El mercado de la leña que calefacciona a Coyhaique
Por Claudio Cerda Santander, La Tercera.
La ciudad es una de las más contaminadas del país, debido al uso de este combustible.
“Para mí la leña es todo. Porque es la calefacción para mi hogar por las bajas temperaturas. La electricidad y el gas son más caros, mientras que la parafina a veces no llega en invierno”, comenta Juanita Sepúlveda, de 66 años, habitante del sector El Bosque de Coyhaique, ciudad que afronta un nuevo invierno con el desafío de mejorar los índices que la ubican como la comuna con peor calidad del aire del país. ¿La razón? El arraigado consumo de leña para calefacción.
En la capital de la Región de Aysén, habitada por unas 53 mil personas, el 96% de los hogares emplea la leña, consumo que se incrementa en otoño e invierno por las bajas temperaturas, lo que tiene una inmediata incidencia en la salud de la población.
En 2014, año en que se estreno la Alerta Sanitaria Ambiental en la ciudad, se registraron 27 alertas, 32 preemergencias y 29 emergencias. Pese a esto, reemplazar la leña por otro combustible se dificulta, especialmente debido a que su uso es parte de la tradición y cultura local.
A lo anterior se suma su importancia en la economía del sector. Según datos de la Indap regional, el 74% de las familias campesinas asegura que el comercio de la leña es una de sus principales fuente de ingresos.
“Personas que jubilan se compran un camioncito para transportar leña. Me refiero al pequeño productor, con campos chicos, con montañas”, afirma Ignacio Auad, empresario que produce al año unos 1.500 m3 de leña proveniente del sector Valle Lagunas. “Lo más difícil es sacarla desde el bosque a la carretera, porque generalmente son cerros, faldeos, mallines (…). Se utilizan bueyes para llevarla hasta donde están los camiones”, agrega.
Según productores del rubro, el valor del metro cúbico a orilla de carretera asciende a unos $ 15 mil, incluyendo los $ 5 mil por metro que deben cancelarse al cortador. “A mí, producir un metro de leña, me sale $ 18 mil, incluyendo el cortador, dos cargadores y un chofer. Es decir, en un camión de aproximadamente 20 metros de leña, hay mano de obra para cuatro jefes de hogar”, describe la comerciante Irma Paredes, quien se provee de productores de Río Cajón y Ñirehuao. “Si en algún momento se llega a restringir su uso o prohibir, el impacto social será muy alto. Mucha gente se dedica a esto”, añade.
El precio de mercado de la leña certificada -con humedad inferior al 25%- promedia $ 35 mil por m3, mientras que la común se sitúa en los $ 25 mil por m3.
Según fuentes del sector, el consumo anual de leña ronda los 700 mil m3 en la región, lo que determina un flujo de recursos que sobrepasa los US$ 20 millones anuales. No obstante, la informalidad en el rubro ronda el 70%, de acuerdo a registros del Sistema Nacional de Certificación de Leña. “Acá hay un tema súper importante, y es que la leña no ha sido declarada combustible. Entonces no hay nadie que te obligue a consumirla seca para reducir la contaminación”, comenta Pamela Cárdenas, encargada regional del Sistema Nacional de Certificación de Leña.
Uso sustentable
Con el fin de contribuir a la descontaminación urbana, Indap y Conaf encabezan el programa Leña de Calidad para Aysén, mediante el cual se construirán 105 galpones de secado y acopio, con una inversión por tres años de $ 1.200 millones, provenientes del Fondo Nacional de Desarrollo Regional.
Además, autoridades regionales no descartan el inicio de trabajos con miras a un cambio en la matriz energética. “No debemos demonizar la leña, ya que bien utilizada, es decir, con bajos niveles de humedad, es un buen y económico combustible. Sin embargo, Aysén tiene un gran potencial de generación eléctrica y, por tanto, es factible pensar en utilizar calefacción eléctrica”, asegura el Seremi de Energía, Juan Antonio Bijit.
Al mismo tiempo, ambientalistas advierten sobre la presión en los bosques regionales con el fin de priorizar la sustentabilidad del recurso. “Si consideramos en promedio una superficie de 2.300 hectáreas al año con plan de manejo y un nivel de productividad de entre 100 y 150 m3 de leña en cada una, se requieren aproximadamente 5.500 hectáreas de bosque manejado para satisfacer la demanda total de calefacción (…) en números gruesos faltan aún 3.200 hectáreas para que ingresen al sistema de planes de manejo para alcanzar una gestión sustentable”, consignaron el ingeniero forestal Enrique Higuera y el ambientalista Patricio Segura en un reciente artículo publicado en Aysén.