Opinión: Rio 2016. El negocio urbano. O sin pan ni circo.
Recuerdo el momento que supe que Rio de Janeiro había ganado la organización de los Juegos Olímpicos. Estaba en Ciudad de México y me enteré al abrir el periódico. Me alegré como latinoamericano por vocación, por primera vez se celebrarían en América del Sur. Solamente se habían celebrado en México 1968 y el recuerdo quedó empañado por la masacre de Tltatelolco.
El periódico mostraba un dibujo en el que se localizaban los principales actuaciones. Era suficiente para darse cuenta que las principales inversiones iban a destinarse al Sur, de Barra de Tijuca y más allá. Es decir lejos de la ciudad compacta. La misma opción que se tomó en 1992 con la creación de “Rio Centro” (que no es Rio ni es centro) ahora se multiplicaba exponencialmente. Se invertía en las zonas ricas, residenciales o de “servicios de excelencia”, a los que se dotaba de equipamientos e infraestructuras para multiplicar el valor del suelo. Los costes sociales y ambientales iban a ser enormes.
Unos meses después recibí una invitación para participar en un Seminario Rio-Barcelona en el 2010. El prefeito (jefe de gobierno de la ciudad), recién elegido proclamaba que el proyecto de Rio se inspiraba en el de Barcelona. En el encuentro asistieron Pascual Maragall (el alcalde de Barcelona que promovió y presidió los JJOO de 1992) y algunos de los principales responsables de los Juegos. En mis intervenciones, a pesar de las limitaciones diplomáticas, no pude evitar algunas consideraciones problemáticas. Lo cual dió lugar a que el presidente del Instituto de Arquitectura (entidad que reúne a los arquitectos y urbanistas del país) que me propusiera una sesión de debate con el secretario de planeamiento y principal redactor del proyecto urbano de los Juegos. Su defensa se limitaba a referirse al COI que había considerado que la propuesta de Rio era técnicamente impecable. Cierto, el COI evalúa casi exclusivamente tres factores.
Uno: disponer de los equipamientos deportivos y complementarios y de las residencias o la posesión del suelo y el financiamiento.
Dos: disponer o tener proyectado y financiado las infraestructuras de movilidad y garantizada la seguridad.
Y tres: acuerdo entre las instituciones políticas del Estado y de la ciudad y que no hubiera una oposición significativa de la ciudadanía. Es decir, el COI no tiene en cuenta los impactos futuros sobre la ciudad y menos aún las posibles intervenciones sobre la ciudad existente que los Juegos podrían facilitar.
Mi respuesta dió fin al diálogo. Una vez expuesta la crítica y las posibles alternativas añadí que debía relativizar el valor de lo “técnico”, pues el objetivo cuenta primero. Hay operaciones muy complejas resueltas con una tecnología excelente y no son defendibles: por ejemplo la liquidación de 6 millones de persones en un lapso de tiempo muy breve por parte de los nazis. El secretario de planeamiento era a su vez un urbanista de confianza de los grupos inversionistas principales.
Rio está ejecutando un proyecto perverso, al servicio de los negocios especulativos y al margen de la ciudad y de la ciudadanía. Son evidentes el impacto ambiental sobre el territorio y los costes sociales del transporte. Pero más grave: se ha perdido una gran oportunidad.
Unos años antes, a mediados de los 90, un equipo originario de Barcelona y con la experiencia de los JJOO, hicimos un estudio encargado por la Prefeitura de Rio para una candidatura anterior. Propusimos concentrar las actuaciones principales en el triángulo formado por el centro histórico y administrativo, la gran zona marcada por Maracaná, Sambódromo y San Cristóbal y el puerto en vía de deslocalización. Se disponía de mucho suelo disponible, se creaba una potente zona central y se generaban impactos positivos hacia la zona norte, con grandes déficits de urbanización, donde viven millones de personas, en gran parte sectores populares. Pero como nos dijo Havelange (entonces presidente de la FIFA) “la gente que nos importa es la que vive en el Sur”. Este mismo personaje provocó el fracaso de la candidatura anterior. Antes de que se reunió el COI para seleccionar a las ciudades candidatas declaró que Rio tenía muchas posibilidades de ganar pues numerosos miembros del COI le debían favores. Resultado: Rio fue eliminada de entrada. Quizás los Juegos sean un éxito “técnico-deportivo”. Pero no será con toda seguridad un éxito par la ciudad y sus habitantes.