Opinión: El determinismo porteño
Por Francisco Sánchez, investigador de Fundación P!ensa.
Se suele señalar el “determinismo” de algunas ciudades con respecto a que su rol, ya sea como puertos, capitales gubernamentales, agrarias o mineras, es incontrarrestable y definitivo. Lo cierto es que la historia nos puede dar múltiples ejemplos de cómo el desarrollo urbano, las aspiraciones de sus habitantes y las circunstancias de la naturaleza van configurando nuevas facetas en su desarrollo.
Desde esa perspectiva podemos señalar los casos de San Francisco (EEUU), Saint-Malo (Francia) y Valparaíso (Chile). Las localidades cuentan con varios aspectos en común, pero principalmente el hecho de ser ciudades que nacieron en torno a su puerto, generando actividades en relación a esta importante industria. Aún así, las circunstancias que las forjaron fueron tan diversas como las personas que recorrieron por sus calles y sus recovecos.
Las tres estuvieron unidas por el intercambio de las ideas que diversos intelectuales fueron transmitiendo y compartiendo. Fruto de eso es que paulatinamente aquellas localidades dejaron su vocación inicial de puerto, conformando ciudades en torno a una riqueza y diversidad que les dio una nueva faceta, desarrollo y espacios de transformación. Los casos señalados no solo fueron generando un polo portuario, es más, se han configurado como ciudades de un riquísimo valor arquitectónico con características únicas, núcleos de importantes universidades donde la creación de conocimiento, difusión y formación fueron dando una faceta distinta al quehacer cotidiano con mentes jóvenes ávidas de encontrar nuevas formas de ver el mundo. Poco a poco se convirtieron en atractivos turísticos de nivel mundial en donde su historia, pero también su futuro, van conjugando un entorno fantástico que es un imán para miles de turistas cada año.
El progreso tiene esa doble dimensión en que la nostalgia, avances y las ventajas comparativas de una actividad económica tienen que ser complementadas. La maravilla de la geografía para el desarrollo de una actividad no necesariamente puede contener la natural aspiración humana a convivir con su pasado y desarrollar su futuro asumiendo nuevos roles, desafíos y características.
Las ciudades mencionadas son más que simples puertos. Hoy en día son polos de un desarrollo humano integral donde el patrimonio y la industria conviven asumiendo el nuevo rol que estas localidades han generado, es el valor en sí mismo del ejercicio de la libertad y las aspiraciones de las personas que van configurando, con el paso del tiempo, nuevas identidades locales que van cambiando el dinamismo del quehacer urbano y van forjando la sociedad.
Pretender eternizar el rol inicial de una localidad es, hasta cierta medida, contener estas aspiraciones naturales y espontáneas. Lo importante es lograr quitar este letargo y creer que cada uno puede forjar su propio destino, aspirar a la búsqueda de su propia felicidad y así poder aportar en forma decisiva al crecimiento de la sociedad. Es lo que une a estas tres ciudades, y sin duda muchas más, que han hecho levantar millones de veces a sus habitantes esperando poder construir un mejor futuro en cooperación y esfuerzo.
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