Megapuertos, UNESCO y la oportunidad de un nuevo destino para la ciudad portuaria
Casi coincidente con el reciente anuncio presidencial de estudios para definir un Puerto Gran Escala (PGE) en la región central de Chile, se ha hecho conocido el nombramiento del nuevo Directorio de la Empresa Portuaria de Valparaíso EPV, que de modo innovador y nada casual, incorpora por primera vez a dos Arquitectos entre sus cinco miembros. En este acto, no solo vemos un cambio de integrantes, sino la decisión desde la Autoridad de un reenfoque hacia la ciudad, donde las advertencias hechas desde hace años por la ciudadanía y la Academia parecen haber tenido efecto. Vale la pena entonces comprender el momento clave en el que se encuentra el destino de la ciudad portuaria en Chile.
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Sumado a este reconocimiento pendiente, en un ilimitado y mal comprendido concepto de aval, se han ido acumulando errores técnicos del precedente Plan Maestro Portuario que implicarán un inaceptable aumento de costos para el Estado – y nosotros los contribuyentes -. Son estos: una accesibilidad vial colapsada, judicializada o inexistente, la desvalorización de inmuebles urbanos patrimoniales ratificada por el informe ICOMOS, la concentración de naufragios históricos en el centro de la bahía, la inevitable recanalización de causes, el aumento de las obras marítimas ya adjudicadas, el traslado obligado del dique flotante, la compensación por los días inoperativos por desabrigo, para terminar sumando un túnel de 36 millones de dólares, que por – otro – error del proceso, quedó fuera del paquete de licitación, de su mismo operador único y exclusivo.
Aquí es donde se instala una disyuntiva para nuestras nuevas Autoridades: la de haber llegado al punto demostrable de que, además de tal suma de errores y compensaciones, se ha hecho económicamente mas conveniente detener y corregir el ya citado Plan Portuario EPV, que insistir en su materialización.
No obstante se dilucide esta etapa previa a la definición del PGE de la región central, ha de mantenerse la búsqueda de la solución formal y funcional para el exigido y aun excluyente borde marítimo de las ciudades portuarias, que albergan a las candidatas EPV de Valparaíso y EPSA de San Antonio; y no dejar de discutir otros temas vinculantes: un sistema portuario regional, que bien complementado por sus partes, reconozca la especificidad de cada territorio, que incorpore la participación de la ciudad en la toma de decisiones, junto a una necesaria y descentralizadora localidad de los impuestos, sobre el mismo territorio servido o impactado.
En medio de este ambiente, evidenciando que al fin se abrió en Chile una discusión respecto a la infraestructura portuaria anexa a la ciudad costera, UNESCO exige ajustes desde Qatar en su 38a Sesión Mundial, para redireccionar diseños que hasta ayer eran inamovibles, permitiendo plantear una oportunidad histórica de reconstrucción integral, que reconozca la relación entre cerro, plan y borde, de especialización territorial y recursos para la ciudad portuaria, dejando atrás el abandono y olvido de la ciudad tras el muro del puerto, como si desde este debate porteño, vanguardias mediante, fuéramos testigos de un notable cambio de dirección, del inicio del fin de una tecnocracia monofuncional, que aplicada por décadas sobre nuestros entornos, tornó inalcanzable la verdadera condición de desarrollo.