Columna El Observador Urbano: “Cambiar el gris por el verde”
Por Miguel Laborde, El Mercurio.
Esta idea, que orienta a la Fundación Mi Parque, luego de siete años creando áreas verdes en barrios necesitados, la definió Benjamín Vicuña Mackenna cuando lo criticaron por el costo del Santa Lucía: “Es obra esencial de democracia”.
El grupo de arquitectos jóvenes que inició esta fundación, en 2007, tenía claro que el Estado y la sociedad civil estaban orientados a la vivienda. Previsible, pero alguien debía preocuparse del espacio público. Pronto sumaron gente de otras profesiones, porque no bastaba con llegar y construir un área verde. El resultado podía ser decepcionante, una inversión perdida.
El propio Estado descubrió hace años que sin participación ciudadana todo termina en pocos meses con faroles rotos, mobiliario dañado y especies plantadas desaparecidas. Al haber diálogo en torno al barrio que se sueña, el proyecto genera espíritu de comunidad -a veces entre personas que se saludaban sin conversar- y eso daba lugar a una actividad indispensable para que el área verde llegara a su madurez.
Como el ser humano mismo, cuyos primeros años son decisivos -“lo que parte mal termina mal”-, la formación inicial, cuando todo es frágil, requiere de cuidados especiales. En países desarrollados, incluso, hay vecinos que asumen tareas personalmente y llegan con una regadera, por ejemplo, a rincones o retazos donde el riego provisto por los camiones edilicios no es suficiente.
El diálogo con la comunidad, ese tiempo invertido en hablar, se ha demostrado obligatorio. Por lo demás, los vecinos tienen un conocimiento no despreciable. Es por eso que, más allá del derecho a opinar sobre su entorno, ellos pueden mejorar un proyecto.
La película “Matar a un hombre” (2014), basada en hechos reales, refleja muy bien lo que sucede cuando las decisiones de las autoridades son distantes. Todo comienza en un barrio sencillo del sur chileno, donde una familia esforzada ve que les construyen unos bloques al frente. Llegan personas ajenas, de diferentes lugares, sin redes previas ni interés en el lugar. No son ni quieren ser comunidad e introducen liderazgos negativos. La policía no responde, el municipio tampoco, la familia está sola y el dueño de casa empieza a ver que, para defender a su familia, tal vez deba aprender a ser violento. Pero él es un hombre bueno… Es la película 2014 que nos representó para los premios Oscar y Goya.
Todo esto se hace real cuando uno se encuentra, por el contrario, con un trozo verde en medio de La Pincoya, relumbrante y milagroso, como un oasis en el desierto. Si uno indaga en su origen, emerge algo muy concreto en medio de tanta retórica sobre la desigualdad. La Fundación Mi Parque ya tiene 185 proyectos repartidos en 44 comunas desde Arica a Punta Arenas, casi 300 mil metros cuadrados de áreas verdes en sectores vulnerables, 20 mil voluntarios cooperadores y, lo más importante, más de 300 mil chilenos han visto mejorar su entorno gracias a esta generosa e inteligente tarea de “cambiar el gris por el verde”.
El sitio de la organización: www.miparque.cl
Fundación Mi ParqueSuma 185 proyectos en 44 comunas, que benefician a 300 mil chilenos.