa Colorada), está lejos de responder a una lógica de protección proactiva del patrimonio.
La endémica falta de recursos asignados al Consejo de Monumentos, la precariedad laboral y el exiguo número de su personal, unidos a un concepto centralista del mismo en que todo (desde el color de la pintura de una casa hasta la demolición de la misma) debe ser resuelto en Santiago, es algo que ya, simplemente, no resiste análisis. Sumamos que su órgano colegiado y sus consejeros en muchos casos dejaron de responder a criterios técnicos que justifiquen su presencia en el mismo, y sus nombres se han eternizado en el cargo. Además, la ley no incentiva a los propietarios de estos bienes a conservarlos. Ellos sienten que es un karma vivir en uno de estos sitios, en circunstancias que debiera ser un orgullo. El panorama, dadas las señales anteriores, no se ve muy alentador.
Si añadimos a todo eso una gestión deficiente en el último período podemos concluir que ni la normativa ni la institucionalidad existente nos sirven para este desafío país de proteger nuestro patrimonio cultural.
Chile necesita hoy ya no una ley de monumentos, sino una ley de patrimonio. De no hacer ahora estos cambios, el poco patrimonio que tenemos será inexorablemente destruido por su peor enemigo, el abandono.
Óscar Acuña Poblete
Rector Universidad SEK