El albergue improvisado de la villa Los Pintores
Por Valentina Mery, La Tercera.
Las 127 viviendas de una población de Copiapó resultaron colapsadas por el barro. Menos una: la de Alejandro Fritis, quien no dudó en abrir las puertas de su casa para recibir a cerca de 80 vecinos que perdieron todo. Hace 16 días viven todos juntos entre seis habitaciones y carpas improvisadas.
Las calles están cortadas por el barro y el agua que hace 16 días se acumulan en diversos puntos de Copiapó, una de las ciudades más afectadas por los aluviones del 25 de marzo. Por eso, para llegar hasta la villa Los Pintores, hay que irse por fuera de la ciudad, por los cerros.
En aquellas viviendas, construidas en los años 80, el lodo proveniente de la quebrada de Paipote no tuvo piedad: ingresó hasta la intimidad de las casas, inundando comedores, habitaciones e inclusos los patios. Las 127 construcciones colapsaron, menos una.
La casa de Alejandro Fritis y su esposa Zanira Araya se salvó de ser atrapada por el barro al estar ubicada en una elevación. Por eso, con las horas y la generosidad de Fritis, se fue transformando en el alberge del resto de los habitantes del lugar. “Fue algo sorprendente lo que pasó ese día. Escuché los gritos y cuando veo a mi vecino del frente que tenía el barro hasta la cintura, le dije a mi esposo que se los trajera para la casa”, relata Zanira Araya.
Hoy, cuando han pasado más de dos semanas de la tragedia, son entre 60 y 80 los vecinos que se albergan en la casa.
“Estamos repartidos entre las seis habitaciones y carpas instaladas en el patio. Esto comenzó como un albergue transitorio, pero parece que ahora es definitivo, porque no puedo dejar a los vecinos irse si perdieron absolutamente todo”, cuenta Fritis. El resto de los habitantes de la villa, optaron por instalar carpas en los cerros cercanos.
Mirta Varela, una de las vecinas albergadas, describe que “aquí somos todos antiguos, vivimos hace como 30 años en la población y por lo mismo somos todos como hermanos y el vecino (Alejandro) tiene ganado el cielo”.
Según dicen los habitantes de la villa, en su mayoría trabajadores de empresas mineras, la ayuda de las autoridades ha sido escasa. Por eso, se contactaron con amigos de sus trabajos y poco a poco la ayuda comenzó a llegar. “Me trajeron baños químicos, mientras que gracias a los contactos de otros vecinos trajeron maquinaria, bombas para sacar el agua de la calles. Todo fue una cadena de ayuda, especialmente de las mineras”, sostiene Fritis.
A pesar de los 400 mil metros cúbicos que lograron sacar con las bombas, la villa aún está inundada por el barro. “Como la población está en una quebrada, estamos en la cota más baja y aquí terminó mucho de lo que arrastró el aluvión”, comenta Jean Pierre Lachitt, sobrino de Alejandro. “La autoridad recién vino por el día diez, todo lo que hemos logrado ha sido gracias a los amigos”, sostiene.
Soledad Castro, una vecina que se está quedando en la casa de Fritis, con tristeza muestra su vivienda, donde el barro alcanza unos 80 centímetros y donde no queda nada que pueda ser recuperable. “Lo perdí todo, no puedo volver a mi casa, está toda cubierta por el barro”, asegura.
En una ciudad colapsada, los problemas más urgentes de los vecinos de la villa Los Pintores son la falta de agua potable y la carencia de servicios básicos. Por eso, lo que se obtiene, se comparte.
De la misma manera, las tareas de la casa se reparten entre todos. “Algunas señoras cocinan, los hombres ayudan a sacar el barro de las casas. Otros organizan las cosas y así hemos tenido una muy buena convivencia”, asegura Zanira Araya.
Luego de la visita del intendente de la Región de Atacama, los habitantes del refugio acordaron crear una directiva. “La autoridad nos estaba proponiendo que la solución a nuestro problema sería trasladarnos a unas viviendas de emergencia, pero nosotros somos personas de trabajo que con mucho esfuerzo hemos logrado tener casas dignas, que hoy en día van de los 60 a 80 millones de pesos”, explica Jean Pierre Lachitt.
Luego de una reunión, los vecinos decidieron no aceptar la propuesta que les ofrecía el gobierno. “No queremos una mediagua, nosotros nos unimos y sí o sí queremos un departamento o una casa (…) es cosa de ver a los damnificados del norte, aún hay personas en estas viviendas de emergencia”.