Jeff Speck: La ciudad para caminar
Hace un tiempo que estamos publicando artículos sobre las cualidades y beneficios de caminar y cómo podemos construir ciudades más “caminables” y amables, tanto con los peatones como con los ciclistas. En esta misma línea quiero compartir una charla del reconocido urbanista Jeff Speck, quien narra algunos de los beneficios y por qué las ciudades deberían ser más pensadas para vivirlas de a pie, exponiendo argumentos que se basan en las experiencias y consejos de economistas, epidemiólogos y ambientalistas con el caso de EE.UU.
Si bien, los ejemplos de Estados Unidos pueden no ser similares a nuestras realidades locales, creo que si pueden ser replicables en casi todas las realidades.
A continuación un breve resumen de las palabras de Jeff Speck.
En los años ’70, el estadounidense típico gastaba un décimo de su ingreso en transporte. Desde esa fecha hasta hoy, se ha duplicado la cantidad de carreteras en EE.UU., y actualmente se gasta un quinto de los ingresos en transporte.
El argumento económico: Probablemente el mejor ejemplo de ciudad en EE.UU. es Portland, Oregón. Portland tomó muchas decisiones en los años ’70 que empezaron a distinguirla de casi cualquier otra ciudad de EE.UU. Mientras, la mayoría de las otras ciudades se expandían indiscriminadamente, ellos instituyeron un límite al crecimiento urbano. Mientras, la mayoría de las ciudades ensanchaban las carreteras, acabando con las zonas de estacionamiento y con los árboles, ellos instituyeron un programa de calles estrechas. Y cuando la mayoría de las ciudades invertían en más carreteras y autopistas, ellos invirtieron en bicicletas y vías peatonales. Gastaron USD 60 millones en instalaciones para bicicletas, que parece mucho dinero, pero esto se realizó en unos 30 años, a razón de USD 2 millones al año. Estas modificaciones y otros similares cambiaron la calidad de vida en Portland, y los kilómetros que recorrían las personas diariamente. La cantidad que conduce cada persona alcanzó su punto máximo en 1996, pero ha ido disminuyendo desde entonces, y ahora conducen 20 % menos que el resto del país. El ciudadano típico de Portland conduce seis kilómetros menos, 11 minutos menos que antes a diario. El economista Joe Cortright hizo la cuenta y halló que esos seis kilómetros más esos 11 minutos totalizaban el 3,5 % del ingreso de la región. Así que si no están gastando ese dinero conduciendo, — por cierto, 85 % del dinero que gastamos conduciendo. Entonces, ¿ahora en qué lo gastan? Bueno, Portland tiene fama de tener la mayor cantidad de portaequipajes de techo por habitante, la mayor cantidad de librerías independientes per cápita y la mayor cantidad de clubes de striptease por habitante.
En efecto, están gastando la mayor parte en sus hogares y la inversión en el hogar es lo más local en lo que pueda invertirse. Pero hay toda otra historia de Portland, que no entra en este cálculo, y es que los jóvenes con educación superior han estado mudándose masivamente a Portland. Es por esto que, en los 2 últimos censos tuvieron un incremento del 50% en la categoría “jóvenes millenials”, índice cinco veces superior respecto de otros lugares del país. Así, por un lado, una ciudad le ahorra dinero a sus residentes cuando por ella se puede caminar y andar más en bici, y por otro, es también ese tipo de ciudad genial en la que queremos vivir hoy en día. Por eso, la mejor estrategia económica, que se puede tener como ciudad, no es el viejo modo de intentar atraer corporaciones y de tener un polo biotecnológico o un polo médico, o un polo aeroespacial, sino el de volverse un lugar en el que la gente quiera vivir.
El argumento de la salud es aterrador. De nuevo, en los años ’70, uno de cada 10 estadounidenses era obeso. Hoy en día, uno de cada tres estadounidenses es obeso, y un segundo tercio de la población tiene sobrepeso. El 25 % de los jóvenes y el 40 % de las jóvenes tienen demasiado peso para alistarse en nuestras propias fuerzas militares. Según el Centro de Control de Enfermedades, un tercio completo de los niños nacidos después del 2000 tendrá diabetes. Esta es la primera generación de niños en EE.UU. de la que se predice tendrán vidas más cortas que sus padres. Creo que esta crisis sanitaria de EE.UU., de la que todos hemos oído, es una crisis de diseño urbano y que en el diseño de nuestras ciudades yace la cura. ¿Por qué hemos hablado mucho tiempo de dietas, si sabemos que las dietas inciden en el peso, y el peso por supuesto incide en la salud, pero recién empezamos a hablar del sedentarismo, y de que el sedentarismo nace del paisaje? El sedentarismo, que viene del hecho de que vivimos en un lugar donde ya no existen cosas como paseos idóneos, está disparando los kilos. Por último existen los estudios, existe uno británico llamado “Gula versus pereza” que comparó el peso con la dieta y el peso con el sedentarismo, y encontró una correlación mucho más alta y más fuerte, entre las últimas dos. El Dr. James Levine, de la Clínica Mayo, puso a sujetos de estudio con ropa interior electrónica, mantuvo una dieta sostenida, y luego empezó a aumentar las calorías. Algunas personas aumentaron de peso, otras personas no lo hicieron. Esperaban que fuera efecto de algún factor metabólico o del ADN, pero se vieron sorprendidos al averiguar que la única diferencia entre los sujetos que pudieron analizar era cuánto se movían y, de hecho, quienes aumentaron de peso estuvieron sentados, en promedio, dos horas más por día que quienes no lo hicieron. Tenemos pues, estos estudios que ligan el peso al sedentarismo, pero también, tenemos ahora estudios que ligan peso al lugar donde vivimos. ¿Vives en una ciudad donde se camina más o vives en una ciudad donde se camina menos? O, ¿en qué lugar de tu ciudad vives? En San Diego, usaron Walk Score. Walk Score puntúa cada dirección de EE.UU., y pronto del mundo, en términos de cuánto puede caminarse. Usaron Walk Score para designar barrios donde se camina más y barrios donde se camina menos. Y, ¿adivinen qué? si uno vive en un barrio donde se camina más, tiene un 35 % de probabilidades de tener sobrepeso. Si uno vive en un barrio donde se camina menos, uno tiene un 60 % de probabilidades de tener sobrepeso. Entonces tenemos entonces un estudio tras otro vinculando el lugar donde se vive con la salud, en particular en EE.UU.
La semana pasada aprendí una palabra nueva. “Generaobesos” es el nombre que reciben los barrios no caminables. Puede que lo diga mal, pero la idea se entiende. Para mencionarlo brevemente, también hay una epidemia de asma en EE.UU. Probablemente no muchos han pensado en eso. Catorce estadounidenses mueren a diario de asma, tres veces más que en los años ’90, y casi todo viene de los tubos de escape de los autos. La polución en EE.UU. ya no viene de las fábricas, viene de los tubos de escape de los autos, y de lo mucho que la gente conduce en tu ciudad. El “millaje de recorrido vehicular” urbano, es una buena predicción de los problemas de asma en tu ciudad. Y luego, en materia de conducir, está el tema del asesino más grande de adultos sanos, y uno de los asesinos más grandes de todo tipo de personas: los accidentes de auto. Y aceptamos sin más los accidentes de auto. Suponemos que es un riesgo natural que tiene uno al salir a la calle. Pero de hecho, en EE.UU., 12 personas de cada 100. 000 mueren al año en accidentes de auto. En Inglaterra, son siete por cada 100 000. En Japón, cuatro por cada 100 000. ¿Saben dónde hay tres por cada 100 000? En Nueva York y San Francisco. Portland, lo mismo. Entonces, ¿estamos más seguros en las ciudades porque conducimos menos?
No se trata de si uno está en la ciudad o no. ¿Es como está diseñada tu ciudad? ¿Fue diseñada para los autos o para las personas? Porque si tu ciudad se diseñó para los autos, ese diseño es bueno para hacer chocar autos. Eso es parte de un argumento sanitario mucho mayor.
Por último, el argumento ambiental es fascinante porque los ambientalistas dieron un vuelco completo hace 10 años. El movimiento ambientalista en EE.UU. ha sido históricamente un movimiento anti-ciudad desde Jefferson en adelante. Para volvernos más ambientalistas, nos mudamos al campo, y en comunión con la naturaleza, construimos suburbios. Y por supuesto que hemos visto lo que esto provoca. El mapeo del carbono en EE.UU., dónde el CO2 está siendo emitido, solo machacó por muchos años con más y más fuerza este mismo argumento. Si vemos cualquier mapa del carbono, porque lo medimos por milla cuadrada, en cualquier mapa, parece como una foto satelital del cielo nocturno de EE.UU., más caliente en las ciudades, más frío en los suburbios, oscuro y tranquilo en el campo. Hasta que algunos economistas dijeron: ¿es esa la manera correcta de medir el CO2? Y dijeron, midamos el CO2 por hogar, y al hacer eso los mapas se invirtieron, más frío en el centro de la ciudad, más caliente en los suburbios y al rojo vivo en estos barrios alejados. Y entonces se dio un cambio fundamental y ahora tenemos ambientalistas y economistas como Ed Glaeser que dicen que somos una especie destructiva. Si uno ama la naturaleza, lo mejor que puede hacer es mantenerse lo más alejado posible de ella, mudarse a una ciudad, cuanto más densa mejor. Por ejemplo, el habitante medio de Manhattan consume gasolina a una tasa que el resto de la nación no ha visto desde los años ’20. Pero claro, podemos hacerlo mejor. Las ciudades canadienses consumen la mitad de la gasolina que las ciudades de EE.UU y las ciudades europeas consumen la mitad de los que consumen las canadienses. Así que, obviamente, podemos hacerlo mejor, y queremos hacerlo mejor, y todos tratamos de ser ecologistas.
El argumento final sobre este tema es que creo que tratamos de ser ecologistas de manera equivocada y soy uno entre los muchos que cree que se debe hacer hincapié en los dispositivos, en los accesorios. No por nada, preguntas cómo ¿Qué le puedo añadir a mi casa?, ¿Qué puedo añadirle a lo que ya tengo para tener un estilo de vida más sustentable?, han dominado la discusión. Todas estas innovaciones juntas contribuyen una fracción de lo que contribuimos viviendo en un barrio donde se puede caminar a 3 cuadras del metro en el centro de la ciudad. Los políticos y los vendedores temen promocionar la ecología como una “elección de estilo de vida”. Pero, ¿y si el estilo de vida tuviera realmente que ver con calidad de vida y con algo que quizá todos disfrutaríamos más? ¿la calidad de vida sería algo mejor de lo que tenemos hoy en día? Pues bien, el estándar de oro de los rankings de calidad de vida se llama La Encuesta Mercer. En ésta, califican a cientos de naciones del mundo según 10 criterios que ellos creen que aportan a la calidad de vida: salud, economía, educación, vivienda, etc. Lo haré breve. Es muy interesante notar que a la ciudad estadounidense mejor ubicada, Honolulu, número 28, le siguen las sospechosas de siempre: Seattle, Boston y todas las ciudades donde se camina más. Las ciudades “del automóvil”, también llamadas Ciudades del Cinturón del Sol, como; Dallas, las Phoenix y, lo siento, Atlanta, no aparecen en la lista. Pero, ¿a quién le va mejor? A ciudades canadienses como Vancouver, donde, de nuevo, consumen la mitad del combustible. Por lo general ganan las ciudades que hablan alemán, como Dusseldorf o Viena, en las que consumen, de nuevo, la mitad del combustible. Y vemos esta alineación, esta extraña alineación. ¿Es más sustentable lo que te da más alta calidad de vida? Yo argumentaría que lo mismo que te hace más sustentable es lo que te da más alta calidad de vida, y eso es vivir en un barrio donde se camina más. Por eso la sustentabilidad, y eso incluye nuestra riqueza y nuestra salud, puede no ser una función directa de nuestra sustentabilidad. No es fácil de hacer, pero puede hacerse, se ha hecho y se ha hecho en varias ciudades de todo el mundo.