El centenario de Chuquicamata
Por Myriam Bustos Verdugo y María José Jarpa, La Tercera.
Un siglo cumple la mina a tajo abierto más grande del mundo, que entró en operaciones el 18 de mayo de 1915. También, es el centenario del icónico campamento que llegó a albergar a 25 mil habitantes y que fue declarado Zona Típica en enero.
“Chile Exploration Company Chuquicamata: se necesita con urgencia 100 carpinteros, 200 jornaleros (…) salida el 5 de diciembre por vapor Flora”.
Estas palabras, recogidas en el libro: “El campamento minero de Chuquicamata. Historia, evolución, puesta en valor patrimonial y propuesta de gestión”, de Alejo Gutiérrez, son parte de un aviso de “enganche”, publicado por reclutadores de personal obrero en un diario de Concepción a principios del siglo XX, para trasladar personal a Chuquicamata (Región de Antofagasta), lugar donde se desarrollaría la mina a rajo abierto más grande del mundo a 2.830 metros sobre el nivel del mar y a 240 kilómetros del puerto de Antofagasta.
El yacimiento, que en la actualidad produce unas 350.000 toneladas de cobre fino al año, con una dotación de cerca de 6.500 trabajadores, mañana cumple 100 años.
También, es la fecha del aniversario del campamento minero de Chuquicamata-cerrado en 2007-, el que llegó a albergar a 25 mil habitantes, la mayoría provenientes del sur del país, que arribaron en búsqueda de oportunidades laborales.
“Que un yacimiento, un proyecto minero dure tantos años, es una proeza desde el punto de vista geológico y de ingeniería”, señala Mauricio Folchi, académico del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile. Agrega que este recinto constituye parte del patrimonio industrial del país.
El casco antiguo de la ciudad aún guarda las historias de miles de personas que habitaron el lugar que, en su máximo apogeo, albergó 13 mil familias. Los ex vecinos, que en su mayoría fueron trasladados a Calama-a unos 16 kilómetros-, se empeñan en mantener los recuerdos.
“Había una convivencia especial, todos se conocían (…). Recuerdo que se podía dejar la ventana abierta y nada pasaba”, relata Myriam Bolados, ex vecina del lugar. Según cuenta, en 1992 comenzaron los planes de traslado de las familias del campamento. Así, más de cinco mil familias llegaron a Calama.
Folchi dice, a su vez, que la vida de Chuquicamata permite entender la historia del país. “Es un lugar cargado de significado y con una historia que es valiosa en su totalidad, desde 1915 hasta ahora. Esta mina se ha ido reinventando, lo hizo cuando estuvieron los norteamericanos, y luego con la nacionalización, cuando llegaron los ingenieros chilenos”, subraya.
La pulpería, el colegio, las poblaciones y el hospital del campamento se convirtieron en símbolos de la pequeña ciudad. “Una de las cosas que siempre se ha debatido es sobre la calidad de vida de los mineros. Hay versiones que dicen que los explotaban pero, por otro lado, también se decía que los trabajadores estaban bien alojados y atendidos”, precisa Folchi.
Ejemplo de ello fue el hospital Roy H. Glover, que funcionó hasta el 31 de abril de 2001, y que en un momento fue uno de los más modernos de Sudamérica.
Katherine Veliz, integrante de la organización Hijos y Amigos de Chuquicamata, recuerda cómo eran las divisiones entre ejecutivos y mineros en el lugar. “Se notaba eso por las diferentes poblaciones que había. Todos sabían que los ejecutivos vivían en el campamento Atacama, o en otros sectores específicos, mientras que los mineros vivían en la Villa Florencia”.
Esta diferencia de clases sociales la alcanzó a vivir Bolados. Recuerda que “no nos tenían permitido entrar a la parte en donde vivían los norteamericanos, que se llamaba ‘El Americano’. Estaba cerrado con rejas”.
A ocho años del cierre del campamento, son varias las poblaciones que han desaparecido bajo los desechos de la mina. Para rescatar el lugar, los ex vecinos se han organizado para preservarlo y en enero pasado tuvieron su primer triunfo, cuando el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) declaró Zona Típica 48 hectáreas.
El próximo paso, es conseguir la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad, para lo cual la Municipalidad de Calama y la sociedad civil se encuentran trabajando.