Miradas de arriba del muro: segregación y exclusión social en Fortaleza. El caso del Campo do América.
Por Alexandra de Paula Passos Carneiro, estudiante de la Facultad de Arquitectura, diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.
En una ciudad con profundas desigualdades socioeconómicas y en un país en que el proceso de urbanización desarrollase históricamente en función de las clases dominantes, los excluidos socialmente construyen – en varios niveles de proximidad – sus propias ciudades adentro de la metrópoli. Una mirada sobre las consecuencias de esta fragmentación urbana y segregación socio espacial en una sociedad excluyente genera la necesidad de pensar el planeamiento urbano de nuestra realidad periférica de manera más inclusiva.
Brasil: El Estatuto de las Ciudades y otras utopías
Pasado un fuerte proceso de reorganización socioeconómica y territorial como resultado de la industrialización y rápida urbanización de sus ciudades, Brasil se consolidó como un país esencialmente urbano. Los conceptos urbanísticos importados y sus respectivas consecuencias generaran una crisis urbana nacional caracterizada principalmente por la segregación socio espacial, por el desarrollo informal y por la violencia. En respuesta a esta crisis, ya en los años 80, la Reforma Urbana reconocía el concepto de “función social” de la propiedad y de la ciudad, un gran avanzo en la busca de una equidad social y del desarrollo urbano sustentable. Como avanzo de este movimiento, diseñase, finalmente, en 2001, el Estatuto de la Ciudad, cuyo principal objetivo es garantir el Derecho a la Ciudad, y, considerar, ante todo, la dimensión social de las ciudades brasileras combatiendo, a través de modernos instrumentos de gestión, a sus principales problemas urbanos. El Estatuto establece, por ley, normas de regulación de uso de propiedades urbanas en pro del colectivo, de la seguridad y del bien estar de los ciudadanos, así como el equilibrio ambiental. Entretanto, su eficiencia en la ciudad de Fortaleza, así como en muchas otras ciudades brasileras, presentaran, al menos hasta estos pasados 12 años, muchas dificultades de implantación. La carencia de recursos técnicos, humanos o materiales, la frágil capacidad de administración interna, la falta de voluntad política, entre otros motivos, hacen que los instrumentos del Estatuto de la Ciudad, capaces de garantir un país más justo e igualitario sean todavía más próximos de una utopía de que de una realidad.
“El Brasil Urbano es, principalmente, un paisaje de exclusión social, con su geografía propia teniendo sido establecida al largo de cinco siglos del pasado colonial, imperial y republicano. Eso se refiere a procesos de desigualdad regional y fragmentación urbana, casi siempre estructurados por mercados de tierras excluyentes y derechos de propiedad individualistas”(FERNANDES, 2003, p.17)
Fortaleza: entre el mar y los muros
Fortaleza es una ciudad costera, localizada en la región Nordeste del Brasil, exactamente entre el mar del océano atlántico, con una ubicación “privilegiada” por su proximidad – meramente geográfica – del continente europeo, y el sertão nordestino, región caracterizada durante la colonización portuguesa por un clima diferenciado, caliente y seco, el desertão (un gran desierto), y hoy conocido como una región de seca y miseria. En 2010, según el Censo Nacional, Fortaleza totalizaba 2.452.185 habitantes, con 3.314.062.en su Región Metropolitana. De acuerdo con el mismo Censo, es la capital más densa de Brasil, con 7.815,7 hab/km². Su alta densidad, sin embargo, no está relacionada con el grado de integración del “hormiguero” de gente y ni con la ocupación efectiva de su espacio público. Para entender la interrelación del espacio con la formación social y la dinámica de la comunidad1 Campo do América en Fortaleza, es necesario algunas observaciones sobre la ciudad. En primer lugar, la diferencia de clases es bastante acentuada, dato que se nota en la existencia masiva de villas en toda su extensión, periférica o central, y notable fragmentación espacial, una vez que la segregación económica se reproduce en el espacio físico.
La desigualdad económica y la segregación de los espacios, con sus debidas consecuencias, genera un comportamiento de la población movido por la sensación de inseguridad, una cultura del medo. Las clases económicamente más altas están refugiadas en el espacio particular, sean las torres de edificios, los barrios cerrados o los shopping centers, que, en Fortaleza son variados y funcionan exactamente como si fueran las plazas públicas o sus monumentos históricos. Es como si la ciudad nunca ni hubiera tenido algo de relevante en su historia que quedara registrado espacialmente. Las clases más bajas, así como los espacios públicos en si – desde la vereda hasta plazas y parques -, naturalmente, dado que la segregación es un proceso dialéctico (VILLAÇA, 2001), se encuentran en una situación de abandono y exclusión de la sociedad. Ellos no atienden a las exigencias del mercado: el consumo.
“La segregación es un proceso dialéctico, en que la segregación de unos provoca al mismo tiempo y por el mismo proceso, la segregación de otros. Sigue la misma dialéctica del esclavo y el señor. (…) La segregación es un proceso necesario a la dominación social, económica y política por medio del espacio” (Villaça, 2001, p.148)
El desarrollo urbano movido por el modelo que exige el mercado contraria a los principales aspectos del actual – y quizás utópico – modelo nacional del Estatuto de las Ciudades. Sumado a eso, está el nuevo combustible económico de la ciudad: el turismo. Es importante resaltar que hay, además del turismo del ocio proporcionado por muchos kilómetros de playa, un turismo de carácter explorador, el sexual y el movido por el tráfico de drogas. Con el Mundial de Futbol de 2014, la Cidade do Sol (( Cidade do Sol es la publicidad utilizada por el Gobierno del Estado para atraer a los turistas. )) , que, según la FIFA, presento los requisitos necesarios para sedear el mundial, empezó a recibir grandes inversiones. Lo que podría ser una gran oportunidad al desarrollo social es, en la realidad, apenas la preparación para una actuación momentánea en el evento internacional. Los proyectos movidos por el evento no consideran y ni incluyen las problemáticas sociales de la ciudad, más que eso, olvidan los resultados positivos obtenidos del Estatuto de la Ciudad que buscaban una ciudad más justa, como el reciente Plan Director Participativo de 2009 y la demarcación de las ZEIS (Zonas Especiales de Interés Social), privilegiando a proyectos puntuales, en su mayoría de carácter turístico. Expulsa, literalmente, a las clases bajas de la presentación a través de remociones brutales de comunidades que existen hace décadas.
Campo do América: de comunidad informal a comunidad excluida
La comunidad Campo do América está situada en una zona de alto nivel social, el barrio más abastado de la ciudad y una de sus nuevas centralidades, el Meireles. Su estructura espacial es composta por cuatro manzanas densas y un único pulmón – o mejor, un corazón – el campo de arena de fútbol. A pesar de una valorización más o menos reciente, el barrio siempre mantuvo una proximidad al centro histórico de la ciudad, contrariando al tipo más común de segregación, periferia versus centro. El Campo do América se consolido en el barrio hace más de 60 años, cuando todavía la zona era utilizada para veraneo y no tenía mucha visibilidad inmobiliaria, situación que fue revertida por el cambio de centralidad económica del centro hacia leste. Ubicado a pocas cuadras del mar y de la orla turística, estimase que viven actualmente en torno de 700 familias en la comunidad, cercadas actualmente por edificios lujosos, comercios y consultorios particulares. Alrededor, las clases altas, encontradas en sus islas protegidas por modernos sistemas de seguridad, generan en el barrio una dinámica urbana de acuerdo con sus necesidades. Desconectados de la realidad social que los acerca, o en este caso, que están del otro lado del muro, los residentes no protestan, hasta el momento que sufren con la violencia urbana. Los habitantes de la comunidad, por más que estén en el medio del barrio, es como si estuvieran a miles de distancia, pues, quien vive en la comunidad no vive en el barrio Meireles, y los que viven en las torres, es válido decir, tampoco. Quien vive en la comunidad, vive, orgullosamente, en el Campo do América. Es, probablemente, el sentimiento de identidad más fuerte que se puede encontrar en el barrio. La comunidad crea su propia dinámica, su propia ciudad, ya que no puede integrarse alrededor.
“Es como si la ciudad fuera un inmenso rompe-cabezas, hecho por piezas diferenciadas, donde cada cual conoce su lugar y se siente extranjero en los demás. Es este movimiento de separación de clases sociales y funciones del espacio urbano que los estudiosos de la ciudad llaman de segregación espacial. (…) Es como si la ciudad fuera demarcada por cercas, fronteras imaginarias, que definen el lugar de cada cosa y de cada uno de los habitantes”. (Rolnik, 1988, p.40-41)
Los factores mencionados intensifican el fenómeno de la exclusión social generando diversas barreras, invisibles o monumentales, que mantienen una relación directa con las mayores problemáticas urbanas, sociales y culturales de Fortaleza. La segregación socio espacial es un proceso necesario a la dominación (VILLAÇA, 2001), y en una sociedad, todavía, con aspectos coronelistas2 , la vulnerabilidad de los excluidos es un regalo a la corrupción política y abre espacio a la violencia y el conflicto (ROLNIK, 1988). Ese tipo de dinámica urbana, que puede ser observado en casi toda la ciudad, presenta una seria de consecuencias, que van desde la citada violencia generada por la exclusión hasta otros aspectos urbanos más implícitos en la ciudad, como la ausencia de una consciencia colectiva, que es fruto de la ausencia de interrelaciones entre ciudadanos y el espacio público, en las calles, veredas, parques y plazas. Según Jacobs, los contactos interesantes y significativos entre los ciudadanos no pueden reducirse a relaciones privadas, para ella, el funcionamiento de la calle está conectado a un cierto sentimiento inconsciente de solidaridad y, a nivel de barrio, el conjunto de contactos es lo que crea en los habitantes el sentimiento de una personalidad colectiva, de la formación de una identidad.
Con una mirada más profunda sobre Fortaleza y el Campo do América es fácil identificar estos aspectos en la producción del espacio y en las relaciones sociales. El sentimiento de pertenencia es perjudicado por esa dinámica. A final, ¿De quién es el barrio Meireles? ¿De quién es la ciudad? ¿Dónde está el Derecho a la Ciudad defendido desde la Reforma Urbana brasilera? Los habitantes incluidos, de acceso económico, no utilizan el espacio público de manera efectiva, o porque está marginalizado (por ellos mismos) o apenas quizás por una histeria colectiva. Los excluidos, se sienten extranjeros en la propia ciudad, en medio de murallas, a pesar de que, es válido considerar, no existe uso más efectivo del espacio público do que los campos de fútbol presentes en casi todas las comunidades. Esta situación es un risco para toda la ciudad. Es un buen momento para cuestionar la situación de estas comunidades frente a los nuevos rumbos de las ciudades brasileras y reflexionar sobre la importancia de una política integradora que tenga como objetivo garantizar la inserción en la realidad periférica.
Referencias Bibliográficas
VILLAÇA, F. O espaço Intra-urbano no Brasil. São Paulo: Studio Nobel: FAPESP: Lincoln Institute, 2001.
ROLNIK, Raquel. Exclusão Territorial e Violência. São Paulo. 2000.
ROLNIK, Raquel. O que é cidade. São Paulo: Brasiliense. 1988.
LEFEBVRE, Henry. O direito à cidade. São Paulo: Centauro, 2001.
PEQUENO, Luis Renato Bezerra (org.) Como anda Fortaleza / organizador. – Rio de
Janeiro: Letra Capital: Observatório das Metrópoles, 2009.
CHOAY, Françoise. O urbanismo: utopias e realidades, uma antologia. 6. Ed.São Paulo: Perspectiva, 2007.
FERNANDES, Edésio; VALENÇA, Marcio Moraes. Brasil Urbano – Passado e Futuro. In Fernandes, Edésio; VALENÇA, Márcio Moraes (orgs). Brasil Urbano. Rio de Janeiro, Mauad, 2004.
- Debido al estigma asociado al termo “villa”, considerase adecuada la designación “comunidad”. [↩]
- El coronelismo es un sistema político del periodo republicano (final del siglo XIX – inicio del siglo XX). Entre sus principales características están la manipulación y fraude electoral y el cambio por favores políticos. [↩]