Tomas en borde costero de Atacama ya suman cinco mil casas
Por Alejandro Núñez, El Mercurio.
Asentamientos ilegales:
El Gobierno prevé la fórmula de arriendo en las ocupaciones de terrenos fiscales.
“Los terrenos públicos no se regalan”. Con estas palabras, la seremi de Bienes Nacionales de Atacama, Marcela Cepeda, planteó la postura del Gobierno sobre la masificación de tomas en la costa de la región. Hasta 2013 había cinco mil casas en dichos asentamientos, a lo largo de 528 kilómetros. La cifra aumentará cuando se conozca un nuevo catastro.
La principal concentración se localiza cerca de Caldera. Zonas como Playa Blanca, Barranquilla, Rodillo y Puerto Viejo, con más de tres mil construcciones, han puesto en jaque la capacidad de fiscalizar y el desarrollo turístico.
Para el alcalde (s) de Caldera, Víctor Ossandón, hay dos tipos de tomas: las que buscan una solución a la falta de 15 mil viviendas en el área y las que apuntan a levantar una segunda vivienda, es decir, una propiedad de veraneo. Un 20% de las casas son usadas todo el año.
Aunque las tomas comenzaron hace tres décadas, a partir de 2000 se produjo un aumento explosivo, y en lo que va del año nacieron nuevas ocupaciones ilegales, como El Morro (compuesta por 31 familias) y Los Patos.
En 2011, la Corte Suprema estableció que el terreno de Puerto Viejo pertenece a la sucesión Aguirre Espoz. Por ello, la Municipalidad de Caldera redactó una ordenanza para desalojar el predio, medida que se hizo impracticable por el elevado número de casas.
Impacto en turismo
En la última sesión del concejo municipal de Caldera, el intendente Miguel Vargas entregó propuestas para terminar con las tomas. La principal es contener las ocupaciones. Además, la unidad de fiscalización delimitará los terrenos no habitados.
Una segunda fase busca otorgar arriendos en terrenos fiscales ocupados, donde la participación de los particulares será clave, porque deberán presentar postulaciones que permitan regularizar sus casos.
Puerto Viejo es uno de los puntos críticos. La localidad era una pequeña caleta en la que vivían ocho personas hace cuatro décadas. Hoy es la segunda toma más grande de Chile después de Alto Hospicio y en verano reúne a 20 mil personas.
Juana Oviedo, quien vive desde 1977 en el lugar, dice que “acá se esconden delincuentes en casas abandonadas. Hay gente que vende terrenos que no son de ellos y acá cualquiera viene y pone su casa”.
Hasta un cuartel móvil de Carabineros se instala entre enero y marzo para controlar el orden y la seguridad de la población.
Marcela Troncoso es presidenta de la toma El Morro. Reconoce que ocupan un terreno que no les pertenece, pero explica que presentaron un proyecto para “regularizar la toma”.
A la espera de soluciones, el director regional de Sernatur, Daniel Díaz, reconoce que “la imagen del borde costero se ve bastante afectada para los turistas”. Agregó que estos se encuentran con una oferta irregular. “Les ofrecen servicios como cabañas y después el visitante se da cuenta de que estas están en medio de una toma”, lamentó.