Terrain vague: un camino posible hacia la integración y equidad espacial
Por Rafaela Zambra y Elizabeth Espinoza. Integrantes Grupo Interdisciplinario Ciudadanía y Territorio. Departamento de Geografía. Universidad Alberto Hurtado.
Los lugares urbanos son percibidos por los sujetos de determinadas maneras, lo que conlleva que a cada espacio físico se le otorgue un valor subjetivo e intersubjetivo. A partir de esto se genera un tránsito desde lo físico hacia lo psíquico, haciendo que, por ejemplo, grandes infraestructuras arquitectónicas o sitios eriazos se transformen en espacios concretos dotados de sentidos, valores, ideas y expectativas. De estos lugares, se pueden encontrar lo que Solà-Morales (1995) denomina terrain vague1 (sitios eriazos), término complejo ya que representa lo paradojal: espacios vacíos, no-lugares que pueden, al mismo tiempo, ser espacios posibles de actividad. Lugar y no-lugar al mismo tiempo, el terrain vague refiere a áreas expulsadas de los sistemas productivos y económicos tales como sectores industriales, puertos, áreas de uso residencial o comercial o espacios residuales que han terminado convirtiéndose en zonas abandonadas, obsoletas, olvidadas permitiendo la generación de sectores deshabitados, inseguros e improductivos pero de los cuales se espera, sin embargo, que se transformen en “algo”.
Numerosos son los casos donde es posible encontrar situaciones de terrain vague tanto en comunas de Santiago como en otras ciudades del país. Algunos de estos espacios vacios se convierten en focos de delincuencia o en micro basurales, como es el caso de las áreas residuales a los bordes de la autopista Vespucio Sur en comunas como Cerro Navia, La Granja, Maipú, Lo Espejo; y al mismo tiempo, se dan situaciones donde a esos vacíos urbanos, sin límites concretos, se les otorga un uso desde su no- uso, convirtiéndolos, por ejemplo, en improvisadas canchas de futbol. En algunos casos, se diseñan e implementan propuestas en torno a renovar, reciclar, reintegrar estos sitios eriazos por medio de proyectos urbanos que, en su mayoría, trabajan bajo una lógica de arquitectura convencional que busca integrarlos a la trama productiva y eficiente de los espacios urbanos y de los sistemas económicos y políticos de la ciudad, sin considerar las percepciones que tiene una comunidad sobre dichos lugares, tal como Solà-Morales lo sugiere.
Ahora bien, las preguntas que cabe formularse son entonces ¿Qué hacer con los espacios vacios existentes en la ciudad de Santiago? ¿Pueden convertirse en potenciales propuestas de integración y equidad? Y para focalizar aún más la discusión ¿Es posible pensar los terrain vague de nuestra ciudad como suelo urbano disponible para la construcción de viviendas sociales dando cuenta del factor integrador que pueden llegar a jugar y al que nos referíamos al comienzo?
Existe actualmente una cantidad considerable de suelo urbano al interior del anillo Américo Vespucio con el potencial de ser reutilizado, no sólo en la periferia sino que en zonas peri céntricas de la Región Metropolitana de Santiago. Se estima una superficie de 4.323 sitios eriazos, resultando un total de 6.500 hectáreas concentradas en su mayoría en las comunas de Maipú, San Bernardo, Pudahuel y lo Barnechea, cantidad no menor que podría ser destinada a responder a la demanda habitacional actual, subsanando así uno de los principales problemas de la vivienda social que es su localización periférica y segmentada respecto de la ciudad, del trabajo y los servicios (Valencia, 2013; Trivelli, 2013). Esta opción cristalizaría principios de justicia y equidad pues se trata de sitios que ya cuentan en un radio cercano con servicios básicos, salud primaria, centros educacionales, entre otras ventajas urbanas, evitando así reproducir las consecuencias negativas de estas políticas en este plano, como lo pronostica la materialización del PRMS 100.
Ejemplo de ello son las propuestas en torno a rehabilitar el ex aeropuerto Los Cerillos. El sitio cuenta con un total de 250 hectáreas, cantidad no menor para diseñar proyectos de vivienda social en un sector que no se encuentra significativamente alejado del centro de Santiago, elemento fundamental para combatir situaciones de segregación socio espacial dado que la zona centro cuenta con servicios asociados a una mejor calidad de vida.
Reflejo de una intervención efectiva bajo este enfoque se enmarca dentro de la lucha por viviendas en las zonas céntricas liderado por la Asociación de Conventillos del Centro, en la ciudad de Santos, Brasil. A partir del diseño e implementación de proyectos urbanos donde se trabajó con entidades del gobierno local, estatal y federal y con una importante y fundamental vinculación con la comunidad, logran obtener un sitio eriazo de 6.000 mt2 en el centro de la ciudad de Santos donde se construyen más de 100 unidades de vivienda para aquellas familias de bajos ingresos (ACC, 2013).
Lo importa de señalar, retomando los planteamientos de Nel.lo (2013), es que para que estas propuestas se hagan efectivas es necesario la configuración de un plan regulador a escala metropolitana con un enfoque de cooperación y colaboración interadministrativa que posibilite la transferencia de recursos a proyectos asociados a fomentar la justicia espacial, particularmente en una ciudad con fuertes inequidades territoriales como la nuestra. Este Plan Regulador Metropolitano debiera funcionar al alero de una política de desarrollo urbano que identifique las potencialidades de los terrain vague que podrían destinarse a la construcción de viviendas sociales, planteando conjuntamente que aquellos proyectos urbanos deben ser el resultado de una tensión de lo plausible, con la expectativa y con el valor intersubjetivo que la comunidad que bordea el espacio le otorga a ese no- lugar, así como también en las percepciones de aquella población que lo va a rehabilitar. Lo anterior con el propósito de construir, a partir de lo que la ausencia produce en los habitantes y en el espacio, ciudades que asuman todo lo que en ellas existe, en toda su complejidad y contradicción.
- Se opta por dejar el término en su idioma original dado que su traducción tanto al inglés como al español no logra captar los múltiples significados que el término posee. La expresión francesa terrain refiere a un espacio urbano determinado y a su vez lo que potencialmente puede llegar a ser habiendo ya sido definido. Y vague refiere a un vacio, una ausencia pero al mismo tiempo lugar de encuentro, disponibilidad, espacio de lo posible sin límites determinados (Solá-Morales, 1995) [↩]
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