El desafío de construir ciudades inteligentes
Anthony Townsend es un investigador de la Universidad de Nueva York que se dedica a estudiar el impacto de las comunicaciones y de la tecnología en las ciudades. En su primer libro, “Smart Cities: Big Data, Civic Hackers and the Quest for a New Utopia”, explica que las empresas de tecnología están implementando medidas para hacer de las ciudades lugares inteligentes, siendo que, en su opinión, este proceso lo deberían llevar adelante los arquitectos, ingenieros y urbanistas.
En una entrevista publicada originalmente en la revista Arup Connect, el investigador habla sobre esto y evalúa cómo lo desarrollan los gobiernos y las universidades y qué pueden hacer los ciudadanos al respecto.
A continuación los tres temas más importantes de la entrevista.
Townsend cree que la visión sobre las ciudades inteligentes no ha sido desarrollada de la forma más adecuada por ingenieros informáticos y de marketing, porque considera que estos profesionales intentan implementar una estrategia sobre las metas a corto plazo que tienen las empresas de tecnología en las que trabajan.
En este sentido, opina que las formas para convertir una ciudad en una smart city las deberían hacer junto a arquitectos y urbanistas, porque son ellos quienes pueden hacer que un espacio sea un lugar más atractivo en donde la gente quiera vivir, trabajar y entretenerse.
Sobre esto, el autor plantea que lo ideal sería que la gente se diera cuenta que las ciudades inteligentes no son algo que tienen que consumir a través de proyectos que crean las empresas, sino que son iniciativas que pueden desarrollar por su cuenta.
En cuanto a las grandes tecnologías que se han introducido en las ciudades, el autor hace un análisis para identificar porqué se implementaron, qué problemas solucionaron y qué se ha aprendido en torno al tema, ya que cree que muchas de estas innovaciones se comenzaron a usar como una solución ante la falta de planificación urbana.
Un segundo tema que Townsend trata en la entrevista es una evaluación al desempeño de quienes trabajan para construir ciudades inteligentes.
A partir de esto, Townsend plantea que los gobiernos que trabajan este tema tienen líderes a quienes los ciudadanos les pueden enviar fácilmente mensajes -por ejemplo, a través de las redes sociales- con el fin de evaluar alguna propuesta, lo que rescata como un aspecto positivo.
Lo mismo ocurre con las organizaciones no gubernamentales, que en el último tiempo no sólo se han dedicado a desarrollar proyectos comunitarios, sino que también se han enfocado en educar a la población sobre cómo hacer de las ciudades lugares más habitables.
Sin embargo, Townsend no tiene un balance positivo sobre las universidades, ya que cree que los grupos que investigan estos temas todavía no encuentran la forma de unir todas las disciplinas, porque ciertas soluciones pueden ser muy buenas en términos científicos, pero al aplicarlos en las ciudades, no logran arreglar ciertos problemas.
El tercer y último asunto que abordó en la entrevista es sobre los factores que influirían en que los científicos no trabajen los temas urbanos con quienes se dedican a ellos. Según él, esto se podría explicar porque “la planificación urbana es computacionalmente intratable”, ya que al intentar representar los cambios que ha tenido una ciudad en un período determinado, se obtendrían más resultados intangibles que los reales.
Por esta razón, plantea que lo mejor es motivar a la gente a que se involucre en proyectos comunitarios para que desarrollen proyectos tecnológicas en su propio entorno urbano y puedan tratar planes de este tipo, aunque sea inicialmente a una menor escala.
Esta última idea, el autor la rescata de un proyecto que está desarrollando en Hoboken (Nueva Jersey, EE.UU.), que consiste en construir una red Wi-Fi en base a energía solar junto a los vecinos y las pequeñas empresas del sector, la que les dará la opción de estar comunicados en todo momento, incluso después de un desastre natural.