25º Aniversario de la caída del muro de Berlín: su gente y el gesto de lo simple

Germany Berlin Wall

La tentación estaba ahí. A la vuelta de la esquina. Casi en la palma de la mano.

Hace algunas semanas, Berlín celebraba el aniversario 25 de la caída del muro que los dividió por 28 años. Y cómo no, esta celebración podría haber sido ser la excusa propicia para sacar partido de mezquinas cuentas políticas, metáforas ideológicas y otras tantas formas de aprovechar la luz del foco de la atención mundial. Y dicho sea de paso, estrujar hasta la última gota la figura del “muro” (aplicable a incontables analogías). Es así como sin mayor sorpresa, pudimos ver cientos de editoriales, columnas de opinión y reportajes que interpretaban para sí y sus propios intereses, la caída de la cortina de más de 45 kilómetros que separaba esta ciudad – y al mundo – en dos. Válidas opiniones por cierto.

Sin embargo, Berlín no cayó en la trampa. Efectivamente, el domingo 9 de noviembre el mundo político estuvo presente el acto de celebración. Pudimos ver sobre el escenario a personajes como el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, al último presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, y al primer presidente de la Polonia postsoviética y premio Nobel de la Paz, Lech Walesa. La canciller alemana Ángela Merkel por su parte, que no estuvo en el acto masivo, también asistió a diversas actividades relacionadas con el aniversario. Claramente, el muro y su caída son hechos profundamente políticos. Pero aquí no hubo ni discursos ni pancartas. Berlín decidió concebir y desarrollar esta fiesta centrándose en los verdaderos artífices de esta revolución: su gente.  Y no interpreto nada acá. Fue literal y explícito.

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El proyecto Lichtgrenze [borde o frontera de luz], fue propuesto por Christopher Bauder y Marc Bauder, y desarrollado en algo más de un año, por los organizadores del evento de celebración,  la ONG Kulturprojekte Berlín y la Fundación Robert-Havemann. La instalación, buscaba recordar el trazado exacto del muro original (hoy casi perdido entre las calles y nuevas construcciones) y por supuesto, las historias humanas tras el muro1 .  8 mil globos inflados con helio, serían puestos sobre pedestales de lámparas de pie para iluminar 15,3 kilómetros del recorrido original del muro.  Cada uno de estos globos serían “apadrinados” por voluntarios de distintas partes de Berlín, y de Alemania en general. Ellos serían los encargados de cuidar los globos durante el segundo fin de semana de noviembre y soltarlos la noche del 9 de noviembre.  Así como también, de colgar en estos globos de luz, sus mensajes de esperanzas, deseos o simplemente sus historias.

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Y fue así fue como el domingo recién pasado, a las 7:20 horas, con más de 2 millones de personas en las calles berlinesas, esos 8 mil globos volaron sucesivamente hacia la libertad. Para uno a uno, hacer desaparecer aquella frontera. Cada uno de los que formó el muro, también lo hizo desaparecer. Un gesto simple pero lleno de simbolismo para esta historia profundamente humana.  La de la caída, por supuesto. Pero también la de su conmemoración.

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  1. Libro Wall Stories, 2015, pág. 158 []