Pargua ya siente el efecto económico de la construcción del futuro puente Chacao
Por Soledad Neira Farías, El Mercurio.
Fases previas a la instalación de faenas:
Se aprecia la edificación de cabañas, ampliación de negocios, circulación de camiones para el movimiento de tierra y personas que buscan trabajo en el despeje del terreno para el campamento que recibirá a unos 300 empleados del consorcio internacional.
Una creciente actividad vive la localidad de Pargua, situada a 54 kilómetros al suroeste de Puerto Montt, sobre la ribera norte del canal de Chacao.
El poblado -surgido al alero del cruce marítimo hacia la Isla Grande de Chiloé- se prepara para la masiva llegada de trabajadores, profesionales y técnicos que durante los próximos 7 años participarán en la construcción del puente Chacao, para conectar a la isla con el continente.
Y si bien temen que el acceso norte al futuro puente, a 5 kilómetros del pueblo, aleje a los turistas de Pargua, “durante la construcción se generará una gran actividad económica”. Así lo dice Ximena Licandeo, dueña del supermercado Las Brujas.
“Ya estamos viendo un mayor movimiento, especialmente en la noche”, comenta Licandeo, quien ya amplió su local, y quiere hacerlo una vez más para aprovechar lo que esperan sean “7 años de vacas gordas”.
Con una apuesta mayor, María Eugenia González construye cabañas y un centro de eventos. “Son tres, con una inversión bastante grande, de muy buena calidad”, afirma. Y si las arrienda rápido, espera construir más.
Terreno le sobra, con una vista privilegiada sobre el canal, justo en el punto donde se construirá el puente.
Cerca de allí, una empresa contratista prepara el sitio donde durante los próximos 8 meses se “armará” el campamento que albergará a unos 300 trabajadores tanto de las empresas coreanas como brasileñas que participan en las primeras fases de construcción.
“Armado”, porque los paneles tipo lego llegarán listos desde Corea, y solo se ensamblarán, según explica Moisés Eom, de la empresa contratista que levantará el campamento, que incluye dormitorios, oficinas, casino, gimnasio y cancha de básquetbol, entre otras comodidades.
Decenas de personas arriban a diario a Pargua desde Puerto Montt, Maullín y de otras comunas vecinas con carpetas bajo el brazo buscando “pega” como jornales para la preparación del terreno del campamento.
“Vine a dejar mi currículo”, dice Daniel Muñoz, quien llegó con el documento en una mano y cargando a su hija de 2 años con la otra. “La paga va a ser buena, y hay que buscar mejores condiciones económicas para la familia”, asegura, mientras espera el bus de vuelta a Puerto Montt.
“Son como 450 lucas, le ponen la locomoción y le dan almuerzo”, explica Rodrigo Álvarez, quien también llegó desde Puerto Montt.
No son los únicos que sacan cuentas alegres. Ana Velásquez recibe una remuneración similar como nana en la casa de los primeros coreanos, que ya se instalaron en una vivienda arrendada en Pargua. “Estoy aprendiendo a cocinar sus comidas típicas. Traen todos sus ingredientes, y hago las cosas de la casa”, dice, entusiasmada.
También su esposo, Raúl Soto, encontró trabajo con los coreanos, y está feliz, porque no tiene que salir del pueblo a trabajar.
Asimismo, se han generado muchos arriendos de propiedades. Casas para las oficinas, terrenos para las distintas faenas y las canteras desde donde se tendrán que sacar miles de metros cúbicos de material.
Pero esto es la partida, dice Ximena. En el pueblo aún recuerdan cuando la construcción de plantas de alimentos para peces trajo hasta 500 personas que se desempeñaron en la misma época. “Hay que trabajar harto ahora”, afirma. ¿Y después? “Después vamos a ver qué pasa con nuestro Pargua… yo le tengo fe”, dice la mujer.