Sergio Baeriswyl, Premio Nacional de Urbanismo 2014: “En Chile no existe ninguna ciudad que esté preparada para resistir un tsunami”
Por Loreto Aravena, La Tercera.
Encargado de la reconstrucción del borde costero de la Región del Biobío dice que Chile ha avanzado en política antisísmica, pero que no hay una norma antimaremotos.
Antes, Concepción estaba en Penco, 11 kilómetros al norte de donde está hoy. Pero un terremoto y un tsunami ocurridos en 1751 hicieron que la ciudad se trasladara al valle de Mocha, donde reposa hoy. Lo que las autoridades de la época quisieron evitar con esa decisión, fue exponer a la población a un nuevo desastre. Si esa determinación se hubiera mantenido en el tiempo habría marcado un hito en la historia de la planificación urbana de Chile. Pero pasaron 60 años, y Penco volvió a habitarse. Doscientos años más tarde sufrió las consecuencias, cuando fue arrasada por el tsunami de 2010.
“Esa es la historia de nuestro país”, dice el arquitecto y Premio Nacional de Urbanismo 2014, Sergio Baeriswyl, pieza crucial del ordenamiento urbanístico del Gran Concepción desde 2000 y Coordinador General del Plan de Reconstrucción Urbana del Borde Costero de la Región del Biobío, post 27/F. “Cuando las ciudades no asumen su condición de ‘zona de riesgo’, no se avanza. Identificarlas no significa hacerlas caer en desgracia, sino acondicionarlas para que cuando suceda otro desastre natural, las casas y sus habitantes estén mejor preparados”, afirma.
Dice Baeriswyl que los chilenos no aprenden. Que tal como pasó en el siglo XVIII con Penco, sucedió después del maremoto del 60, con Puerto Saavedra, que insistió en pararse en el mismo lugar. “Basta con mirar lo de Chaitén, que después de la erupción del volcán, volvió a recibir a sus antiguos habitantes exactamente en la misma zona de riesgo”.
Aunque el arquitecto de la UC de Valparaíso y doctor en Urbanismo de Karlsruhe (Alemania) reconoce que las ciudades son mejores que antes, advierte que no hay que ser autoflagelantes, pero dice que falta.
¿Qué falta?
Una normativa antitsunami. En Chile se avanzó mucho con la norma antisísmica (1972 en adelante), pero en materia de maremotos sólo contamos con una especie de “guía de cálculo para edificaciones susceptibles de ser afectadas por tsunami”, que la hizo un equipo de expertos inspirados en normas norteamericanas.
¿Por qué es sólo como guía?
Porque es sólo una norma técnica del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, que rige sólo para las viviendas que haga el Estado vía subsidio. Fue aprobada el 5 de diciembre de 2013 y aunque es un gran avance, sólo rige para las viviendas sociales y no para los proyectos privados. Para ellos, es sólo una referencia.
¿Se puede decir, entonces, que en cuatro años no se ha sacado ningún reglamento que vele por la construcción de viviendas mejor adaptadas a zonas de tsunamis?
Sólo esto que acabo de mencionar y hace poco. Se ve en zonas como Dichato que el Serviu ha construido viviendas sociales tipo palafitos, que implica que los primeros pisos son inundables y en cierta forma protege la vivienda. Pero no se puede obligar a los que construyen casas por su cuenta o a inmobiliarias a hacer lo mismo.
¿Cómo se comportaron las ciudades del norte con el reciente desastre natural?
Mostraron tener gente preparada para evacuar a los cerros, pero desde el punto de vista de la planificación urbana, no había nada. Basta con ver lo sucedido en las cárceles, con gendarmes liberando presos para evitar un desastre, o en los asilos, con cuidadores abandonando a los ancianos por el riesgo inminente. Se vio también cómo pacientes eran trasladados en camillas cerro arriba, porque los hospitales no estaban protegidos. Me parece de una realidad absurda en un país sísmico como el nuestro. ¡Nosotros deberíamos ser un ejemplo para el mundo!
Y no sólo no se exportan ideas, sino que no se generan teniendo los laboratorios de ensayos acá mismo.
Es cosa de aplicar sentido común al diseño en materia de construcción. Como, por ejemplo, en el caso de los hospitales, instalando equipos electrógenos en los pisos superiores de un edificio y no en subterráneos que son los primeros que se inundan con maremoto. Todo eso y más, hay que tenerlo normado.
Entonces, sólo hay buenos planes de evacuación…
Sí, y han sido ejemplares en Iquique y Arica. Pero yo no quiero pensar qué habría pasado con las viviendas si el agua hubiese entrado con mayor fuerza en el norte.
Miedo a la norma
El arquitecto, hoy director del departamento de planificación y diseño urbano de la U. del Biobío, cuenta que después del 27/F el Minvu contrató estudios para que cada municipio incluyera “líneas de inundación por tsunami” dentro de sus planes reguladores comunales. Pero hasta la fecha, sólo tres de las 18 localidades más afectadas en 2010 en la costa del Biobío, las incorporaron: Tirúa, Perales y Quidico. “Mientras no asumamos la condición de riesgo en toda la costa del país, no se va a avanzar en promulgación de una norma de construcción antitsunami”, asevera.
¿Hay algo de querer negar lo ocurrido por parte de autoridades y habitantes?
Hay dolor al recordar y sólo ganas de volver a pararse. Lo que no se está entendiendo es que regular esto, ponerle nombre a las zonas de riesgo de inundación para así poder construir de manera correcta, no implica detener el desarrollo de una región.
Se interpretan como más trabas…
Exacto. Pero lo que no saben es que detrás está el concepto de “ciudades resilientes”, de hacer una planificación territorial tal, que frente al ingreso de olas del mar, el impacto no sea devastador. No significa evitar el daño, sino atenuarlo para que, posteriormente, esa ciudad pueda recuperarse mejor.
Constitución está a punto de convertirse en una localidad resiliente, entonces. Ahora se comenzará a construir un bosque costero.
Constitución y Dichato son las dos únicas localidades más avanzadas en materia de resiliencia con la construcción de obras de disipación de maremotos. Constitución tiene estos espacios verdes que atenuarán un futuro tsunami y Dichato se levantó algunos metros.
En el sur se pueden plantar bosques, pero en el norte, ¿cómo mantener uno?
En el norte pierden mucho dinero en regar los prados de las costaneras, cuando podría haber especies endémicas que necesiten menos agua y sirvan de atenuantes en caso de maremotos. Las mismas dunas también podrían ayudar a atenuar naturalmente la fuerza del mar que entra.
¿Cómo se explica la nula planificación territorial después de lo sucedido, habiendo profesionales capacitados?
La Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones es exageradamente exigente en otorgar permisos para edificar en zonas de riesgo y el Minvu tiene que ajustar esa norma para garantizar que en caso de zonas susceptibles de ser afectadas por tsunamis, no va a ser tan rígida. Sólo así, los municipios incorporarán esas indicaciones en sus PRC (Plan Regulador Comunal) y dejarán de pensar que hacer esto podría detener el desarrollo turístico y económico.