Representaciones emergentes… / Consideraciones sobre Ciudad Sísifo
“Ciudad Sísifo”, es una exposición curada por Matías Allende y Carol Illanes (MAC, Quinta Normal, 2014), que reunió a 10 artistas bajo los conceptos de “mito” y “errancia” en una lectura a la ciudad de Santiago, una ciudad que se reconstruye constantemente tanto por sus condiciones topográficas como sociopolíticas. Giannina Rajdl comenta la muestra en este texto postcuratorial.
Por Giannina Rajd, Escritora actualmente estudiante, Magister de Teoría e Historia del Arte en la Universidad de Chile.
“La forma de una ciudad / cambia más rápidamente que el corazón de un mortal”1 .
Las construcciones en el suelo siempre han sido un tema, ya que, las ciudades emergen de este y forman con él un todo indisociable, las ciudades son arquitectura, por lo tanto son el resultado de la composición entre construcción y suelo. La ciudad de Santiago es una ciudad cifrada por múltiples historias ligadas a la tierra; ligada a las transformaciones sociales y avances tecnológicos, que está condenada una y otra vez a recomenzar, una ciudad que desde su inicio, solo sabe de inicios. Una ciudad que está en la eterna inminencia del acontecer, donde la errancia de su temporalidad es la principal resistencia al formar su identidad. Una ciudad que en cada intento de (re)comienzo lucha con lo inhóspito de su geografía y con la fuerza de la sangre de la tierra.
“Los dioses habían condenado a Sísifo a hacer rodar una roca hasta la cima de una montaña, donde la piedra volvía a caer por su peso. Habían pensado que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”2 .
La ciudad de Santiago atacada por Michimalonco en 1541 es alegoría de esto, una ciudad que al tiempo de ser fundada se ve en el proscenio del recomienzo, evidenciando desde su emergencia la falta3 de una columna vertebral indiciaria sobre lo que cabe esperar de la ciudad, es esta errancia la condena de Santiago, de la misma forma que volver diariamente a cargar la roca hacia la cima, careciendo de finalidad y sabiendo que tendrá que (re)comenzar, es la condena de Sísifo, esta roca es la modernización que imperecederamente y desde su inicio la ciudad de Santiago lleva a cuestas.
Es en este contexto que la exposición “Ciudad Sísifo” se emplaza como un mirar la ciudad, un verse uno mismo mirando; es la reunión de múltiples representaciones sobre Santiago, es la construcción de un relato donde la palabra nos sitúa en la apertura hacia la ciudad. Es chance para pensar lo social, lo cotidiano, la subjetividad, la experiencia, el ethos, pero ya no en tanto relato y una mirada moderna, sino desde lo contemporáneo. Donde la configuración y (re)configuración es el punto de inicio para pensar lo no pensado y representar diversas formas de comparecer con Santiago.
La curaduría de Matías Allende y Carol Illanes, desde la creación ficcional, genera una apertura sobre la cual co-inciden las obras: Neary con Tantalo pone en escena una sensibilidad que cotidianamente no comparece cuando hablamos de la ciudad lo intimo. Briceño con Superviviente piensa un problema como la salud, desde la arquitectura desublimando problemáticas que históricamente han estado en ámbitos disímiles de la ciudad. Cristóbal y Joaquín de León & Cociña, versa sobre lo inmanente, dando representación a estructuras y a las capas de la superficie. Del Favero con Dromos abre un relato sobre una ciudad que desde el desarrollo y velocidad desplazó hacia los márgenes al resto, a aquellos que se sustraen al ritmo que la actualidad impone. Los Hijos Bastardos de Andonie habla desde un doble filo: por un lado su montaje: la imposibilidad dada por el peso de sus piezas como Sísifo que vive en la imposibilidad de llegar a la cima, por otro: narra sobre construcciones que no se sabe para que sirven pero sirven, alegoría de los elefantes blancos que habitan nuestra ciudad. La imposibilidad de la ciudad limpia es lo que pone en escena Silva con Lava y Seca dando representación al vagabundo como resistencia en esta ciudad que se quiere como una capital pulcra, una suciedad contenida por la limpieza. Cuando defenestramos del escenario representacional lo trascendental permanece lo cotidiano, con Low Low Low I Angelini incluye en el imaginario lo confiable, lo familiar de la ciudad. La expansión hasta los límites de la ciudad que lo ofrece todo, pero que, no puede entregar calidad, pues la estetización de ésta lo subsumió todo, lo visibiliza Rojas con Posperiferia. Las fisuras y quiebres entre generaciones y conductas culturales es la representación que visualiza Astorga con Hijas de la Grieta, la memoria fisurada como posibilidad de una identidad que valida la errancia.
La ciudad de Santiago que parece levitar entre tanto relato utópico encuentra en “Ciudad Sísifo” la traza pérdida de la relación ciudad/suelo, en tanto superficie de inscripción; siendo un escenario para la creación de imágenes, sin lugar a duda esto implica un cambio en la forma de comparecer con la roca y por ende con la ciudad, pues cada segmento material de la roca que Sísifo carga, no es ya la eterna condena, sino que es una invitación a pensar la ciudad desde otras perspectivas, invitación que los artistas acogieron. Es, justamente ahí, donde sus obras encuentran lugar… acontecen como expresiones vigentes y pragmáticas, que encuadran una mirada sobre la ciudad, visualizan, visibilizan, problematizan y traen a escena el detalle, lo que hace ruido y aquello que no siempre se ve y se piensa de la ciudad. Son obras que presentan lo no presentado, por ende: ficcionan, fraccionan y reformulan el imaginario, la subjetividad y la representación de/sobre lo urbano. Piensan y dan representación al espacio público/privado, es decir, una vez más, presentan aquello de la ciudad que está presente sin ser presentado.