Patricio Herman: “No es ningún negocio construir un estadio dentro o fuera de la capital”
Por Ramiro Fuenzalida, La Tercera.
Arquitecto y presidente Fundación Defendamos la Ciudad.
El especialista, igualmente, es partidario de construirlos. Apunta a los dirigentes y a grupos menores como los responsables del rechazo a este tipo de obras.
Construir un estadio en Chile, habitualmente, asoma como una empresa titánica. Entre los millones, permisos y voluntades necesarias para este tipo de obras puede pasar mucho tiempo; tales límites, en más de una ocasión, obligan a postergar más de lo presupuestado el inicio de las obras de un reducto e, incluso, a cambiar el lugar de su emplazamiento. Patricio Herman, arquitecto, presidente de la Fundación Defendamos la Ciudad y especialista en la materia, abordó varios tópicos que hoy tocan a este tipo de iniciativas.
Construir un estadio en Santiago o al interior de cualquier ciudad aparece cada vez más difícil…
Los estadios no necesariamente tienen que irse extramuros, fuera de la ciudad. Por ejemplo, en Chile se debiese poder hacer lo que pasa en Madrid, donde el Bernabéu, por ejemplo, está dentro de la ciudad. Acá hay una especie de rechazo por el mal comportamiento de las barras bravas. Si los clubes controlaran a los pocos malandrines que generan los destrozos, no habría problemas.
¿Cuáles son, a su juicio, los beneficios de construir un estadio?
Un estadio moderno, con buenas instalaciones, con buenos accesos y buenas vías de evacuación, siempre será un aporte a las ciudades. Además, puede acoger otros deportes, no solamente fútbol.
Igualmente, el rechazo a una obra de este tipo habitualmente va ligado a la violencia y al impacto que genera en el entorno…
Siempre el rechazo a su construcción va ligado a las minorías que generan los destrozos. Esa es hoy su gran contra. La gran mayoría de los asistentes tiene un comportamiento adecuado. Por eso, hay que sacarse ese estigma de que los estadios producen problemas; son los malandrines los que generan aquello, no un estadio en sí. Estos recintos siempre deben ser bienvenidos. Un país con buenos deportistas siempre es mejor, y por eso creo que hay que tener muchos estadios.
¿Qué piensa de la idea de llevar la construcción de cualquier estadio lo más lejos posible de la ciudad?
Hay una tendencia a llevar los estadios fuera de los límites urbanos. La gente que toma las decisiones se deja influenciar por lo que aparece en la prensa; eso de las barras bravas, que se toman las micros, el Metro y los transforman en un chiquero. Pero reitero, si esa minoría que va a hacer desmanes tuviese un comportamiento decente, no pasaría nada. Hoy, dentro de la ciudad está, por ejemplo, el Estadio Nacional, pero cuando se construyó estaba al margen de ella.
¿Siente que si no hubiese desmanes de parte de esos grupos de hinchas, sería más fácil levantar un estadio en la capital?
Si no existiese esa violencia ni un mal comportamiento de estas minorías, nadie estaría en condiciones de oponerse a este tipo de iniciativas.
¿Y de quién es esa responsabilidad?
Siento que la responsabilidad de cómo deben comportarse los hinchas es de los dirigentes de los clubes. En los países de Europa no se da el fenómeno presente en Chile y en Sudamérica. Los estadios están en medio de las ciudades, pero tiene que ver con el nivel cultural de los pueblos. En Europa vivieron estos problemas de violencia, pero los solucionaron. Insisto en que los dirigentes son los responsables de subsanar ese problema. Sé que muchos dirigentes tienen muy buenas relaciones con estos delincuentes. Está bien que existan las barras; lo que tenemos que erradicar son los destrozos, dentro y cerca de los estadios, porque se vulneran los derechos de las personas y la responsabilidad es de los directivos.
¿Y el papel de la fuerza pública?
Siempre he sostenido que los dirigentes debiesen costear los servicios que les da Carabineros, dado que los clubes deportivos, hoy, son empresas comerciales, sociedades anónimas, y dentro de eso debiesen asumir los costos de los servicios. Esto es un negocio que les genera ganancias y hoy esa puesta en escena la financian todos los contribuyentes chilenos, lo que no corresponde, pues no tenemos por qué financiar los gastos de particulares que son los controladores de estas sociedades anónimas.
Precisamente, para una sociedad anónima, ¿es negocio construir un estadio?
Por la inversión que implica construir un estadio, claramente, esto no tiene el retorno que tendrían en otro sector de la economía. En el sector inmobiliario, por ejemplo, los inversionistas ganan mucha más plata levantando departamentos que edificando un estadio. En ese sentido, no es ningún negocio construir uno, dentro o fuera de la capital. La construcción de un estadio no garantiza ganancias a las sociedades anónimas, sólo engrandecerá el nombre de quien tomó la decisión de edificar el estadio. Para ellos, como inversionistas, la clave está en lo económico. Los terrenos valen de acuerdo con las aptitudes que tengan y su precio se define por las normas de edificación que tienen en cada uno de los planes reguladores comunales. Por eso, en comunas más alejadas el precio es menor y, por lo mismo, la tendencia es llevarlos fuera de la zona urbana. Conseguirse 10 hectáreas en un sector urbano es muy caro.