Escasez de viviendas agobia a Chaitén a seis años de la erupción
Por Soledad Neira Farías, El Mercurio.
No hay espacio para levantar más casas:
Sumidos en la desconfianza, vecinos se desahogaron con la delegada presidencial Paula Forttes, quien enfrentó quejas por “abandono” estatal. “Queremos creerle”, le repitieron.
“Chaitén es uno solo”, gritaban chaiteninos en una de las ocho asambleas que desde el lunes sostuvo la delegada presidencial para la catástrofe de Chaitén, Paula Forttes, quien viajó a la Región de Los Lagos junto al intendente, Nofal Abud, y seremis de distintas carteras.
A seis años de la violenta erupción del volcán Chaitén, Forttes inició reuniones para, en tres meses, evacuar un informe a la Presidenta Bachelet y, en seis, tener una propuesta para el poblado, cuya población cayó de siete mil a menos de dos mil habitantes luego de una masiva y dramática evacuación marítima.
Forttes se reunió con el concejo municipal, liderado por el alcalde, Pedro Vásquez, y con vecinos, empresarios, agentes turísticos y empleados fiscales.
También visitó el hospital y la escuela, que, sin calefacción, atiende a más de 330 alumnos.
La lista de necesidades es extensa, pero la falta de viviendas, que incluso impide el retorno total de los servicios públicos, es el mayor problema.
Sumidos en la desconfianza, los vecinos le enrostraron una y otra vez el abandono del Estado. “Vivimos precariamente respecto del resto del país”, le dijo Carlos Alvarado. “Queremos confiar, pero es muy difícil”, agregó.
Casandra Abad, del “inhabitable” sector sur, agradeció que se les permitiera volver a su tierra, “pero creemos que fue un error querer sacarnos de acá y tal vez esa plata debió ser invertida en limpiar el pueblo”. Horacio Grifero, otro vecino, recordó que solo pudieron retornar cuando un fallo judicial lo ordenó.
Y aunque tanto la delegada presidencial como la seremi de Salud Eugenia Schnacke insistieron en que según los últimos informes disponibles (de 2010) el sector sur no tiene condiciones de habitabilidad, por la presencia de arsénico y silicio, un numeroso grupo de pobladores no lo ve como impedimento.
“El agua que bebemos es la misma que la del sector norte, el aire es el mismo que respiran en el sector norte, no vemos cuál es la diferencia”, repetía Delma Ojeda, dirigenta del grupo.
Tras advertir que es muy pronto para sacar conclusiones, Forttes admitió estar ante un escenario de hechos consumados: “Hay más de 1.500 personas viviendo aquí. Hubo un plan (Santa Bárbara) fundado en informes técnicos que se desechó sin tener otro plan (…) Lo que tenemos hoy es un grave problema de falta de viviendas, el mayor obstáculo para el desarrollo del pueblo”.
En efecto, servicios públicos como los tribunales, el Servicio Agrícola y Ganadero y el Instituto de Desarrollo Agropecuario, entre otros, siguen desplazados en Palena o Futaleufú.
Forttes también escuchó las crudas condiciones de conectividad, que tuvieron un ejemplo en el seremi de Obras Públicas, Carlos Contreras. Este tardó 19 horas en llegar a Chaitén, vía Argentina, porque el mal tiempo impidió el cruce en barcaza.
Esto ha afectado a cientos de pasajeros en los últimos días, lo que reflotó la demanda de completar la Carretera Austral en el tramo Pichanco-Caleta Gonzalo, que cruza el Parque Pumalín. Contreras aseguró que están retomando los informes que hay para agilizar el proyecto, que está paralizado y que a esta fecha debiera tener al Cuerpo Militar del Trabajo abriendo el camino.
PELIGRO
Para el Sernageomin, el volcán Chaitén aún es de “alta peligrosidad”. Ceniza, lahares y material piroclástico pueden caer sobre el sector sur de Chaitén.
¿Por qué sigue ahí?
“Chaitén, definitivamente, ha muerto”, sentenció en febrero de 2009 el entonces ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma. Luego de una nueva explosión en el volcán, concluyó que el pueblo “no tiene ninguna posibilidad de recuperación”. Días después, anunció el traslado a Santa Bárbara, 12 kilómetros al norte.
Los “rebeldes”, que ya habían vuelto, avalados por un fallo judicial, se quedaron.
En 2010, el gobierno de Sebastián Piñera desechó el cambio -“es una locura”, dijo el intendente Juan Sebastián Montes sobre el costo estimado de US$ 300 millones- y ordenó reponer la luz, el agua potable y la administración pública.
En 2013, regresó el Ejército, que instaló un escuadrón montado apelando al papel geoestratégico de Chaitén como un punto que irradia abastecimiento, infraestructura y conectividad hacia la Carretera Austral.