Restauración de históricos ascensores impulsa desarrollo de negocios en Valparaíso
Por Mauricio Silva, El Mercurio.
Estrategia municipal los dota de tiendas y cafeterías que revaloricen sectores urbanos
Inversión en el Reina Victoria (1902) ha favorecido iniciativas con un fuerte sello patrimonial.
Toma medio minuto cubrir los 40 metros de trayecto que elevan al pasajero a 30 metros de altura por sobre el pasaje Elías, cerca de la plaza Aníbal Pinto, en el barrio histórico de Valparaíso. Pero desde octubre de 2012, cuando el ascensor Reina Victoria (1902) fue reabierto, tras una inversión de $243 millones, se puede acceder a un viaje distinto. Uno en el que el turista se sumerge en facetas poco conocidas de la historia del puerto.
Un pub , que remonta a la aventura del irlandés que instaló en el barrio la primera fábrica de cerveza en Chile, y un hotel, que rescata la casona del empresario porteño Santiago Dimalow, quien en 1867 ejecutó obras para iluminar la plaza Victoria, sorprenden a los pasajeros al inicio y al final de este corto trayecto.
La Casa Cervecera Altamira y el Hotel Vander son fruto del entusiasmo de dos profesionales que abandonaron sus empleos en Santiago para cumplir sus sueños en Valparaíso.
Ello coincidió con las obras que financió el hoy extinto Programa de Recuperación y Desarrollo Urbano, con que el municipio no solo refaccionó maquinarias y poleas del Reina Victoria, para adecuarlo a las exigencias de seguridad del siglo XXI, sino que recuperó su arquitectura habilitándole en ella una cafetería y una vinoteca de licores gourmet .
La idea, explica el encargado de bienes municipales, Pedro Pablo Chadwick, es que los ascensores no solo sean un medio de transporte, sino un punto de impacto urbano que dé valor al entorno.
Sergio Morán, quien convirtió una vieja imprenta a los pies del ascensor en la original casa cervecera, coincide en que las inversiones públicas y privadas están recuperando urbanísticamente el área y generan un flujo peatonal que rentabiliza los emprendimientos.
“Antes, predominaban los marihuaneros y los lanzas”, asegura este ingeniero civil en computación que se embarcó en su negocio por su pasión por la cerveza y la intriga por un personaje, el inmigrante Andrew Blest, que a una cuadra de allí, en 1825, instaló la primera fábrica para elaborar esta bebida.
Con recursos de Corfo, y el trabajo de la historiadora Julia Koppetsch y de la museóloga Rocío Jara, reconstruyó los pasos de Blest por el barrio, y plasmó su historia y la de la industria cervecera nacional en los muros del viejo taller. Lo convirtió en pub , conservando sus ladrillos y recreando los azulejos ingleses originales.
Chadwick destaca que una política similar se está aplicando en el resto de ascensores de propiedad municipal. En el San Agustín (1913), donde se invirtieron $871 millones, se abrió una cafetería con vista a la maquinaria que lo impulsa.
Espera, además, que este sello inspire a los nueve funiculares comprados por el Estado, que el 23 de este mes adjudicará los diseños para restaurar estos ascensores entre las 10 oficinas de arquitectura nacionales e internacionales que participaron.
Grafiteros Empresarios del sector han optado por pagar el pintado de murales, para evitar rayados.
14 ascensores históricos hay en Valparaíso, cinco de ellos son municipales y nueve del Estado.
2.445 millones de pesos se han invertido en restaurar cuatro municipales, restando solo El Peral.