Aluvión en San Antonio de Atacama: “No queremos que se olviden de nosotros”
Por Marjory Miranda, La Tercera.
Habitantes de la localidad, ubicada al interior de Copiapó, llaman al gobierno a iniciar reconstrucción en la zona.
Una fila de tres camionetas, un bus y un camión que trasladaba maquinaria pesada esperaron unas cuatro horas, la mañana de ayer, para pasar por la localidad de San Antonio. La misma que es parte de la comuna de Tierra Amarilla, en la Región de Atacama, y que el pasado 25 de marzo sufrió la embestida del aluvión que bajó por las quebradas, a través del río Copiapó. La razón: una veintena de sus habitantes había cerrado el único camino disponible para entrar o salir del sector.
“Estamos protestando porque queremos solución y no queremos que se olviden de nosotros. Casi nadie en el país sabía que existía un San Antonio en Atacama, que no es el mismo que el de la Quinta Región, y no queremos que eso vuelva a pasar”, explica Catherine Alvarez, una joven que participó del corte en la ruta.
La mujer agrega que “no sólo es el tema de las casas que se cayeron o la gente que está albergada en la escuela o con familiares, sino que no tenemos luz. Antes teníamos un permiso para estar ‘colgados’ desde la escuela, pero el barro se llevó todo. No es que no queramos pagarlo, si nos dan un medidor lo pagamos, pero no sabemos qué va a pasar”.
Para ingresar al pueblo, donde viven unas 70 familias, se debe sortear un improvisado camino por el interior de las parras de la frutícola Atacama. Al entrar, el panorama es desolador. Este es el mismo sector donde estaban ubicados los contenedores que embistieron a los trabajadores agrícolas y donde se registró la muerte de un vecino de 55 años y un menor de cuatro.
La plaza principal fue despejada del barro al igual que la única vía de acceso, pero aún se logran ver las ruinas de las 14 casas que fueron arrasadas, buses enterrados en el barro seco, restos de contenedores a medio enterrar, restos de ropa, muebles y libros enlodados. Más al interior del río, hay otra decena de casas que sufrieron daños y donde sus mismos moradores siguen en trabajos de limpieza.
Berta Cortés (63) hace 42 años que es presidenta de la junta de vecinos de San Antonio. Dice que “acá la gente es esforzada, lo único que queremos es comenzar a levantarnos. Queremos material para reconstruir, que nos den trabajo, no queremos nada de regalo, si acá siempre hemos trabajado en lo que venga”.
La dirigenta asegura que “los vecinos no han sido catastrados con la encuesta que permite tener el bono que anunció la Presidenta (Encuesta Familiar Unica de Emergencia, EFU). Dicen que hay que bajar hasta Tierra Amarilla para inscribirse, pero no está pasando la locomoción como antes, porque estaban reparando el camino y los buses que pasan lo hacen una o dos veces al día, llevando trabajadores de la uva o de la minera (Caserones), si no hay que hacer ‘dedo’ para bajar”.
Si bien la iglesia y la escuela básica rural sirvieron de albergue las primeras semanas, el profesor y director del establecimiento, Jerónimo Salazar, cuenta que “sólo van quedando tres familias albergadas, son unas siete personas, de 150 que teníamos al comienzo. Y es que la mayoría eran trabajadores de la fruta que se fueron, y otros vecinos decidieron alojarse con familiares”.
Yesenia Aguilar (27) perdió su casa, su marido está hospitalizado y se fue junto a su hija de siete años a la casa de su mamá. Ella estuvo en la toma que duró hasta pasadas las 14 horas. Al volver a la plaza -lugar de asamblea de los vecinos- dice que “la toma del camino es para que sepan que seguimos acá y vamos a insistir, si no nos pescan”.
Luego de esto, los vecinos ingresan a la escuela, porque personal de Sence llegó para ofrecer puestos en los empleos de emergencia que entrega el gobierno. “Es para limpiar el pueblo y te pagan un sueldo, no es malo”, dice Yesenia, tras inscribirse en el programa.