Al rescate del patrimonio moderno
Por Denisse Espinoza, La Tercera.
[arquitectura] Entre los años 30 y 70, Chile levantó muchos edificios modernistas que hoy no cuentan con protección. Una ONG lucha por conservarlos.
Grandes ventanales en toda su esquina redondeada y un balcón que se conectaba con el primer piso a través de una escalera de caracol externa, de barandas tubulares, que finalizaba en el antejardín. Esta fachada singular era la principal característica de la casa ubicada en calle Brown Norte 382, una de las joyas escondidas de la comuna de Ñuñoa que por años resistió los embates del tiempo, hasta que en abril pasado sus dueños, la Iglesia de Jesucristo de los Ultimos Días, decidieron demolerla para construir en su lugar un estacionamiento. La noticia encendió en las redes sociales a los amantes del patrimonio, quienes no aceptaban que la obra de 1937, de Carlos Bresciani, Premio Nacional de Arquitectura 1972, desapareciera para siempre, al igual que tantas otras casas de esa época, que han sido demolidas ante el avance inmobiliario.
Hace una década, el director de la Escuela de Arquitectura de la U. del Desarrollo, Pablo Altikes, comenzó a registrar estas casas ubicadas en Ñuñoa, Providencia, Las Condes y Vitacura, ejemplos del movimiento moderno, que dominó la construcción en Chile entre los años 30 y 70 con escuelas, hospitales, hoteles y edificios residenciales, marcados por el uso del hormigón, las líneas simples y los amplios espacios funcionales. “Las casas son un patrimonio sencillo, pequeño y muy olvidado. El 60% de las casas que registré ya no existe”, cuenta el arquitecto que en 2013 lanzó su libro Movimiento moderno olvidado. 50 viviendas de Santiago, 1940-70.
Para evitar que corran esa suerte, desde 2004 existe Docomomo Chile, brazo local del organismo homónimo internacional que defiende el legado de la arquitectura moderna, liderada y expandida por el mundo por Le Corbusier y Mies van der Rohe. Hace dos años, como proyecto Fondart, Docomomo inició un catastro del patrimonio moderno a lo largo del país. Resultaron más de dos mil fichas, reducidas en 600 para integrar un libro que se lanzará a mediados de año y vueltas a condensar en una lista de 20 edificios emblemáticos entregados al Consejo de Monumentos para impulsar su protección concreta. “No se trata de defender el pasado, sino el presente, que es tener calidad de vida hoy. No defendemos la conservación porque sí. Si lo que viene es para mejor, apoyamos demoler. Casi siempre es para peor”, dice el arquitecto Horacio Torrent, académico de la U. Católica y presidente de Docomomo Chile.
El grupo ha tenido logros: gracias a sus gestiones, en 2014 la Escuela de Derecho de la U. de Chile fue declarada Monumento Histórico al igual que el Mercado de Concepción y el Campamento Cerro Sombrero en Tierra del Fuego. Hasta el 2011, de los 1.100 Monumentos Históricos, sólo cinco eran modernos: la Iglesia de los Benedictinos, la Copelec de Chillán, el Teatro de Lota, las Escuelas Concentradas de Talca y el Templo Votivo de Maipú. “Si la sociedad cuidara por sí sola su patrimonio, no harían falta estos decretos”, señala Torrent.