A 20 años del plan de renovación urbana: cómo cambió el perfil del habitante de Santiago Centro
Por Manuel Valencia, El Mercurio.
Estudio del Centro de Políticas Públicas UC constató auge inmobiliario y un alza en el hacinamiento en la comuna
Tras dos décadas de la aplicación de este subsidio, el centro es ocupado principalmente por profesionales y arrendatarios que terminaron por expulsar a familias más vulnerables.
Corrían los inicios de los 90. En pleno retorno de la democracia y los cambios políticos y culturales que le sucedieron, el centro de Santiago avanzaba a un ritmo inverso: desde el censo de 1982 los estudios mostraban que la comuna perdía población. Sus residentes optaban por buscar viviendas más amplias, en barrios más seguros y alejados del ruido, en la periferia. El fenómeno se precipitó con el terremoto de 1985 y el daño irreversible de diversos inmuebles céntricos.
Para revertir el proceso y generar un “retorno al centro” las autoridades de la época crearon el subsidio de renovación urbana: un beneficio que hoy asciende a 200 UF (más de $4.800.000) y permite la compra de viviendas hasta 2.000 UF.
A 20 años de su creación, el objetivo fue cumplido, según constata un análisis realizado por el Centro de Estudios Públicos de la UC, que mostró los efectos del beneficio en el centro. Así, de los 232.667 habitantes que mostraba el censo de 1982 (el último disponible antes de la aplicación del subsidio), Santiago aumentó 34% en dos décadas y pasó a tener 311.415 en 2012: 78.748 más. En superficie, la comuna creció hacia el cielo en más de 5,2 millones de m {+2} , según un balance realizado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo en 2013.
El proceso de densificación se hizo más intenso sobre todo en los últimos 10 años, cuando los departamentos aumentaron en 100%: pasaron de 64.167 a 131.205 unidades en una década. Paralelamente, se demolieron más de 5.000 casas en el proceso.
Además de la transformación habitacional, el proceso trajo consigo un cambio urbano y social en el núcleo de Santiago: aumentó la congestión, los precios de los almacenes y comercios cercanos, pero lo más preocupante, según la investigación, es que la comuna se desintegró socialmente, debido a un fenómeno de “gentrificación” (o expulsión de las familias vulnerables por otras de estratos medio-altos, que forzó a aquellas a reubicarse en otras comunas más alejadas de la capital).
En cifras, alrededor de 6.000 hogares de estratos medio-bajos y bajos emigraron y, paralelamente, arribaron 25 mil hogares de estratos medios y medio-altos.
La socióloga de la UC y una de las autoras del estudio Daniella Innocenti explica que esto se produjo por un aumento de precio de los terrenos, asociado al auge inmobiliario que generó el subsidio de renovación urbana. “Más del 80% de las familias se fue a comunas con una mejor geografía de oportunidades y Santiago comenzó a elitizarse”, dice.
Éxodo de propietarios
También, los que comenzaron a salir del centro fueron los propietarios. De acuerdo al análisis, las viviendas en arriendo crecieron en 50%. Tanto, que a 2012 había 38.781 arrendatarios versus 24.314 propietarios.
Además, la investigación detectó un crecimiento relevante de familias que están hacinadas (tasa de 2,5 a 4,9 personas por dormitorio) en sus viviendas. Hoy se registran 800 mil y son principalmente vulnerables y arrendatarios, que optan por el centro para vivir cerca de las oportunidades laborales.
En los últimos 10 años, pasaron de 28,1% a 44,1% y en piezas, de 18,6% a 28,1%.
Lo anterior genera, a juicio de Innocenti, la necesidad de regular la expansión de Santiago para asegurar que las familias vulnerables tengan espacio en la comuna y ésta logre garantizar la integración social.
Para ello, el estudio propone que continúen los programas de densificación, pero con correcciones. Por ejemplo, con un stock de viviendas con localización céntrica que el Estado pueda entregar en alquiler a familias vulnerables. También se plantea quitar las restricciones de altura a los edificios de vivienda social o flexibilizar algunas exigencias normativas de equipamientos, para factibilizar la construcción de viviendas sociales en zonas más céntricas, de suelo escaso.
Con ella concuerda la alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá. “Es vital que haya apoyos a la reparación y remodelación de casas antiguas, adaptar el subsidio para comprar viviendas usadas para que permita comprar casas en pasajes y cités y generar programas para que las familias que viven en casas antiguas y grandes puedan subdividirlas para dar cobijo a nuevas familias o a sus propios hijos o familiares. También, es indispensable que se hagan viviendas sociales en la comuna. Vale más caro, es cierto, pero a la larga sale más barato pues las familias de bajos recursos tienen mayores costos y peor calidad de vida cuando habitan en la periferia. Además, necesitamos que haya programas de subsidio al arriendo, no solo a la compra de una propiedad, esta es una carencia enorme de la política de vivienda en Chile que hay que superar”, afirma.
Ideas
Viviendas céntricas para renta que el Estado entrega por un tiempo a familias vulnerables.
Retención de grupos medios en barrios populares mediante el fomento de oferta inmobiliaria.
Diversificar proyectos en altura con más metraje para diversos tipos de familias.