Los edificios fantasmas que dejó el 27/F
Por M. J. Jarpa, M. Miranda, C. P. Pemjean y D. Astudillo, La Tercera.
La disímil realidad de las construcciones “emblemáticas” del terremoto. Inmuebles abandonados, otros reparados y algunos ya demolidos son parte de heridas urbanas aún abiertas, en las regiones más afectadas por el sismo. Residentes e inmobiliarias siguen en litigios, a la espera de cerrar el capítulo.
Las escaleras del edificio Central Park, de calle Balmaceda, comuna de Santiago, están oscuras. Ya no se escuchan las voces de las 171 familias que residían en esta torre de 19 pisos, levantada por la constructora DLP y la inmobiliaria IGSA S.A., debido a que quedó con daños estructurales tras el terremoto del 27/F, entre ellos, el colapso de dos pilares en su subterráneo. Hoy, sólo se escuchan los pasos de Sandra Medina, propietaria de un departamento del piso 11. Ella, provista de una linterna, ingresa y muestra los fierros a la vista y las trizaduras en las paredes de lo que fue su hogar.
“Mi departamento era lindo, grande. Cuando compras tu vivienda tratas de invertir en lo mejor, en muebles y electrodomésticos. Pensaba que tendría esto hasta que muriera”, cuenta.
Actualmente, Sandra arrienda un pequeño departamento en el edificio contiguo. Para poder pagar el dividendo de su casa deshabitada, que asciende a $ 184 mil mensual, más el nuevo arriendo, de $ 300 mil, debe trabajar de lunes a domingo. “Quiero que reparen el edificio, nos indemnicen y me entreguen mi departamento tal como lo compré. Me saqué la mugre por esa casa. Han pasado cinco años y nada”, relata la mujer, que junto a otras seis personas no aceptó la propuesta de indemnización de la empresa y sigue en litigio junto a un abogado.
El edificio, hoy inhabitable, está resguardado por un cuidador. Aún no se puede pensar en una eventual demolición, ya que hay litigios pendientes entre residentes y la inmobiliaria. En su exterior hay rayados y en su estacionamiento aún permanecen tres autos. Ana María Bravo, vecina del sector, dice que los vehículos pertenecen a ex propietarios. Agrega que tiene temor de que el edificio se venga abajo: “A todos nos da miedo de que con un temblor fuerte se caiga”.
Este caso, sin embargo, no es único en el país. El argot ciudadano bautizó como “edificios fantasmas” a esas grandes moles que desde hace cinco años, tras el megasismo, quedaron vacías y abandonadas. De acuerdo a un informe elaborado en 2010 por el Colegio de Ingenieros, un 14,4% de las viviendas -casas y edificios- presentaba daños de alguna índole y no eran habitables, pero un 97% de ellos se podían reparar.
En el Ministerio de Vivienda informaron que actualmente no existe un catastro de edificios privados dañados por el 27/F, ya que no son objeto de subsidios del Estado o de políticas públicas.
En la Región del Biobío hay varios edificios por demoler, pero que de momento están a merced de personas en situación de calle, que los usan para pernoctar. Uno de ellos ese ubica en la comuna de Hualpén, cuya demolición sigue bajo examen de la Corte Suprema, luego que Inmobiliaria Colón presentara un recurso de casación. Se trata de la torre C del complejo Puerto de Palos, que quedó con daños estructurales, según determinó el municipio local.
Otro ejemplo en la ciudad penquista es el edificio Plaza del Río, ubicado en calle Salas, que quedó deshabitado y en su estacionamiento aún se ven vehículos bajo muros de concreto que se cayeron para el terremoto. Sergio Mora, vecino del sector, asegura que “lo ideal sería que hicieran algo con el terreno, porque está vacío. Ahora hay cuidadores y unos perros, para evitar que la gente entre y lo use para dormir”. A este inmueble se suma el ex edificio de la Contraloría, en calle O’Higgins, que permanece clausurado.
En Viña del Mar, V Región, una decena de edificios quedó con daños severos después del sismo. De ellos, las construcciones Antígona, Festival y Toledo, todos ubicados en el sector céntrico, tienen órdenes de demolición pendientes, mientras se resuelven litigios judiciales entre propietarios e inmobiliarias.
En la Región Metropolitana, en tanto, otro caso es el Condominio Sol Oriente, de la comuna de Macul. El complejo habitacional, de 19 pisos y 184 departamentos, también quedó inhabilitado tras el terremoto por daños estructurales. Ese mismo año, la dirección de obras de la Municipalidad de Macul declaró su orden de demolición. No obstante, según los vecinos del sector, hasta 2011 no hubo avances en esta materia, por lo que el municipio -junto a los propietarios- decidió llevar a juicio a la Inmobiliaria Viva. El jefe de la dirección de obras municipales de Macul, Osvaldo Berrios, asegura que “en el juicio la empresa presentó informes técnicos que permitieron alzar el decreto de demolición y se permitió su reparación, la que comenzó el 2013”. El edificio se encontraría ya casi finalizado y tiene fecha de entrega para este año.
En Maipú, la construcción Don Tristán, la cual se convirtió en un ícono de los inmuebles colapsados por el 27/F, ya no existe. Fue demolida el 2011 y hoy sólo queda un peladero y un letrero que dice “ se vende”. Claudio Villalobos, quien vivió en el edificio junto a su madre y hermano, asegura que “ya asumimos la pérdida. Cuando aún estaba en pie, era deprimente pasar por fuera y ver nuestras cosas, nuestra casa”.
A modo de balance, el presidente de la Asociación Chilena de Municipalidades y actual alcalde de Maipú, Christian Vittori, señala que “hoy, lo más preocupante, es que todavía hay muchas comunas donde las empresas que ejecutaron trabajos de reconstrucción no han regularizado los permisos de edificación”.
En cuanto a los edificios que quedaron con daños importantes e inhabitables, Vittori alude a la “ burocracia” para resolver la situación de los afectados. Citó el caso del edificio Hermanos Carrera, en Maipú, al cual, si bien actualmente está habitado, se le tuvo que demoler el ala oriente. “Este edificio fue declarado inhabitable y a la semana siguiente del terremoto se decretó su demolición, pero la autoridad se demoró cuatros años en tramitarla”.