“Nadie me convertirá en ciudadano de segunda clase en mi propio hogar”
Por Nicolás Valencia, Arquitecto
Si bien diez de los veinte países más desiguales del mundo son latinoamericanos, la disparidad económica no es patrimonio exclusivo de los países subdesarrollados. Según el ránking del índice Gini publicado por la CIA, Estados Unidos (40°) presenta una desigualdad mayor a una quincena de países africanos y esto se está viviendo incluso en Nueva York, la mismísima Gran Manzana, centro internacional del sector financiero, tecnológico, diplomático, económico y cultural.
Según publica el New York Times, la reducción de impuestos para las inmobiliarias neoyorquinas que desarrollan rascacielos residenciales mezclando penthouse de lujo junto a viviendas a precios ‘razonables’ ha estimulado la prohibición de uso de las instalaciones del edificio a aquellas familias que pagan menos. ”Nadie me convertirá en ciudadano de segunda clase en mi propio hogar”, dice una afectada.
Las últimas elecciones por la alcaldía de Nueva York levantaron al electo Bill de Blasio aupado por una plataforma política que advertía de la creciente desigualdad de ingresos y la escasa disponibilidad de vivienda a precios acequibles. Como una versión neoyorquina de ‘Historia de dos ciudades’, la desigualdad se esta viviendo incluso dentro de un mismo edificio.
“La ciudad ha comenzado a despertar y a ver que si no actuamos, esto será un problema que crecerá”, señala al New York Times, Mark Levine, miembro de la alcaldía y quien está trabajando en la futura expansión del código antidiscriminación de la ciudad para incluir a los arrendatarios de renta regulada, quienes viven en edificios residenciales de lujo que les prohíben el uso de gimnasios, salas de juego y terrazas.
Lee el artículo original publicado por New York Times [inglés] acá.