Expertos enjuician los estilos arquitectónicos que enriquecieron o dañaron la imagen de Santiago
Por Manuel Valencia, El Mercurio. (23/03/14)
Cómo las modas impactaron el rostro que muestra la capital:
El Barrio Cívico, Providencia y zonas patrimoniales están entre los aportes. ¿Lo peor? Las torres que se levantaron en el centro en los 90, los “edificios lustrines” y el Costanera Center.
¿Qué estilos arquitectónicos dotaron a Santiago de un sello distinguible y reconocido internacionalmente? ¿Cuáles fueron errores indelebles en la trama urbana?
“El Mercurio” consultó a destacados arquitectos sus opiniones respecto a la herencia que dejaron modas, necesidades constructivas o normativas en el rostro actual que exhibe la capital.
Luis Valenzuela, director del Centro de Inteligencia Territorial de la Universidad Adolfo Ibáñez, cree que han proliferado ejemplos en que se privilegió la maximización de rentabilidad del suelo. “Eso permitió excesos, como los conocidos edificios lustrines, que se ajustan milimétricamente a las rasantes de luz solar, así como los descomunales edificios residenciales en el centro de Santiago”.
A la crítica suma el proyecto del Costanera Center. “Su solución a veredas es nefasta. ¿Por qué no tiene cafés hacia su vereda de Vitacura? ¿Por qué sus restaurantes no tiene fabulosos balcones mirando el río y el cerro Manquehue?”, se pregunta.
Por el contrario, estima que el gran aporte a la ciudad lo proveyó Karl Brunner con el diseño del Barrio Cívico. “El centro de Santiago es una pieza urbana única en Chile”, afirma.
Con él coincide el arquitecto Julio Poblete. En su opinión, “los edificios proyectados por el plan Brunner en los años 20, con un estilo severo, sobrio y a la vez atemporal, y que hoy dan lugar al sistema Eje Bulnes-Plaza de Armas, es una de las piezas urbanísticas más notables de la ciudad”.
A ello, el arquitecto Luis Eduardo Bresciani suma Providencia en los años 80. “Los atributos urbanos positivos de Santiago se asocian a una continuidad en la valoración social de espacio cívico en sus centros urbanos, donde se ha privilegiado la unidad en sus arquitecturas, usos y espacios, manteniendo su vitalidad”.
Bresciani sostiene que en los años 90, el crecimiento económico puso mayor énfasis en lo individual “impulsando el lucimiento de las arquitecturas y edificaciones por sobre la unidad y el espacio cívico. Ello genera una ciudad de torres, viviendas o centros comerciales que luchan por competir y diferenciarse en lugar de integrarse”, enjuicia el urbanista UC.
El arquitecto Gonzalo Mardones cree que lo “peor” de la capital está en la periferia. “Está compuesta por una siembra de casas a la misma manera como en esos fértiles suelos se plantaban hortalizas. No hay ciudad culta, no hay arquitectura, no hay figura urbana ni espacio público. Es el reinado del hacer mal las cosas”, afirma.
A su juicio, la redensificación del centro de Santiago también dejó un trazo de deterioro. “Perdió la relación maravillosa que tuvo entre lo edificado y el vacío urbano”, opina.
DELIBERACIONES
Los urbanistas consultados concuerdan, en general, con el mayor aporte y el principal “daño” urbano de Santiago.
* Caja cívica El diseño de Karl Brunner ha dado una impronta sobria a la ciudad. También destacan las viviendas de fachada continua en Santiago Poniente, Barrio Italia, Providencia y los barrios jardines de El Golf y Vitacura.
* Torres del centro La proliferación de edificios de 20 pisos, con más funcionalidad que aporte estético, marcó negativamente la imagen de la capital.