Video: 6 principios para hacer que las ciudades sean lugares atractivos
En 2008, el filósofo y escritor suizo, Alain de Botton, fundó la Escuela de la Vida, una organización que se dedica “a desarrollar la inteligencia emocional a través de la ayuda de la cultura”.
A través de esta organización, elaboró seis principios que cree que ayudarían a las ciudades a convertirse en lugares más atractivos, tanto para sus habitantes como para sus visitantes, ya que considera que “el arte de hacer ciudades atractivas se ha perdido”.
A continuación una explicación de cada uno de los principios.
1. Ni muy ordenado ni muy caótico
Según de Botton, una de los aspectos que los seres humanos valoran es el orden visual que, en las ciudades, se representa mediante un balance, una simetría y una repetición de puntos arquitectónicos. Es por esto que, para muchos, París es una ciudad agradable por sobre Dubai, por ejemplo.
No obstante, un exceso de orden puede causar otras problemáticas urbanas, tal como ocurrió en Kowloon, una ciudad amurallada en China que se convirtió en el lugar más denso del planeta en donde llegaron a vivir más de 50 mil personas en una superficie no mayor que 2.6 hectáreas.
Por este motivo, el filósofo propone que las ciudades deben equilibrar el orden y una variedad estética.
2. Vida visible
Un espacio público lleno de vida es mucho más valorado por los habitantes si de verdad lo pueden disfrutar, ya sea a través de caminatas y actividades que se desarrollen en ellos.
Si esto se puede realizar, va a ser visto como más cálido y como una extensión de los espacios privados, creando un sentido de identificación y pertenencia. Esto es posible en aquellos lugares donde toda esta actividad está a la vista y en donde se pueden satisfacer múltiples necesidades, lo que logra atraer más personas y hacer que los espacios sean más activos.
3. Compactas
En las antiguas ciudades, si las personas vivían muy juntas era porque pertenecían a los sectores vulnerables. Es por esto que, para marcar una diferencia, las familias con mayores recursos se trasladaron a vivir en las afueras de la ciudad, según de Button.
Sin embargo, después de un tiempo, esta situación comenzó a ocasionar un aburrimiento entre los habitantes, una monotonía en el paisaje y un consumo mayor de recursos naturales y económicos, entre tantos otros aspectos.
Para tener una idea de lo que esto significa, el filósofo compara a una ciudad compacta, como Barcelona, con otra extensa, como Phoenix, siendo en esta última el lugar en donde se consumen más recursos energéticos únicamente por su extensión y dispersión urbana.
En cambio, en aquellas ciudades que son más compactas, existen espacios comunes, como plazas y parques, en donde los habitantes tienen una extensión de sus espacios privados, aumentando el sentido de pertenencia. Incluso, si una plaza está bien diseñada, lo ideal es que una persona le pueda ver la cara a otra aunque esté en el lado opuesto.
4. Orientación y Misterio
Perderse en una ciudad o caminar sin un ruta definida es algo que a muchos les gusta hacer, pero que no necesariamente debe involucrar un entorno inseguro. En este sentido, el misterio al que se refiere de Button corresponde al hecho de poder descubrir rincones de la ciudad a pie y en donde uno se siente a gusto.
Por este motivo, es muy común que a las personas les guste más caminar por calles angostas que anchas, aunque cada vez existan más avenidas y boulevards. Es por esta razón que el filósofo considera importante que en las ciudades exista un equilibrio entre las calles anchas y las angostas, ya que las primeras ofrecen orientación, mientras que las segundas, misterio.
5. Escala
“Si quieres ver en lo que una sociedad realmente cree, mira a qué están dedicados los enormes edificios del horizonte”. Esta frase, dicha por el académico Joseph Campbell, justifica la postura que tiene de Button en relación a que en muchas ciudades se ha vuelto común que el progreso se asocie al tamaño de las construcciones.
No obstante, hay ciudades como Amsterdam, Berlín, Londres y París, que en gran parte de su superficie han optado por mantener las construcciones más pequeñas, lo que no quiere decir que no se deban hacer grandes construcciones, pero si se hacen, lo ideal es que sean especiales, “algo que la humanidad pueda amar”, de acuerdo al filósofo. Por esto, rescata que grandes construcciones que han sido valoradas en distintas generaciones corresponden a aquellas que reflejan a la sociedad en donde se realizan.
6. Que sea local
Que las ciudades tengan elementos distintivos hace posible que las personas conozcan mejor la cultura de un lugar o sino cada vez que viajaran no notarían la diferencia de la ciudad en la que se encuentran. Una manera de marcar una diferencia -en un sentido positivo- es mediante el uso de materiales de construcción locales.
Si bien así es como se comienza a abordar este principio, el análisis del filósofo se centra en dos áreas: la confusión intelectual en torno a la belleza y la falta de voluntad política.
En la primera, de Button considera que nadie tiene certeza sobre lo que es bonito y lo que no, porque se trata de un tema muy subjetivo. Pero, si se aplica a la ciudad, esta idea se adapta dependiendo de cómo se sienten las personas en los lugares.
En tanto, para la segunda, el filósofo cree que los gobiernos son los encargados de crear ciudades más bonitas para todos.