Calama busca terminar con el estigma de campamento minero y ordenar su crecimiento
Por CARLOS SANTANA FLORES, El Mercurio
El desafío de la capital loína es tener mayor inversión estatal y generar más espacios públicos:
El plan regulador de la comuna nortina fue modificado para potenciar el desarrollo de los edificios en altura y evitar el crecimiento hacia los extremos de la urbe.
Con 41 faenas mineras, entre ellas cuatro divisiones de Codelco, Calama, ubicada en medio de un oasis en pleno desierto, en los últimos 13 años aumentó su población en 10 mil habitantes. Sin embargo, en la comuna afirman que la población flotante llega a las 40 mil almas y solo el 30% de sus residentes vive de los empleos directos de la minería.
Con el auge de esta industria, la ciudad también comenzó a crecer, aunque “como un campamento minero y en función de los yacimientos”, dice el alcalde de Calama, Esteban Velásquez.
En 2009 se instaló un mall junto al Casino Sol. Luego los supermercados llegaron a los sectores aledaños de este polo comercial, a minutos del centro. En solo un par de cuadras, ahora hay grandes y pequeños locales comerciales. Su parque automotor alcanza los 43 mil vehículos, pero su infraestructura vial está preparada para unos 30 mil.
“Queremos terminar con el estigma de ser solo una ciudad de paso asociada a la mina de Chuquicamata, pero para eso tenemos un gran desafío de atraer mayor inversión pública para mejorar la calidad de vida de nuestros vecinos: más viviendas sociales, mejor conectividad vial”, dice Velásquez.
En 2007, con el cierre definitivo del campamento de Chuquicamata, a 15 km de la ciudad, cerca de 15 mil personas se trasladaron a Calama, y alrededor de 4.000 nuevas viviendas y 7.000 autos se sumaron al radio urbano. El traslado reordenó la comuna: al oriente, junto al río Loa y más cerca de los servicios, se instalaron las casas de Codelco; al poniente y al norte quedaron los sectores más populares.
“Este aumento explosivo de población ha generado una nueva demanda de servicios y equipamientos públicos, así como la necesidad inminente de espacios cívicos que puedan complementar la habitabilidad y calidad de la ciudad, tema que es una potente demanda ciudadana. A lo anterior se suma un desmedro histórico en el tratamiento de temas de índole patrimonial y de espacio público”, apunta Alejandro Hidalgo, arquitecto del plan de desarrollo urbano de Calama Plus, una entidad público-privada encargada de gestionar una batería de proyectos de infraestructura para enfrentar el crecimiento de la ciudad.
Para el arquitecto, “hoy la mayor prioridad tiene que ver con la salud pública, cuyo ejemplo claro es el inconcluso nuevo Hospital Carlos Cisternas (paralizado hace 21 meses), ausencia que ha enfatizado la precariedad del servicio e infraestructura actual, así como la dependencia de los servicios regionales ante situaciones de alto riesgo”.
El alcalde Velásquez complementa que “cambiamos el plan regulador para consolidar el centro de la ciudad con edificios en altura y evitar que Calama siga creciendo hacia los extremos. Esto ha generado problemas, porque la mayoría de los servicios públicos y comercio están ubicados en la zona céntrica”.
Calama también quiere recuperar el verdor del oasis y remediar la carencia de espacios públicos y de recreación para cambiar definitivamente su rostro.
HOSPITAL
21 meses lleva paralizada la construcción del hospital de Calama.