Intervención de la ciudad como ramo de clases
En el último tiempo, les hemos contado sobre nuevas iniciativas ciudadanas que han permitido mejorar ciertos lugares de la ciudad. Ejemplos de esto son los paraderos que se han intervenido con muestras de arte, los costados de los edificios que se aprovechan para pintar murales y las veredas en donde se construyen huertos urbanos, por nombrar solo algunos.
Todas las anteriores son intervenciones urbanas que permiten crear identificación con la ciudad y también que permiten que los ciudadanos se encuentren en torno a intereses comunes. Por sus numerosos beneficios, este tipo de intervenciones que forman parte del urbanismo táctico, definido como acciones ciudadanas que crean nuevos espacios públicos, ya se están incluyendo en las clases de colegios y universidades de algunos países.
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En enero de este año, la Facultad de Medioambiente de la Universidad de Nueva de Gales del Sur, en Australia, incluyó el curso Cuestiones de Actualidad en Urbanismo centrado en las prácticas de urbanismo táctico en donde se explica en qué consiste, sus resultados, cuáles son sus beneficios sociales y urbanos y las ciudades que, en cierta manera, fueron pioneras en desarrollarlas, como Detroit y Sidney.
Entre los resultados, que son explicados por el planificador urbano John O’Callaghan, se considera que con el urbanismo táctico se pueden recuperar, en poco tiempo, ciertos lugares descuidados de las ciudades sin la necesidad de hacer grandes gastos económicos. Asimismo, permite desarrollar un sentido de comunidad y de colaboración entre los vecinos de un lugar. También entrega una espacio de opinión para que la gente diga cómo quiere que sea su ciudad y trabaje en el desarrollo de sus ideas para manifestarlo.
En Estados Unidos, particularmente en Nueva York, el Departamento de Transportes de la ciudad (DOT), creó el programa DOT Art, el que se basa en el desarrollo del urbanismo táctico. Con el fin de incluir a los niños y jóvenes, se crearon alianzas con los colegios de la ciudad, dándoles así a los estudiantes la posibilidad de participar como voluntarios en el programa e intervenir su ciudad.
En nuestro país, este tipo de iniciativas ayudaría a que los niños y jóvenes se interesen en conocer su ciudad y así puedan desarrollar una relación más cercana con sus espacios, lo que permitiría enfrentar “la falta de lazo emocional de los habitantes con sus ciudades, lo que acrecienta la indiferencia y el desconocimiento respecto de la importancia de su ciudad en la propia calidad de vida”.