Columna El Observador Urbano: “La contienda de los cerros”

Por Miguel Laborde, El Mercurio.

No alcanza a ser una guerra, pero los ánimos están muy caldeados. Esto fue notorio en el Castillo Hidalgo cuando el intendente Claudio Orrego dio inicio al concurso para crear un nuevo cerro parque en Santiago. Son cuatro los que están en competencia, pero uno de ellos solamente tiene un futuro verde y cercano.

Todos tienen méritos. El cerro Blanco, que es protagónico en los años de la Conquista y que ha concentrado los ritos de los pueblos originarios, en Santiago norte; el cerro Renca, que domina el valle con su altura espectacular, y que ha sido lugar de encuentro de jóvenes y familias de Santiago poniente, a pesar de la pérdida constante de su vegetación nativa; el cerro Chena con sus construcciones incásicas que, de estar bien mantenidas e iluminadas de noche, sería además un aporte visual relevante para San Bernardo, Calera de Tango e incluso los viajeros desde y hacia el sur; y el cerro Las Cabras de Puente Alto, en esa comuna donde se han construido tantos miles de viviendas sociales sin áreas verdes proporcionadas a su superficie. Los cuatro tienen un entorno de miles de santiaguinos necesitados de parques, para mejorar su calidad de vida y formar ciudadanos más sanos y más sensibles al entorno, menos dados al maltrato de las propiedades.

Por supuesto, hay en este concurso una evocación al Santa Lucía de Vicuña Mackenna, cuya transformación él definió como “una obra esencial de democracia”, en el claro entendido de que las áreas verdes son indispensables para las grandes mayorías que no tienen otro acceso posible a ellas. Hasta una plaza, pensaba, es capaz de conmover a todo un barrio; al poco tiempo se verá que los vecinos pintan sus fachadas y arreglan sus muros, contagiados de una energía positiva. Un parque, en este contexto, sería una suerte de amalgama social y escuela de educación cívica.

Las redes sociales, de inmediato, dieron a conocer una postura obvia ante el anuncio de este concurso. Como hay tantas y buenas razones para cada uno, que transformen a los cuatro… Por supuesto, así debiera ser. Pero Santiago no tiene una autoridad central poderosa, está desmembrada la ciudad en comunas, lo que hace virtualmente imposible hacer proyectos importantes, como sería el caso de construir y equipar cuatro parques en simultáneo.

La convocatoria del concurso ha sido, entonces, doblemente útil; ha dejado a la vista el rico patrimonio de cerros y su potencial de futuro -la ciudad con más cerros isla en el mundo-, y también ha demostrado que la capital requiere con urgencia una organización administrativa menos fragmentada.

El intendente Orrego, con toda justicia, destacó públicamente el aporte de los alumnos de la Universidad Católica que, motivados por el tema, crearon una entidad interdisciplinaria permanente dedicada a su estudio, con lo que se ha determinado que los 21 cerros isla de Santiago suman 5 mil hectáreas, cantidad que es un privilegio único. De forestarse la totalidad, cambiaría el ambiente de la ciudad completa.

Esta riqueza es extraordinaria, si se considera que hay vastas zonas de la capital, justamente las de mayor extensión y menos áreas verdes, que no llegan al metro cuadrado per cápita; la OMS recomienda -más allá de los 9 convencionales- acercarse a los 20 metros cuadrados por persona. Por eso es que la preselección de los cuatro cerros tuvo en consideración, justamente, que están ubicados en esos sectores menos favorecidos. Hay que celebrar, en todo caso, que este siglo se inicie con un cerro parque nuevo, ya que el XIX nos dejó el Santa Lucía y el XX al San Cristóbal.

Potencial

La convocatoria del concurso ha dejado a la vista el rico patrimonio de cerros y su potencial de futuro -la ciudad con más cerros isla en el mundo-, y ha demostrado que la capital requiere con urgencia una organización administrativa menos fragmentada.