27/F: turistas vuelven a hacer camping en la Isla Orrego
Por Paula Riquelme, La Tercera.
Constitución recibió a veraneantes en kayak y motos de agua.
Las cosas van cambiando. Hace cinco años, el tsunami del 27/F cobró la vida de casi medio centenar de personas en el río Maule. Hoy, sin embargo, la Isla Orrego, de Constitución, donde se levanta un santuario en recuerdo de las víctimas, ha vuelto a llenarse de vida y de gente dispuesta a pasear, a bañarse y a acampar. “No se trata de olvidar la tragedia”, aclaran los residentes, “pero sí de volver a posicionar a este lugar como el polo turístico que era”.
El primer reflejo de ello es el aumento de embarcaciones turísticas en el río Maule. Según la Capitanía de Puerto de Constitución, este año hay 15 botes de paseo, tres más que el año pasado, entre los que se cuenta un catamarán para 60 personas. A eso se suma una decena de kayaks para arrendar y un par de motos de agua, que hasta el año pasado no existían. “Cada día, unos cien turistas cruzan en bote hacia la isla; los fines de semana la cifra se triplica”, apunta un locatario de la zona.
Sandra Contreras, quien perdió a siete miembros de su familia en la Isla Orrego, es la precursora del memorial levantado allí, en 2010. Una cruz de hierro, de siete metros de altura, recuerda a los 97 fallecidos y 10 desaparecidos. Desde entonces, la isla se convirtió en un lugar de oración y recogimiento, muy poco visitada, salvo por familiares y amigos de víctimas.
Sin embargo, este verano eso parece haber cambiado. La propia Sandra comenta que “ha variado mucho la actitud de la gente, la memoria es frágil. Para mí, la isla siempre va a tener un carácter sagrado; voy casi todos los días a dejar flores y limpiar basura”.
El pescador y botero Gerardo Díaz también participó en la instalación del memorial. Comenta que “recién este año la gente espontáneamente comenzó a pedir que los lleváramos a la isla, porque hay sectores muy seguros para bañarse. Antes sólo pedían navegar por afuera”.
La familia Morales, de Talca, estuvo haciendo camping por el día en la Isla Orrego. Carolina Morales dice que “es la primera vez que vamos después del terremoto; había más gente y nos gustó para bañarnos, pero primero fuimos al memorial. Es un lugar muy lindo, donde se respira mucha tranquilidad. Uno no olvida lo que allí ocurrió”.
En cambio, la familia Canales Muñoz, de Santiago, permaneció apenas una hora en el lugar: “Me dio mucha pena estar ahí, porque hay fotos de niños fallecidos, animitas y flores; uno no puede dejar de pensar en la tragedia”.
Henrique Vergara, dueño del bote Capitán Simpson, agrega que “este año la gente le ha perdido el miedo a bañarse y acampar. Eso es bueno, porque lo terrible ya pasó y ahora tenemos que hacer que la isla vuelva a ser como antes. Esto no es un cementerio, es un lugar turístico. Hay que pasarlo bien, con respeto”.
Un memorial en Curanipe
“Mis suegros tenían una platita guardada y la familia decidió que, en vez de repartirnos el dinero, lo invirtiéramos en una memorial, para recordar a toda la gente de Curanipe, Pelluhue y Lovel Van”. Así recuerda Bristela Gajardo la creación del memorial de la familia Rivas Recabal en este último sector, de la Séptima Región, donde murieron tres parientes suyos, en el 27/F. “Yo estuve a punto de perder a mi marido, que terminó sobre unas rocas y con todas su uñas destrozadas por aferrarse a las ramas y rocas para salvarse”, cuenta. Agrega que “en febrero siempre hacemos un Novenario, que son oraciones en recuerdo de todos los vecinos que murieron en esta fecha, y que termina la noche del 26 de febrero; entonces, empieza una vigilia, en espera de las 03:34. Compartimos mate y recuerdos. Y finalizamos con una misa en el memorial”.
El viaje del paramédico
Raúl Aliste es paramédico en Rancagua y tiene un terreno en el sector La Paloma, Pelluhue. Por su trabajo, el 27/F estaba de turno en la Sexta Región. Llegó a la zona del tsunami sólo dos días después. “Viajamos con mi señora a Pelluhue y era un pueblo de zombis. Mucha gente pidiendo ayuda, leche, comida, agua. En nuestro terreno encontramos a decenas de vecinos acampando a la intemperie; otros levantaron improvisadas carpas, había fogatas. Les dijimos que permanecieran el tiempo que quisieran y así fue. Ayudamos en lo que pudimos. Ocuparon varias semanas el sitio”. Hoy, en ese lugar, el paramédico levantó tres cabañas de veraneo.