Policía detecta que bandas que roban bienes patrimoniales ofrecen piezas en catálogos
Por Diego Quevedo D’Aquino, El Mercurio.
Antes de cometer los ilícitos, delincuentes los ofrecen a clientes:
El Cementerio General de Santiago es uno de los lugares más afectados por el ataque de grupos organizados.
Toman las fotografías y en un catálogo, como en un álbum de fotos, archivan imágenes de esculturas que ornamentan distintos lugares de la ciudad. Luego las ofrecen, negocian un precio con un tercero y finalmente las roban.
Así operan las bandas de robo y tráfico de bienes culturales, según las últimas indagaciones de la Brigada Investigadora de Delitos Contra el Medio Ambiente y el Patrimonio Cultural (Bidema).
En estos ilícitos existen dos tipos de delincuentes: el primero, un sujeto que actúa por lo general solo, hurta piezas sin conocer el valor de estas y que, por ejemplo, las puede fundir para vender cobre o bronce.
Hay un segundo grupo, más refinado, que confecciona catálogos con fotos de las obras, que más tarde ofrece a sus posibles receptores. Son pocas bandas, pero son conocidas en este tipo de ilícito. Actúan en grupos que, por lo general, trabajan con encargos.
Las bandas muestran, con fotos, el stock del que disponen y luego sustraen las piezas. En otros casos funciona a la inversa: un receptor los contacta para hacer los encargos.
Según la PDI, el mercado en que circulan estos objetos va desde anticuarios y marmolerías -que con o sin conocimiento adquieren los objetos robados- hasta particulares que tienen colecciones. Durante 2014 y 2013 la policía investigó 86 delitos relacionados al patrimonio cultural, los cuales arrojaron 48 imputados.
Para los detectives es difícil establecer los montos del dinero que mueve este mercado, porque muchos de los objetos que son sustraídos tienen un valor “incalculable”, pues se trata de piezas históricas cuyo fin no es el comercio. Sin embargo, algunas obras, como por ejemplo cinco esculturas de mármol del casco histórico del Cementerio General -que aún siguen sin ser encontradas- costarían más de $12 millones.
El subcomisario de la PDI, Rodrigo Romano, dice que, al igual que en otros delitos, el rédito económico es lo que mueve el interés de estos delincuentes. Sin embargo, algunos de estos desconocen la verdadera magnitud de las obras, por lo que fijan un valor ínfimo en comparación al precio real. Como ocurrió en 2012, cuando fue robada una pintura del siglo XVII desde el Museo de San Francisco. Que casi un mes más tarde apareció gracias a que el dueño de una galería de antigüedades en Providencia avisó a la PDI que se la habían ofrecido por $500 mil.
Cementerio General
Uno de lo sitios más afectados es el Cementerio General, que desde el 2010 a la fecha ha reportado 21 robos, en 15 de los cuales los objetos aún no han sido encontrados entre ellos, cinco esculturas de mármol.
Para el arquitecto Tomás Domínguez, quien desde el 2006 lleva adelante una campaña para evitar el hurto de obras en el recinto, en realidad la cantidad de robos asciende a 31.
Desde el Cementerio General informan que en 2014 no sufrieron sustracciones, debido a que han “aumentado en 34,4% la dotación de vigilantes respecto del 2013”, cuando había nueve guardias por turno para cuidar 86 hectáreas.
Romano, quien le siguió la pista por más de tres meses a una estatua robada en el cementerio, recuerda que, cuando tomó el caso, los guardias le informaron que días antes habían visto a sujetos tomando fotografías de algunos de los objetos que luego fueron sustraídos. El detective afirma que estas esculturas de mármol podrían “ser utilizadas para ornamentar los jardines de grandes propiedades”.
Métodos especialesEl fiscal español Antonio Roma, especialista en patrimonio histórico, indica que las bandas que operan con catálogos para buscar compradores es un hecho común en Europa, pero que puede parecer novedoso para nuestro país. “Desde los años 70 a la actualidad se ha detectado esta forma de hurto. Sin duda es una actividad cada vez más arriesgada, porque Interpol, y también la PDI en Chile, cuenta con un registro de arte robado al que acceden los grandes distribuidores”, dice el abogado.
Roma advierte que la delincuencia se adapta a los tiempos y los lugares, ya que “hoy los ladrones de arte y patrimonio se apoyan en estructuras complejas, que van desde tecnología para la sustracción del patrimonio subacuático hasta apoyo de satélites para la localización de yacimientos bajo tierra”.