Columna El Observador Urbano: Árboles desaparecen con su historia

Columna Miguel Laborde Por Miguel Laborde, El Mercurio.

En Providencia, El Golf y Vitacura se mantuvieron los árboles agrícolas, esos que sombreaban el camino a la lechería, la herrería o los establos. Gracias a ellos, esos sectores nacieron con una presencia que los ennobleció. En la otra ciudad, la de Cerro Navia, Pudahuel y Lo Prado, las operaciones de vivienda popular se programaron como si sus árboles no existieran. Uno camina ahora por una avenida desnuda, bajo un sol brutal, testigo de un desastre ecológico.

Ese territorio, que antes se llamó Barrancas, fue rico en arte y en árboles. Lo describe Pedro Prado, vecino cercano, en su novela “El juez rural”; caminando venía a pintar con Julio Ortiz de Zárate, cuya obra será así descrita por Daniel de la Vega: “La pintura de Barrancas es totalmente evocadora”. Había en ella una modestia digna que recordará una tímida provinciana que llega del norte a enseñar aquí, en su primer empleo, Lucila Godoy Alcayaga. Cuando un joven Pablo Neruda publique sus “Veinte poemas”, en 1924, sus coetáneos le darán un banquete aquí en la Quinta Belga de Barrancas.

Con apoyo de profesores franceses de la entonces cercana Escuela de Agronomía de la Universidad de Chile, había surgido una serie de granjas de inmigrantes europeos, con productos que en muchas ocasiones recibieron premios en la FISA que realizaba la SNA en la vecina Quinta Normal. Eran propiedades modelo y los restaurantes locales, como el de los belgas o El Sol de Oro de los Briére, se aprovisionaban en ellas. También la quinta de recreo de los Delgado, en El Resbalón, derrotero de parlamentarios y detectives. Los jóvenes poetas podían comer una cena de lujo, desde espárragos a la vinagreta hasta frutillas en vino tinto (o chicha del lugar), a buen precio y bajo frescas sombras.

Violeta Parra recorrerá Barrancas recopilando cantos folclóricos del campo chileno, luego cantará Víctor Jara en su álbum La Población: “Frágil como un volantín / en los techos de Barrancas / jugaba el niño Luchín”.

La Operación Sitio de los años 60 erradicó unas callampas del Río Mapocho, conocidas como Población Colo Colo, para instalarlas en una de esas granjas: Lo Amor. Propiedad de franceses, tenía un túnel de árboles que conducía a la casa patronal y un parque generoso donde se celebraban los asados de la 4ª Compañía de Bomberos, la “Francia”, y del equipo de rugby del Stade Français. La acción inicial del proyecto de población consistió en talar todo.

En estos días se está realizando, en Valdivia, Santiago y Antofagasta, un seminario de arbolado urbano -gestión de Conaf-, para el Minvu y la Asociación de Municipalidades. Es necesario restaurar la masa arbórea, parchar las heridas que la sociedad chilena infirió a sus ciudades, en esos barrios populares donde el factor número de casas por hectárea fue el único referente. Recién ahora se advierte el daño; cuando se talan los árboles, pareciera que toda la historia del lugar se va con ellos.

Más datos en: www.cerronavia.cl www.mpudahuel.cl www.loprado.cl

Sector Barrancas

Es necesario restaurar la masa arbórea, parchar las heridas que la sociedad chilena infirió a esos barrios populares donde el factor número de casas por hectárea fue el único referente.