Arte y Ciudad: Entrevista a Eduardo Martínez Bonati, co-autor del mural del paso bajo nivel Santa Lucía
La contribución que Eduardo Martínez Bonati ha hecho al arte chileno ha sido fundamental tanto en variedad de formatos (una extensa producción que recorre la pintura, el grabado y el “arte integrado”), como en su gestión y labor educativa. Junto a José Balmes, Gracia Barrios, Roser Bru, Bonati formó parte del Grupo Signo a comienzos de los sesenta, una agrupación de artistas que venía a inaugurar el informalismo pictórico mediante un arte gestual, que respondía a las coyunturas sociopolíticas.
Fue profesor de grabado en la Universidad de Chile hasta el 75, teniendo como alumnos a destacados artistas, como Francisco Brugnoli, Eugenio Dittborn y Carlos Leppe. No solo será co-autor de una de las obras ya míticas del espacio público, el Paso Bajo Nivel de Santa Lucía (junto a Carlos Ortúzar e Iván Vial), sino también cumplirá un rol fundamental en la construcción el edificio para UNCTAD III, como asesor artístico.
A continuación la entrevista en la que nos contó sobre la importancia de arte en el espacio público, la valoración que tiene en Chile y más.
1. ¿Cuál crees que es la importancia del arte en el espacio público?
Construir una sociedad implica crear ámbitos. Ámbitos educacionales, de dispersión e interacción, etcétera. La idea que siempre he tenido respecto al arte, es sacarlo del clasismo de las galerías y los museos. Ya que una buena exposición la van a ver 300 personas a la inauguración y ahí queda. Pero un objeto en la calle tiene constantemente presencia para quienes lo ven. Tampoco se trata de inundar una ciudad con imágenes, como está ocurriendo ahora que hay de éstas por todos lados. Creo que el arte tiene que ir a más cosas, es importante que la creatividad se desplace de las galerías a adquirir un cierto nivel de utilidad.
2. ¿Qué impacto genera el arte urbano en la ciudad y en sus habitantes?
El impacto de la obra decorativa es primario, actúa directamente por la sorpresa de lo nuevo y lo desconocido. Pero esa comunicación se va de a poco ensordeciendo y hay un momento en que uno pasa y ya ni ve la obra, porque ya no hay comunicación estética. Cuando el arte es arte y sí tiene una comunicación con el casual espectador, eso dura. Cuando es simplemente decorativo, provoca algo a la primera, segunda y tercera vez, pero después ya no.
3. ¿Crees que el arte urbano es valorado en Chile?
El arte se salió solo o no sabemos cómo de las galerías y los museos y necesita espacios para mostrarse. No sé bien, pero creo que sí estamos aprendiendo a valorarlo más.
4. ¿Cuáles crees son las principales diferencias entre exponer en una galería privada y en el espacio público?
Hay algo fundamental que es el nivel de selección. En la calle, el espectador es casual y en tránsito. La galería es un claustro ubicado en barrios de élite, con horarios que coinciden con el horario laboral y altos precios. En este momento, casi todo el arte que se está haciendo no resiste los museos porque no tiene el espacio suficiente. Terminan desarmando las piezas y al final se pierde. Si esos objetos estuvieran en el espacio público revestidos con una funcionalidad estética o si fuesen útiles, como una rampla para caminar o un banco para sentarse, ahí sería otro cuento.
5. ¿Qué buscas entregarle a la ciudad a través de tu obra?
En este momento nada, estoy encerrado en mi taller pintando y no estoy haciendo proyectos. Pero en el pasado, hacer un mundo más bello y formar parte de la comunidad de la ciudad.
6. ¿Qué factores crees que influyen en la permanencia de una obra en el espacio público?
Primero la parte tecnológica, es decir los materiales. Si se emplearon materiales malos, se destiñen, se llueven o se caen. Segundo, la conducta social comunitaria, porque reciben ataques muy rápidamente. Y si está ubicado en zonas en donde a la gente le da por pintar todo encima, los pintan. Sin embargo, cuando de un modo u otro el objeto tiene aceptación social, no los atacan.