Memorias de Reconstrucción: Olvidos y aprendizajes desde el terremoto e incendio de Valparaíso 1906.
El siguiente artículo es parte de la Propuesta de Estrategia de Reconstrucción para Valparaíso, confeccionada y enviada como intento colaborativo desde la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile a las autoridades -comunal y ministerial- encargadas de la Reconstrucción. Expone referencias históricas para la reconstrucción y reformulación urbana de Valparaíso, para la dotación de habitabilidad de sus cerros, quebradas y plan a través de la urbanización, pendiente décadas antes del incendio y catástrofe ocurrida entre el 11 y 13 de abril de 2014 que, según los últimos catastros conocidos, generó 11.000 damnificados y cerca de 2.500 viviendas destruidas (Imagen 0).
La primera parte de esta propuesta revisa las lecciones de hace mas de un siglo, de las decisiones tomadas por y desde la ciudad y sus autoridades para recuperar el sector plano de El Almendral, que resultó completamente destruido luego del gran terremoto e incendio de Valparaíso de 1906, y que causó cerca de 4000 muertos. Es desde esta experiencia, donde puede ajustarse los plazos, costos y posibilidades reales de llevar a cabo un plan, y las prioridades logradas antaño, que demuestran la capacidad de acuerdo, obra y presupuesto para su materialización.
Experiencia de catástrofe: Componente de la cultura material e inmaterial de Valparaíso.
A diferencia de muchas ciudades de la antigüedad hoy desaparecidas, Valparaíso ha sobrevivido repetidas experiencias destructivas que han ido consolidando una condición particular –y olvidada- de resiliencia urbana, persistente en su existencia y generadora de ciclos permanentes -superpuestos o inconclusos- de destrucción y reconstrucción. Incendios, inundaciones, marejadas, derrumbes, naufragios, bombardeos, terremotos y maremotos han ido marcando su desarrollo desde el origen –no- fundacional, dando soporte a una particularidad extraordinaria de la ciudad y sus ciudadanos, reconocida formal e informalmente como patrimonio de Chile y herencia para la Humanidad.
Más allá de la experiencia recientes de los incendios de cerro Rodelillo 2013, cerro La Cruz 2008 y Terremoto y Tsunami del 27 de febrero de 2010, surgen experiencias locales más antiguas que entregan capacidad de guía local, de procedimiento e implementación. El terremoto e incendio del 16 de agosto de 1906 (Imagen 2), entrega lecciones clarísimas de lo que en ese entonces iniciaba el debate urbano en Chile, impulsado por una lógica civilizatoria por la eficiencia, la higiene y la seguridad.
“Pero ahora, los partidarios de las vías anchas han aumentado enormemente, son todos los que sintieron sobre sus cabezas los edificios bamboleantes… Esta misma argumentación de hecho servirá para que no siga la estúpida oposición que se suele hacer a los espacios abiertos, parques, jardines, plazas, considerados por algunos como un lujo y que son una necesidad en toda ciudad civilizada y un elemento indispensable en una tierra donde hai la espectativa (sic) de los terremotos y de que sea preciso acampar al aire libre.” – El Mercurio de Valparaíso, Martes 11 de Septiembre de 1906.
Un relato de hace 108 años que evidencia la complejidad de las decisiones tomadas en el pasado, pero a la vez del olvido de criterios y acuerdos que por diversas razones no lograron materializarse en ley o norma duradera.
Al constatar las alternativas que barajó la Autoridad local y nacional para con la zona destruida de El Almendral -asumiendo la formulación de atribuciones normativas hasta entonces inexistentes-, se observa un conflicto temprano entre la Autoridad local y la Presidencia de la República, que después de diversas manifestaciones ciudadanas se decidió por la reconstrucción de la ciudad descartando otros proyectos propuestos, como fue el intento de materializar una dársena de mar interior (Imagen 3) en la zona plana, propuesta desde Santiago y finalmente despreciada y desechada por la Junta de Vecinos o Junta de Reconstrucción.
Zanjado el asunto, el Plan de Reconstrucción de El Almendral (Imagen 1, en color verde) se planteó incorporar criterios modernizadores que paradojalmente fueron facilitados por la destrucción del sismo y el fuego, determinando tres acciones principales que desde la zona plana, pueden dar lecciones a lo que se proponga hoy para los cerros de Valparaíso. Son estas intervenciones:
1. Vialidad centralizada y urbanización.
La Calle como sistema urbanizador, que dota de accesibilidad territorial a sus particulares condicionantes topográficas, comprendida como ¨poliducto¨ que despliega por el territorio condicionantes de seguridad, evacuación, extinción, higiene, agua potable, red de incendios, electricidad, alcantarillado y canalización, agregando un ordenamiento que considera la zona destruida como la centralidad de los nuevos ejes, al decidirse en 1909 el ensanche de la cruceta Av.Pedro Montt y Av.Francia (Canalización Estero de Jaime) y la creación de la nueva Av. Colón a pie de cerro, solucionando accesos a los cerros antes inexistentes, como fue el caso de la subida Hontaneda. Cabe señalar que una calle, dado su finalidad conectora, es una medida eficaz para evitar la acumulación de basuras o la ¨habitabilidad¨ irregular de su trazado (tomas de terreno), lo que en el caso de las quebradas parece una actuación clave contra campamentos informales, acumulación de basuras y riesgo de incendio, que tengan la posibilidad de mitigar sus condiciones de riesgo.
2. Formalización de la normativa sísmica y de fuego en la edificación
El surgimiento de las nuevas ordenanzas de edificación se vio fortalecido por la amenaza de la catástrofe, que permitió levantar los nuevos edificios agregando consideraciones de resistencia sísmica y muros de separación cortafuego, conformando una nueva relación entre los edificios, las manzanas y las vías estructurantes. Esta misma experiencia ha de ser llevada a la reconstrucción de viviendas y conjuntos en el cerro, con el particular reconocimiento topográfico y las consideraciones particulares que en lo posible no contradigan el paisaje porteño. Cabe citar aquí la experiencia reciente de Medellín en el manejo, diseño y habitabilidad de quebradas, que con la mitad del PIB de Chile ha iniciado mejoras urbanas bien lideradas, financiadas, gestionadas y diseñadas, liderando los procesos de mejora de la calidad de vida urbana en Sudamérica.
3. Espacios Públicos de seguridad y convertibilidad de vías.
Dado el relato que cita lo ocurrido en 1906, la decisión que la Autoridad privilegia es el ensanche de vías para el escape, a la vez de la distribución equitativa de espacios públicos por la zona plana de la ciudad, que más allá de la recreación y el esparcimiento, aparecen útiles para agrupar de modo seguro a personas, instalar los equipos de auxilio o emergencia y facilitar las coordinaciones propias de la emergencia y la reconstrucción. Así se liberaron de edificación (Imagen 1) las plazas O`Higgins, Parque Italia, Plaza Simón Bolívar y El Litre, con capacidad convertible en la medida que el contexto lo requiera, dada su capacidad ¨inderrumbable e incombustible¨. Hoy vemos en los cerros, además de anchos y pendientes de calles que deben ser corregidos, las multicanchas municipales o comunitarias ocupadas por los servicios de emergencia, acumulando víveres y materiales de reconstrucción, vacunatorios y vehículos de seguridad, condición base de su existencia y que puede plantearse como nuevo criterio de distribución.
En consecuencia tres criterios, tres lecciones para considerar cuáles pueden ser los planteamientos que efectivamente tienen posibilidad de materializarse desde y para Valparaíso, reconociendo un periodo actual de emergencia que dará gradualmente espacio a los criterios de mediano y largo plazo de la Planificación, que nuestras ciudades claman, que los ciudadanos requieren y que Valparaíso exige. Un gran desafío para la Planificación, tanto desde sus orígenes teóricos como de su práctica en la implementación de política pública, siendo que dados los hechos deberá darse de abajo hacia arriba y sobre una realidad en permanente movimiento, junto al reconocimiento obligatorio de los habitantes y sus organizaciones preexistentes, pero que en acuerdo con una Autoridad bien coordinada e informante, permita la construcción de una ciudad mejor que la anterior, que inicie las decisiones de fondo, para realmente terminar con la catástrofe, anterior a la catástrofe.