Valparaíso es la ciudad más competitiva de Chile y Temuco, la más deficitaria
Resultados de “Índice de Competitividad de Ciudades” elaborado por Jorge Marshall y otros investigadores:
El estudio, que no consideró a la capital en la medición, evalúa qué tan capaces son estos espacios urbanos de brindar progreso. Valparaíso está beneficiada por su sistema universitario, que atrae proyectos de investigación, innovación y a profesionales jóvenes, a pesar de no tener tantas empresas. La ciudad de la Novena Región tiene múltiples falencias productivas, bajos salarios y problemas en su cohesión social.
En un extremo se ubican el Gran Valparaíso, Concepción y Talca. En el otro, Copiapó, Antofagasta y, en el último lugar, Temuco. Son los centros urbanos que representan los mejores y, a la inversa, los lugares con mayores déficits en Chile, a la hora de evaluar -bajo muy diversos parámetros- las oportunidades de progreso que son capaces de brindar a sus habitantes.
Así se desprende del índice “Competitividad de Ciudades”, elaborado por los investigadores Jorge Marshall -ex ministro de Economía y ex consejero del Banco Central-, junto a los académicos Christian Belmar y Gonzalo Escobar, al alero de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello.
El inédito estudio, que presentarán en un seminario este viernes, busca evaluar la competitividad de las ciudades, es decir, qué tan capaces son estos espacios urbanos de fomentar la productividad, la innovación, la movilidad social, los emprendimientos y, en definitiva, ser capaces de brindar oportunidades de progreso. Para ello evaluaron más de cien variables en nueve ciudades de Chile, incluyendo aspectos que tienen que ver con las empresas y el mercado del trabajo, la gestión municipal y las autoridades locales, el urbanismo, los sistemas educativos y universitarios existentes, por nombrar algunos aspectos (ver recuadro sobre la metodología).
Este índice consideró nueve polos urbanos de Chile: Iquique, Antofagasta, Copiapó, Coquimbo, Valparaíso, Talca, Concepción, Temuco y Puerto Montt, con sus respectivas conurbaciones o áreas de influencia. Por ello, en algunos casos, un polo urbano considera varias comunas adyacentes.
El índice no consideró a Santiago, pues por su magnitud y condición de capital hubiera hecho compleja la comparación con ciudades intermedias en tamaño, que es el objetivo de la investigación. Lo correcto para Santiago, explica Jorge Marshall, sería compararla con ciudades capitales de otros países de la región.
Los resultados muestran que Valparaíso -que para este estudio incluye también a Viña del Mar, Concón, Limache, Quilpué y Villa Alemana- lidera el ranking global. En contrapartida, Temuco -que incluye Padre Las Casas, Lautaro y Vilcún- aparece en la peor posición dentro de Chile en el índice general y también al desagregar su performance en variables como su base productiva y contexto social.
En el índice general Valparaíso obtuvo 53,7 puntos, la más alta de las nueve ciudades. Le siguió Concepción, con 52 puntos en el segundo lugar, mientras en el otro extremo, Temuco obtuvo solo 40,2 puntos, en una escala en que cero es el peor resultado y 100 es la mejor calificación de la muestra (ver infografía). El promedio entre las nueve fue de 45,8 puntos.
Si bien la amplitud del estudio permite hacer muchas interpretaciones, los investigadores destacan algunas conclusiones centrales:
Pese a los distintos puntajes obtenidos, Jorge Marshall estima que todas las ciudades son bastante estándar, es decir, ninguna destacó.
“Chile no tiene una suerte de ‘caso de éxito’ a nivel de ciudad. Para mí un título sería: ‘Chile, ciudades sin proyecto (de ciudad)'”, grafica.
También plantea que los alcaldes y municipios son más bien administradores de programas y recursos, pero no generadores de una propuesta, un plan para su ciudad. Y por ello ocurren situaciones como plebiscitar, para que sea la gente la que decida sobre un tema. O también, que si hay algún proyecto de desarrollo pensado desde Santiago -planes Corfo, por ejemplo-, no se involucra al municipio para que lo conozca y lo impulse.
Por otro lado, los investigadores se inclinan más por fortalecer a los alcaldes y al municipio en pos de la descentralización, en vez de fortalecer los gobiernos regionales, que es la propuesta que recogió la Comisión Presidencial para la Descentralización que funcionó en 2014. Los investigadores creen que es la autoridad más cercana y presente la que mejor puede dar respuesta e involucrarse con proyectos de desarrollo, locales y propios.
Otro dato revelador es que, pese a la importancia que puede tener la economía regional -las empresas, la producción en una zona-, los datos muestran que esa prosperidad económica, que puede generar incluso buenos salarios, no necesariamente se traduce en oportunidades de progreso más integrales para los habitantes. “Las ventajas que se puedan tener solo en la base productiva no son suficientes, en esta mirada de competitividad sistémica”, dice Christian Belmar.
Mejor y peor
Pese a que Valparaíso arroja falencias en su base productiva -hay un bajo número de empresas establecidas y no está compuesta por empresas emergentes o maduras-, hay varios indicadores que la hacen sobresalir en innovación, por sobre el resto del país, muy influenciado por su importante e histórica tradición universitaria. “Valparaíso vive de su historia. Junto a Concepción, que es industrial. Las favorece su acervo histórico”, dice Marshall.
Algunos botones de muestra: pese a que comparada con otras ciudades cuenta con un bajo número de grandes empresas instaladas (0,37 por cada mil habitantes, la segunda cifra más baja del estudio), de todas formas es capaz de atraer capital humano.
Las universidades de Valparaíso congregan el 12% del gasto en innovación del total del país. Y su sistema universitario se ganó en 2012 un total de 65 proyectos Fondecyt para investigación, la segunda cifra más alta, tras Concepción, que se llevó 76 concursos. Ambas están muy por sobre las otras ciudades.
Además, es una ciudad que congrega un alto porcentaje de gasto del sector privado (empresas), destinado a investigación y desarrollo (I+D). Del total de este tipo de gasto que se realiza en el país, en este polo urbano de la Quinta Región se canaliza el 7,4%. O sea, de cada $100 que las empresas gastan en I+D en Chile, $7 están en Valparaíso, cifra que es claramente mayor a lo que ocurre en otras ciudades. Iquique o Copiapó solo canalizan en torno al 1%.
En el otro extremo está Temuco, que en buena parte de sus indicadores refleja falencias que incluso la llevan a ser la peor evaluada no solo del ranking global, sino de ítems específicos, como su base productiva y su entorno o contexto social. Como botón de muestra se pueden enumerar trabas como la baja escolaridad y bajo nivel de ocupados y profesionales jóvenes, salarios bajos, escaso número de empresas establecidas en la ciudad y que no generan puestos de trabajo atractivos.
Por ejemplo, en promedio, allí los ingresos provenientes del trabajo le permiten a una persona generar solo $342 mil al mes (pesos de 2011), la menor cifra de todas las ciudades del estudio y ni comparada con Antofagasta, que en este indicador casi duplica aquella cifra, con $608 mil mensuales, la mayor. Lo mismo pasa si se miden los ingresos de los profesionales jóvenes, entre 25 y 35 años: en Temuco, el promedio es de $336 mil mensuales, y en Antofagasta, de $582 mil.
¿Cuánto determina a Temuco el conflicto mapuche? “Lo hace perder mucha capacidad de gobernabilidad”, dice Marshall.
¿Qué pasó con el cobre?
Un dato que llama la atención es que, pese a la bonanza que generó la actividad minera y el súper ciclo del cobre de los últimos años, ciudades del norte ubicadas en la zona minera de Chile, como Iquique, Antofagasta y Copiapó -beneficiadas por este auge-, al parecer, no lograron capitalizarlo.
A pesar de las buenas cifras productivas, Antofagasta se ubicó en el penúltimo lugar en el ranking global, solo mejor que Temuco.
Un aspecto que le jugó en contra a Antofagasta son sus resultados en gobernabilidad, pues pese a que sus números indican que hay efectividad en el cobro de patentes y sus ingresos municipales son altos en proporción a su población -percibe el equivalente a $90 per cápita, la segunda mayor cifra, solo superada por Iquique, con $131-, se evidencia una incapacidad para generar proyectos de interés social y escasea la participación ciudadana. En las últimas elecciones municipales de 2012, solo participó el 32% del total de votantes, mientras en Talca participó el 48%, explica Gonzalo Escobar. En esta variable de gobernanza, Antofagasta está en el peor lugar de las nueve ciudades.
Fuertes contrastes se evidencian en Iquique. Esta ciudad lidera en base productiva, pero es la peor en innovación.
Los datos muestran que, por ejemplo, alberga la mayor cantidad de grandes empresas en proporción a su población. Hay 1,8 grandes empresas por cada mil habitantes, la mayor cifra de todas las ciudades (en el extremo opuesto está Talca, con solo 0,34 grandes empresas por cada mil habitantes).
Pero pese a ello, Iquique muestra cifras deficientes en innovación. Se lleva solo el ya mencionado 1% del gasto en I+D de las empresas, la cifra más baja de los nueve polos urbanos. Otro dato: en 2012, en el ámbito universitario, Iquique se ganó solo tres proyectos Fondecyt y “no ha logrado atraer capital humano avanzado”, dice Marshall.
Una hipótesis es que, en general, las mineras aporten a la actividad extractiva en la zona, pagando buenos sueldos, pero la tecnología e innovación pueden estar en sus matrices en Santiago. “Puede haber mucho de eso. Muchos de los proyectos de ingeniería se hacen en Santiago”, dice Marshall.
Pese a que no están en el primer o último lugar del ranking , hay ciudades que, en base a este estudio, sobresalen por algún aspecto en particular.
Talca lidera si se considera solo la variable gobernabilidad.
Asimismo, Iquique destaca en aspectos de su estructura social, que la hacen abierta y conectada. El 52% de su población femenina forma parte de la fuerza laboral, el 10% de sus ocupados son extranjeros -resultado de su contacto con países limítrofes- y tiene un bajo índice de desigualdad (Gini), en relación con otras ciudades: 0,47 versus el 0,58 de Temuco, por ejemplo.
También en Iquique hay más organizaciones sociales -4,22 por cada mil habitantes-, versus Antofagasta, donde solo hay 0,7. O sea, en esta última ciudad no alcanza a haber ni siquiera una organización en mil habitantes.