Ante aguda sequía, agricultores demandan construcción del embalse Puntilla del Viento
Por Hernán Cisternas Arellano, El Mercurio.
Complejo escenario hídrico en amplias zonas cruzadas por el río Aconcagua:
En las provincias de San Felipe, Los Andes y Cordillera se han sacrificado plantaciones para salvar otros cultivos con la escasa agua disponible.
Hace 90 años, el Presidente Arturo Alessandri Palma ordenó un primer estudio para construir un embalse de cabecera en el río Aconcagua, proyecto que desde entonces se conoce como Puntilla del Viento. En 1970 se iniciaron las obras preliminares, que se paralizaron a poco andar. Actualmente, los diseños están terminados y se encuentra aprobado el estudio de impacto ambiental, pero no ha habido una decisión para llamar a licitación.
Los nueve mil regantes de la primera sección del río Aconcagua -que corresponden a las provincias de Los Andes y San Felipe, en la Región de Valparaíso, y Cordillera, en la Región Metropolitana-, se ilusionaron cuando en junio del año pasado el ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga, señaló ante la comisión homónima del Senado, que la licitación se realizaría probablemente en 2015 y que la decisión se tomaría en septiembre. Luego, ante la Comisión Especial sobre Recursos Hídricos, Desertificación y Sequía, el 13 de noviembre, anunció que la decisión se adoptaría el 30 de ese mes, sin que ello ocurriera.
Javier Crasemann, presidente de la junta de vigilancia de la primera sección, señaló que tras cinco años de sequía, con pronósticos de que la situación no mejorará en el futuro y que la desertificación está a las puertas de Santiago, urge contar en el río Aconcagua con infraestructura que permita acumular agua para los períodos de mayor demanda y menor caudal, única forma de asegurar su disponibilidad.
Drama agrícola
Al igual que varios regantes del río Aconcagua, Gonzalo Chinchilla, propietario de Agrícola Santa Elisa -en la provincia de Cordillera, al norte de Santiago-, se vio en la obligación de sacrificar el 40% de las 73 hectáreas de uva de mesa de exportación, al no contar con agua suficiente para todo el predio.
Señaló que la resolución fue dolorosa, porque debió suspenderles el riego cuando ya se había hecho el trabajo verde. “Los productos de exportación requieren de una calidad mínima. No puedo llevar al extranjero una uva chica, porque no tiene mercado. Tuve que decidir entre darle agua a la mitad o no exportar nada, porque el agua no alcanza para todo”, explicó.
Respecto de las plantaciones que desde septiembre del año pasado quedaron sin riego, explicó que las parras no se van a recuperar. “Esto ya se perdió”, dijo. Para una plantación de nogales que tiene en San Felipe, el agua que recibe los viernes a las 21 horas y almacena en un tranque solo le permite un riego de 10 horas a la semana, no obstante que los árboles debieran ser regados entre 4 y 5 horas diarias.
En el sector de San Vicente, provincia de Los Andes, los pequeños productores agrícolas que dependen del canal La Petaca reciben agua en turnos cada 15 o 20 días.
El parcelero Vicente Urbina advirtió sobre el crítico escenario. “Tuvimos que organizarnos para compartirla. Tenemos que ser verdaderos magos para usarla. Quienes tenemos frutales no podemos suspender el riego, para lograr los calibres necesarios. Quienes tienen cultivos tradicionales, como maíz, papas o huertos, al no contar con agua en forma permanente han preferido no sembrar y arrendar sus derechos a quienes tienen frutales. Si ellos dejan de regar, pierden una temporada, mientras que si yo no riego mis árboles pierdo la inversión de años”.
Posibles soluciones
Javier Crasemann planteó que como dirigentes del tema del agua se sienten en la obligación de hacer ver a la ciudadanía y a las autoridades que están viviendo una situación grave. “Si la sequía continúa, si no hay reacción del Estado y no se toma conciencia de lo que está pasando, estamos sonados”, aseveró.
Fernando Iacobelli, vicepresidente de la junta de vigilancia de la primera sección, señaló que hay que hacer obras de largo plazo, porque Chile tiene que cumplir con el compromiso con Naciones Unidas para combatir la desertificación. “Vemos que esto no se está haciendo y es preocupante. No pretendemos que el Estado nos haga un regalo, porque las inversiones que realice tendrán un retorno importante a través de los impuestos”.
Crasemann indicó que los agricultores están dispuestos a cofinanciar la construcción del embalse de cabecera, con el pago del 30% de su valor, con apoyo de un crédito Corfo para los productores más grandes y financiamiento de Indap para los pequeños. “Esto se lo ofrecimos al ministro, sin respuesta hasta ahora”, agregó.
Proyecto está en revisión y se evalúan alternativasAl ser consultado sobre el aplazamiento de la decisión que se esperaba para noviembre, el secretario regional del Ministerio de Obras Públicas en Valparaíso, Miguel Saavedra, afirmó que el proyecto del embalse Puntilla del Viento está en revisión y análisis.
Planteó que hay algunas dificultades e interferencias, en especial respecto de la relocalización de 580 familias que viven en la zona inundable, además de la reposición de 12 kilómetros del camino internacional a Mendoza, de 9 kilómetros de la línea del ferrocarril de Los Andes a Río Blanco y el traslado de dos líneas de alta tensión.
Indicó que en razón de lo anterior “el ministro ha pedido un mayor análisis de un embalse de cabecera en el río Aconcagua. Puede ser este (Puntilla del Viento) o una alternativa. Esperamos tener alguna noticia en las próximas semanas. Lo importante acá es que el Ministerio de Obras Públicas está trabajando para que el Aconcagua pueda contar con un embalse de cabecera”.
Respecto de que un proyecto alternativo requeriría de otros tres o cuatro años de tramitación, mientras que el de Puntilla del Viento ya cuenta con su diseño y tiene aprobado el estudio de impacto ambiental, indicó que entienden la urgencia del embalse. “El MOP está buscando fórmulas para acelerar los plazos de toda la infraestructura hídrica que necesita el país”, aseguró.
El embalse Puntilla del Viento está proyectado con una capacidad total de 123 millones de m {+3} y un costo de obras de $242.000 millones.