Columna: Más rápido, más justo, en menos espacio
Por Rodrigo Díaz, arquitecto titulado en la Universidad Católica de Chile y máster en planificación urbana en MIT. En la actualidad trabaja en el Centro de Transporte Sustentable CTS EMBARQ México. Creador de Pedestre.
El último meme de la serie simple matemática urbana (iniciada aquí y continuada acá) se dedica a Santiago, mi ciudad natal, que no está haciendo tan mal las cosas, como lamentablemente muchos compatriotas creen.
La encuesta origen destino 2012 de Santiago señala que en la capital de Chile el número de viajes en automóvil particular prácticamente iguala a los realizados en transporte público. Mala noticia. Teniendo en cuenta esta realidad, y bajo una simple (por no decir simplona) perspectiva de justicia distributiva a nivel espacial, suena más o menos lógico otorgar la misma superficie de circulación a ambos modos. Eso es lo que exactamente ocurre en la imagen que ilustra estas líneas, correspondientes al sector en que Vitacura empalma con Providencia: dos carriles para los buses de Transantiago y taxis (creo que no debieran andar aquí cuando transportan pasajeros), dos para los automóviles particulares. Se ve más o menos equitativo. Buena noticia.
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Lo interesante del caso es que con la misma cantidad de espacio el transporte público es muchísimo más eficiente que el automóvil privado. No se trata solamente de mover más gente utilizando menos energía en menos metros cuadrados de pavimento, sino también que esto se realiza a velocidades iguales o superiores a las de los automóviles.
La foto, tomada a eso de las 7.15 de la tarde, plena hora punta, habla por sí sola: mientras los autos están detenidos, los buses gozan de bastante espacio para circular, algo que tanto el operador como el usuario siempre agradecerán. Los números dan la razón a la distribución de la calle.
Un estudio publicado en 2012 por el Bus Rapid Transit Centre of Excellence señaló que en los corredores de uso exclusivo los buses alcanzan velocidades promedio de 25 kilómetros por hora (nada de mal para una ciudad de las características de Santiago), muy superiores a los 15 kilómetros por hora que estos mismos buses promedian cuando comparten espacio de circulación con otros vehículos motorizados. En la misma línea, otro estudio, realizado recientemente por la Asociación de Concesionarios de Transporte Urbano (ACTUS), indicó que las unidades que transitan a lo largo de vías con prioridad de circulación avanzan entre un 35 y un 60 por ciento más rápido que aquellas que lo hacen en calles compartidas. El establecimiento de paradas fijas convenientemente espaciadas hace el resto de la tarea. Una reciente visita a la ciudad me permitió comprobar lo anteriormente señalado: la mitad terrestre de Transantiago podrá presentar muchos problemas (incomodidad del viaje en horas punta, frecuencias poco confiables, deterioro de los buses), pero la velocidad de circulación no es uno de ellos, especialmente si se le compara con otras ciudades de tamaños similares (por favor lea el estudio del BRT Centre si no me cree).
El mensaje es claro: cuando hay vías exclusivas para el transporte público es posible mover a más gente, más rápido y utilizando menos espacio. Eficiencia y justicia espacial pueden y deben ir de la mano.
Palabras al cierre
Sí, hay espacio de sobra para instalar una más que necesaria ciclovía. El día que se destine un espacio decente para la circulación de bicicletas en las principales calles de Santiago, el pedaleo en la capital se disparará de manera exponencial. El problema no es la falta de espacio ni de recursos, sino de voluntad política. Santiago tiene todo para ser la capital ciclista de Latinoamérica, estoy convencido de ello.