Cambio de uso de suelo, el otro culpable de la escasez hídrica que afecta al sur del país
Por Cristina Espinoza, La Tercera.
A la baja de las lluvias se suma la deforestación y reemplazo de bosque nativo por plantaciones forestales.
Los últimos veranos en Ancud, al norte de Chiloé, han sido menos lluviosos, pero para los habitantes de la zona ese no es el único culpable de la escasez hídrica. Tan importante como la falta de lluvia ha sido el aumento de plantaciones de eucalipto y la explotación no sustentable de las turberas, musgos capaces de almacenar agua, que hoy se utilizan como retenedores de nutrientes en viveros, aislante térmico y filtros.
“Esas turberas son consideradas humedales en la nomenclatura del Ministerio de Medio Ambiente, están anegados gran parte del año. Ha pasado que se han ido cosechando para venta del pompón, como sustrato para plantas. Se exportan toneladas. Muchos de estos humedales se han intentado plantar con eucaliptus, a pesar de que no crecen bien sobre suelos anegados”, cuenta Juan Armesto, director del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB). Por eso, las empresas los drenan y hacen canales. Como los árboles transpiran a través de la hoja, secan aún más el suelo.
El cambio en Ancud no dista mucho de otras zonas del sur. En La Araucanía, un estudio liderado por Alejandro Miranda, de la U. de La Frontera (publicado este mes en Applied Geography), constató que entre 1973 y 2008, la cobertura de bosque nativo en la región bajó del 30% al 15%.
En ambos casos, el Decreto Ley 701 -del cual uno de sus componentes bonifica la forestación con cualquier tipo de especie-, aparece como punto en común. “En 1974 entró en vigencia el Decreto 701 que de cierta manera fue un incentivo a las forestales para plantar estas especies exóticas. En este momento ha disminuido la tasa de reemplazo de bosque nativo, las plantaciones forestales se siguen expandiendo, incluso sobre terreno agrícola”, dice el investigador.
Conaf informa que hoy está en estudio prorrogar el decreto, congelado desde 2012, pero incorporando temas como el cambio climático.
Menos agua y desastres
El cambio de uso de suelo puede darse en múltiples direcciones (de bosque nativo a agricultura, de agricultura a forestal, de ganadería a inmobiliaria, etc.) y a diferentes escalas. No es malo por sí mismo, explica Cristián Frêne, vicepresidente de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, “pero sí cuando se hace a gran escala de manera inadecuada, en lugares inadecuados. Produce un problema muy serio por la erosión de los suelos y la pérdida de diversidad biológica que hay en ese lugar”, dice. Pero también aparece entre los factores que gatillan actuales catástrofes en el norte (aludes) y el sur (incendios). La agrupación destaca algunos de los conflictos con el agua en su libroAgua en Chile.
Frêne sostiene que en la sequía, el cambio climático y el cambio de uso de suelo se potencian y que varios estudios muestran el impacto del monocultivo sobre el régimen hídrico. “De una cuenca forestada con pino o eucalipto sale menos agua que de una con bosque nativo o con un cultivo agrícola de bajo consumo de agua”.
“Si bien las plantaciones (forestales) ayudan a conservar recursos hídricos más tiempo en el sistema (que un área deforestada), también requieren más de este recurso para llegar a alcanzar las altas tasas de crecimiento que los inversores requieren para hacer rentable su negocio”, agrega Alex Fajardo, del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (Ciep).
El bosque nativo es reservorio de biodiversidad, provee leña, protege el suelo e incluso es parte de ritos culturales de algunos pueblos. Al reemplazarlo, muchos de estos servicios se pierden y “reestablecer un ecosistema nativo es muy complejo”, dice Miranda.
Miguel Altieri, investigador de la U. de California en Berkeley (quien estuvo en Chile invitado por el Indap), dice que reemplazar suelo agrícola de clase 1 por plantaciones forestales es sacrificarlo. “Después de que se cortan, dejan el suelo degradado y seco. La sequía es una manifestación del cambio climático global, causado principalmente por países productores, pero Chile, como país receptor, contribuye en su propia forma a acentuarlo, al hacer esos usos del suelo y fomentar una agricultura que no tiene capacidad de adaptar”, asegura.