Carlos Llancaqueo: “La solución para la isla es el autogobierno Rapa Nui”
Por Pedro Cayuqueo, La Tercera.
Ex Comisionado Presidencial para Isla de Pascua.
Abogado lideró, bajo la administración pasada, el diálogo con el pueblo Rapa Nui.
Carlos Llancaqueo (50) dice no estar sorprendido. Opina que las tomas y movilizaciones de las últimas semanas en Isla de Pascua, sólo son la “crónica de un olvido anunciado”. Abogado y actualmente socio del estudio Zúñiga, Llancaqueo, Colil y Asociados, en Temuco, fue llamado en 2010 por el ex presidente Sebastián Piñera para asumir como subsecretario de Bienes Nacionales, convirtiéndose en el tercer mapuche en alcanzar esa línea de gobierno tras Jaime Andrade Guenchocoy (PS, subsecretario de Planificación Social) y Francisco Huenchumilla (DC, subsecretario de Marina).
Tras un año en el cargo, Llancaqueo asumió como secretario ejecutivo del Consejo de Ministros para asuntos indígenas. La toma del hotel Hanga Roa y el escenario de represión y protestas que dicha acción generó en Rapa Nui, en el segundo semestre de 2010, llevó a Piñera a designarlo Comisionado Presidencial para Isla de Pascua. Asumió a comienzos de 2011 con la tarea de abordar los conflictos pendientes y coordinar el trabajo de cuatro mesas acordadas por el entonces ministro Rodrigo Hinzpeter y los clanes Rapa Nui: tierras ancestrales, ley de migración, estatuto especial y desarrollo. Ello, hasta el 11 de marzo de 2014.
¿Le sorprende la reaparición de las protestas en la isla?
Para nada, es la crónica de un olvido estatal anunciado que se repite también con los mapuches y otros pueblos. Yo dejé el cargo de Comisionado Presidencial luego de tres años de arduo trabajo y no sólo llegó a su fin mi mandato; también el cargo, que en el actual gobierno no fue ocupado por nadie. Desapareció. Desconozco el motivo.
¿En qué consistió su labor?
Siempre a la isla se la trató a nivel regional, como parte de la provincia de Valparaíso y el diagnóstico de la dirigencia Rapa Nui era que la relación debía ser bilateral, de la isla directamente con el poder central. Esto lo entendió el Presidente Piñera y para darle mayor relevancia al tema se creó el cargo de Comisionado Presidencial, con amplias facultades, equipo de trabajo y presupuesto. Mi labor era coordinar las cuatro mesas de negociación que se establecieron con la Comisión para el Desarrollo de Isla de Pascua (Codeipa), la principal instancia representativa de los isleños, electa por votación.
¿Allí trabajaron una propuesta de ley de migración?
Sí, avanzamos junto a la Codeipa en una propuesta de ley de migración que era tal vez, junto al tema tierras, su principal demanda. La isla necesitaba y necesita de manera urgente un control migratorio por su finita capacidad de carga; los recursos naturales son escasos, no existe claridad de cuánta agua queda en las napas subterráneas y si están o no en riesgo de contaminación. No olvidemos que allí no existe alcantarillado. Esto hace necesario que se controle la llegada de personas, también para resguardar la cultura de la isla; no por un tema folclórico, más bien para contrarrestar la aculturación chilena y extranjera que los propios Rapa Nui advierten como fenómeno negativo. Atendiendo esto, desarrollamos un proceso de diálogo inédito, paralelo a la reglamentación de la consulta, que dio origen más tarde al Decreto N° 66. Tuvimos decenas de reuniones de trabajo y arribamos muy temprano al convencimiento de que, para avanzar en la ley de migración, debíamos primero reformar la Constitución, cosa que hicimos en 2012.
¿En qué consistió esta reforma?
En Chile existe la garantía constitucional de libre desplazamiento por todo el territorio nacional. Debíamos entonces reformar la Constitución para permitir regulaciones de este derecho en casos especiales, como Rapa Nui y el Archipiélago Juan Fernández. En 2011 iniciamos el proceso legislativo y en enero de 2012 el Congreso votó por mayoría esta reforma constitucional, donde los dirigentes Rapa Nui cumplieron una muy importante labor. Fueron innumerables los viajes al Congreso que realizamos con ellos para convencer a los legisladores de apoyar la reforma. Si bien se aprobó, existían temores transversales a nivel de partidos.
¿Cuáles eran esos temores?
Algunos señalaban su preocupación; si esto después no implicaría que también en La Araucanía los mapuches iban a demandar regular el libre tránsito, temores de ese tipo. No fue fácil. Existe mucha ignorancia en nuestra clase política sobre estos temas. Nosotros, para trabajar el proyecto de ley, estudiamos la experiencia comparada; Galápagos en Ecuador y las islas de San Andrés en Colombia, donde existen este tipo de regulaciones. A fines de 2012 arribamos a una propuesta base para someter a consulta. Allí se establecieron cuatro categorías migratorias: tripulantes, turistas, habitantes y residentes, además del pago de tasas según la permanencia en la isla, en el caso de turistas. Así, contemplaba numerosas otras materias.
¿Qué pasó con esa propuesta?
Por lo que me señalaron dirigentes de la isla, todo volvió a fojas cero con la nueva administración. Creo que, en materia indígena, los temas hay que abordarlos con visión de Estado, de otra forma se vuelve imposible avanzar y el resultado final es mayor desconfianza y descontento.
Hoy, al igual que en 2010, el tema vuelve a la agenda por las protestas, ¿cómo romper este círculo vicioso?
La solución a los conflictos en la isla, sean por tierras, migración, desarrollo, etc., es avanzar hacia el autogobierno de los Rapa Nui. Yo estoy convencido de ello. No existe otro pueblo originario que reúna mejores condiciones para que el Estado se atreva a explorar el camino de la autonomía, que para nada implica separatismo o independencia, que es el temor recurrente en la elite política chilena. La propia Ley Indígena del año ‘93 reconoce a los Rapa Nui una condición especial. Hoy, el Convenio 169 y la Declaración de la ONU de 2007, reconocen el derecho a la libre determinación y el autogobierno de los pueblos indígenas. Chile, si de verdad considera importante la isla por geopolítica o por su valor cultural y turístico de clase mundial, debe tomar en serio sus demandas. Y una de ellas, que cada día se escucha con más fuerza y argumentos, es la demanda por autogobierno.