El aislamiento social de los peatones con sus audífonos
Por Pamela Gutiérrez, El Mercurio.
Al escuchar música fuerte, estos caminantes quedan sordos a las reglas de la ciudad.
No escuchan si algún amigo los llama desde la vereda del frente. Tampoco si otra persona les pide permiso. Y no se dan cuenta de que se les viene un auto encima, por andar distraídos caminando y escuchando música, encerrados en sus audífonos.
“La comunicación ha quedado disminuida. Se produce un ostracismo entre yo y mi música. Me aíslo socialmente, porque mis otros sentidos no están dispuestos al medio”, explica el psicólogo de la gerencia de Salud de la Mutual de Seguridad, Álvaro Ayala.
La venta de audífonos ha tenido un aumento constante. Solo en la Casa Royal vendían hace cuatro años 65.000 de estos aparatos, mientras que el año pasado alcanzaron casi a 100.000.
Caminar por la calle con la música a alto volumen pone en dificultades al cerebro para detectar otros estímulos, incluyendo los visuales. “Cuando nosotros ocupamos uno de nuestros sentidos, los otros pierden fuerza. Es falsa la creencia de que una persona puede hacer varias cosas a la vez; el cerebro no está para trabajar en distintos frentes de atención”, precisa Ayala.
Esa falta de atención en la calle, producto de ir conectados a los audífonos, hace que los peatones “no se den cuenta del peligro, desde un desnivel, un bache en el camino o la proximidad de un vehículo”, complementa el coronel de Carabineros Oscar Vargas.